Viernes 14 de febrero y el panorama en Blondie rayaba en lo inédito: la pista principal vacía, sin luces ni ruido. Faltaban minutos para que comenzara el show pactado, pero un retraso paralizaba la fuente musical próxima. 

Cerca de media hora más tarde, fotografías y material audiovisual con formas de pintura comienzan a aparecer en la pantalla gigante. Entonces estalla, Francisca Torés y Karin Aguilera se toman el escenario. Frank’s White Canvas está listo para entrar en acción.

Con un acotado, pero potente setlist, las chilenas representantes del rock explotaron el recinto a punta de pachorra y energía. Si bien no convocaron mucho público, no perdieron el sentido del show ni su histrionismo ni por un segundo. 

Lástima que tantos hayan perdido la oportunidad de presenciar canciones como ‘One by one’, ‘Sleep, work, eat’ y ‘Let it go’.

Lanzando baquetas al público y enardeciendo el ambiente, el dúo se despidió sin una palabra; aún dando cátedra de rock.

Tras una pausa de casi 30 minutos, llegaba el momento esperado por los asistentes que ya habían abordado y los que rápidamente comenzaron a proliferar. Había licencia para la locura, los padres del future pop regresaban a Chile.

Apenas saltaron al escenario, el encargado de los vocales de VNV Nation, Ronan Harris, pidió por favor que los fanáticos apagaran el flash de sus celulares. Una petición compleja en la era de las redes sociales. Y claro, no muchos hicieron caso.

Quizá por la misma solicitud, u otro factor, el comienzo del show de los ingleses fue tibio. No fue hasta que tocaron ‘Armour’ acompañados de un espectacular y futurista juego de luces que el público tomó efervescencia. Ya muchos bailaban en solitario, otros saltaban; de alguna forma se conectaban.

Los músicos lo notaron. Incluso Harris aceptó un vaso de pisco, se la tomó -tosiendo- y aprovechó de hacer salud con su fanaticada.

Al turno de ‘Space & Time’ los coros del público se escuchaban por todo Blondie. Harris agradeció y los alabó.

Siguieron con ‘When Is the Future’ y con ‘Illusion’ la cosa explotó: la masa comenzó a cantar a todo pulmón la letra. Harris se quedó sin palabras y simplemente los dejó a cargo de uno de los temas más melancólicos de la banda. También pidió a su equipo registrar la escena.

Cerca de las 10 de la noche, invitan nuevamente a bailar. Sonó ‘Chrome’, ‘Homeward’ y Harris ya no podía más con la adicción tecnológica de sus fanáticos a sus celulares. Pidió repetidamente que los bajaran, que dejen de grabar y disfrutarán del “mundo real”. Sin embargo, no obtuvo respuesta. Fue tanto su enojo, que hasta tomó el celular de un fanático para remarcar su sentencia.

El regreso de VNV Nation a tierras chilenas marcó un show sólido, lleno de expertiz, sobrio pero con combustible para gastar de sobra.

Se despidieron, el público quería más y regalaron dos temas para seguir la fiesta, además de dar paso al Dj set que se aproximaba. Mezclaron con ‘Don’t stop believing’ de Journey y sacaron una bandera chilena. Todo eso que significa este viaje de synth pop con los veteranos, pero prolijos y virtuosos VNV Nation. 

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