En 1968 Jara pasó más de medio año recorriendo los Estados Unidos e Inglaterra, países donde la agitación social se vívía al ritmo de la era más clásica del rock. Te contamos su trajinar y las impresiones del propio artista sobre su periplo.

A finales de enero del año 1.968 el aeropuerto Jhon F. Kennedy de Nueva York atestiguó el reencuentro del matrimonio Jara-Turner, que unió al referente de la Nueva Canción Chilena, Víctor Jara y su esposa, la coreógrafa y para entonces directora del Ballet de Las Condes, la británica Joan Turner, lo que sería la antesala de su viaje a Londres.

Jara, que aún era más reconocido por su labor como destacado director teatral que como músico folklorista, venía de recorrer a un Estados Unidos convulsionado por una cada vez mayor oposición popular a la Guerra de Vietnam y la lucha por los derechos civiles de la población afroestadounidense.

Se trató de una gira de costa a costa al frente del elenco del Instituto de Teatro de la Universidad de Chile ofreciendo el montaje La Remolienda (devenido posteriormente en un clásico de las tablas chilenas) entre la población latinoamericana residente, un largo periplo que le llevó desde California, donde aún se escuchaban los ecos del Verano del Amor (cumbre inicial del movimiento contracultural hippie) hasta Nueva York, ciudad en la que ofreció un recital en un canal de televisión hispano y tras el cual no le faltaron las ofertas para dilatar su presencia en suelo estadounidense en el rol de cantante.

En California Jara visitó el campus de la Universidad de Berkley, muy cerca de San Francisco y el núcleo de la Universidad de California en Los Ángeles (UCLA), donde según Turner en su libro Víctor Jara, Un Canto Truncado el artista “vivió la extraña e interesante aventura de intentar comunicarse a través de su música con públicos formados por hippies norteamericanos, devotos de Ravi Shankar y de la marihuana”.

Durante sus interpretaciones usaba un proyector que permitía a los asistentes conocer las letras de sus canciones en inglés. Frente a ese público tan improbable el cantante trató de ofrecer su visión marxista de la realidad latinoamericana y les encontró compresivos pese a las distancias culturales.

El movimiento hippie tuvo un rol de peso en la salida de los EEUU de Vietnam.

Jara reconoció las luchas y motivaciones de la contracultura estadounidense (que en pocas semanas se anotaría su primera gran victoria política con el retiro del presidente Lyndon B. Johnson de la carrera por la reelección), pero íntimamente no abrigó esperanzas de que protagonizasen una revolución verdadera debido al papel de las drogas que cumplían el rol de “desactivar“ a un movimiento potencialmente muy poderoso.


En una carta a Turner el chileno definió a los hippies como “una reacción normal y justificable en contra de este mundo siniestramente higiénico y mecanizado”. Consideraba que el pueblo estadounidense estaba “encarcelado en una especie de jaula de plástico que lo aplasta con su propio peso”.

Continuará…

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