El jueves 1 de septiembre del 2022, quedará marcado a fuego en nuestra memoria como la icónica fecha en la que Billy Idol se presentó por primera vez en Chile, y es que era una deuda que el cantante mantenía con el público de este país, la que por fin pudo ser saldada, y de gran manera.
Pero vamos por parte, ya a eso de las 19:00 hrs., había mucha gente en las afueras del Teatro Caupolicán, y no podía ser de otra forma dada la gran expectación de la fanaticada chilena por ver al inglés, quién a su vez venía con su eterno socio musical, el guitarrista Steve Stevens, lo que hacía aún más atractiva la propuesta de este show.
Con un Teatro Caupolicán lleno casi a un 80% de su capacidad permitida, a eso de las 20:00 horas subió al escenario el quinteto nacional de Franklin (nombre inspirado en el céntrico barrio capitalino), los cuales con un rock alternativo bastante amigable a la escucha, presentaron de su primer disco “Altamar”, un set correcto con siete temas: “Ilumíname”, “Lucerna”, “Una señal”, “Fotografías”, “Fantasma”, “Perfección” y “Luces en el Mar”. En 30 minutos lograron una buena recepción por parte de los asistentes que ya repletaban el recinto.
Después de una espera de media hora, a las 21:00 horas en punto comenzaba la tan esperada presentación de Billy Idol, el cual con sólo mostrarse en el escenario hizo literalmente explotar el Caupolicán.
La primera descarga fue “Dancing With Myself”, canción de su época con “Generation X”. El gran Steve Stevens hace gala de su talento haciendo algunos malabares con su guitarra mientras toca. En segundo término fue el turno de “Cradle of Love” y ya el público estaba a los pies de Idol, coreando a todo pulmón la canción. La próxima entrega sería “Flesh for Fantasy” y el sonido ochentero inundó la atmósfera que ya a estas alturas era de una verdadera fiesta: la puesta en escena del blondo cantante y Stevens fue impecable. Acto seguido interpretaron la recientemente lanzada “Cage”, single de su nuevo EP llamado de igual manera, próximo a salir este 23 de septiembre.
A continuación, sería el turno de “Speed”, tema central de la película del mismo nombre del año 1994. En este punto del concierto el aire al interior del Caupolicán se tornaba enrarecido con un fuerte olor lacrimógeno, tanto así que el propio Billy comenzó a toser y hacer gestos de que algo no andaba bien. Acto seguido siguió tosiendo de manera más aguda, al punto que entró su manager al escenario para suspender el concierto, saliendo la banda completa de escena. De producción se informó a la concurrencia que había incidentes en las afueras del teatro y que nadie debía salir del recinto. Un sentimiento de angustia e incertidumbre se apoderó del público, ya que pasaban los minutos y el show no se reanudaba, finalmente después de 36 minutos la banda nuevamente continúa, interpretando otra vez la canción “Speed”, con un Billy Idol preguntando: “¿Están bien?”.
Se nota al cantante con una energía a tope, se desplaza de un lado a otro del escenario, las pulsaciones de la audiencia están a mil, la comunión entre el público y Billy Idol es total. De su última entrega discográfica (2021), el EP “The Roadside” suena ahora “Bitter Taste” para dar paso a una de las más conocidas del artista, “Eyes Without a Face”, la que fue coreada por todos los asistentes y que se convirtió en uno de los puntos más álgidos de la noche.
Ahora el protagonismo del espectáculo cae en manos del tremendo Steve Stevens, quien se despacha un solo de guitarra acústica, el que no hace más que ratificar el virtuosismo y carisma de este icónico y gran guitarrista, y que es parte fundamental en la carrera del cantante. Se escuchan los acordes de otro de los hits que posee el rubio vocalista: “Mony Mony” (originalmente grabada por Tommy James & The Shondells). Aunque aún no ha sido lanzada en ninguna plataforma, la siguiente canción fue “Runnin’ from the Ghost” incluída en el EP próximo a salir, “Cage”.
Nuevamente nos lleva a su era de “Generation X” con “One Hundred Punks”, haciendo las delicias de los punketas más ortodoxos que asistieron al concierto. A lo largo de todo el show pudimos ver a un Steve Stevens con oficio y talento, el que despliega en cada canción interpretada, sumado a la total entrega de Billy Idol, el que interactúa en todo momento con el público, alentando con su puño en alto y moviéndose por todo el escenario saludando a toda la audiencia presente.
A continuación se despachó dos temas más de su álbum “Rebel Yell”, “Blue Highway” y la homónima, con la que el Teatro Caupolicán se desmoronó por completo, la locura fue total. No hubo un sólo asistente al show que dejara de corear el tema con el puño en alto. En este punto del espectáculo el cantante se retira del escenario para ser ovacionado por la audiencia clamando por el clásico “bis”, que en esta ocasión estuvo compuesto por “Born to Lose” (cover de “The Heartbreakers”) y la clásica “White Wedding”, con la que mediante un estruendoso final y la presentación de la banda, se retiró para dar por finalizada su presentación en nuestro país.
Probablemente sea la primera y única vez que veamos a Billy Idol en Chile en formato de concierto, y si bien no se dejó ver en ningún lado en su estadía en Chile, a excepción de una visita al Museo de la Moda, sí pudimos ver a un artista de nivel mundial, una verdadera estrella quien aún conserva, pese a los años, intacto su talento, carisma y puesta en escena. Una clase magistral de rock & roll a cargo del británico y su compañero de mil batallas, el carismático guitarrista Steve Stevens, que sin duda será recordada por siempre por los que tuvimos la fortuna de asistir a este concierto.
Fotografías por @el.eme para Lotus Producciones.