El estancamiento dentro de algún género musical es algo casi inevitable, y se puede ver potenciado aún más por nuestros tiempos de inmediatez, en los cuales, cautivar al oyente con algo memorable es una tarea cada vez más compleja. Es en estos tiempos donde Brand Of Sacrifice, una agrupación de Toronto, Canadá, con una breve carrera de 3 años, ha removido las fibras del deathcore como es conocido, debido a su inclemente propuesta.

Brand Of Sacrifice jugó sus cartas con su potente EP debut “The Interstice” (2018) y sacudieron la música extrema con su debut larga duración “God Hand” (2019); entre brutalidad y tecnicismo, dentro de una atmósfera que se alimentaba de una historia de animación obscura, continúan con “Lifeblood”, un álbum que lleva a la banda a un nuevo nivel de ferocidad y calidad compositiva.

Como banda independiente, la estrategia de Brand Of Sacrifice se enfocó en mover a la audiencia a través de avances que daban una excelsa impresión de lo que podía venir, y siendo cada avance un tramo importante dentro del disco, la experiencia integral es devastadora. Con la disonante introducción de “Dawn”, las riendas son pulverizadas golpe tras golpe; por aplanadoras como la tripleta de “Demon King”, “Animal” y Altered Eyes”, siendo bestiales ejemplos de metal extremo moderno, y expandiendo las influencias de los canadienses a través de arreglos sinfónicos con vertiginosos cambios de ritmo.

La contundencia de “Lifeblood” tiene una importante base en los cinco integrantes, quienes cumplen sus labores con versatilidad. El trabajo de cuerdas de Michael Valeri, Liam Beeson y Dallas Bricker, viaja entre una filosa prolijidad y la densidad que es casi permeable con cada breakdown que solo cobra más violencia con la intrincada ejecución. Y culminando de forma aplastante gracias a la batería de Rob Zalischi; coronándose con el dinamismo de la voz de Kyle Anderson, en un despliegue vocal formidable, y también, compartiendo espacio con invitados en tracks que arrasan todo a su paso, transformando a “Lifeblood” en un material colosal.

“Mortal Vessel” y “Foe Of The Inhuman” por su sentido de urgencia y riesgo en la experimentación con estructuras que se vuelven un gancho certero; “Ruin” en su progresivo declive hacia uno de los momentos más sofocantes del opus, gracias a Tyler Shelton de la banda Traitors; y cerrando con la canción homónima, la cual, es una estruendosa maquinaria que no da tregua. Brand Of Sacrifice no se detuvo durante una época difícil para la música y con “Lifeblood”, tenemos un nuevo ejemplo de transmutar sensaciones como rabia e impotencia, y además, renovar un sonido con un disco avasallador.

 

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