Un 2022 de reencuentros para la tribu metalera: los clásicos, los nuevos, los escenarios y las canchas. Codo a codo en el mosh, torbellino que va reclutando nuevos adeptos como un sharknado de furia viva, que crece cada semana.
Todo este año nos hemos visto favorecidos con el tope de línea de la escena mundial y el público ha respondido, repletando cada uno de los espacios que se han dispuesto, incluso en días que se han topado artistas en localidades diferentes. El heavy, el thrash, el death, el grind y el prog como una sola comunidad, una familia elegida. La jornada de ayer fue eso mismo, todos juntos otra vez, las caras, los pelos largos, las calvas, la mezclilla, los parches. ¿Por qué? Obituary visitó Santiago de Chile una vez más y como es habitual desde el 2007, la fanaticada repletó el lugar.
Las expectativas eran tremendas, la noche en Concepción, que dio inicio al “Complete Control Tour” había vaticinado lo que sería la jornada del sábado 1 de octubre. Obituary se presentaría en nuestro Teatro Cariola junto a la banda de Quilicura, Homicide y a los clásicos de clásicos Dorso, desde las 18 horas y así fue.
Puntuales, Homicide abrió la jornada con “Vanalicius’ Whip”, llenando con su brutal sonido el teatro. Continuaron con “Devil of Kampala” y “Galley Slave” demostrando el gran nivel de death metal que han adquirido a lo largo de sus años como banda activa y lo técnico que es su sonido.
Para cuando interpretaron “Mynos Labyrinth”, “Believers” y “Rise of the Obsessors”, el público ya estaba aplaudiendo y ovacionando a los nacionales por el gran espectáculo sobre el escenario, haciendo que los espectadores movieran sus cabezas al ritmo de cada canción. No hay descanso para ningún cuello con “Reptile’s Wrath”, “Overthrowing the Lie” y “Moan from Agrakas”.
Finalmente, dan por cerrada su presentación con “Curse of Tamerlan”, dejando todo en el escenario y despidiéndose entre aplausos del público, que a esas alturas ya llenaba el Teatro Cariola.
Pocos minutos pasaron, la organización se lució con el timing, y los lovecrafkianos Dorso se subieron al escenario. El teatro santiaguino estaba convertido en una verdadera Caja de Lemarchand, que se movía en diversas formas para llevar a cabo el ritual más perverso que los nacionales propusieran.
“Deadly Pajarraco” fue la apertura de la banda. El cuarteto desde el comienzo mostró que sus casi 40 años sobre el escenario no han pasado en vano y que siguen estando en forma y sonando un cañón.
“Ultraputrefactus Criatura” y “El Espanto Surge de la Tumba”, completaron la tripleta de partida pertenecientes a su álbum homónimo, quizás el favorito de los fans. El “Pera” saludó a la gente y agradeció que se repletara el templo de adoración, refiriéndose al teatro.
Llegaban “Silvestre Holocaust”, “Extraterrestre Gore Canibal Invasión” y “La mansión de Dr. Mortis” y los asistentes ya coreaban los himnos clásicos de nuestra cultura metalera desde el año 92, donde Rodrigo Cuadra comentó que aún se sentían banda emergente.
Es impresionante el sonido de Dorso, desde la batería de Fran Muñoz, las guitarras de Gamal Eltit y Álvaro Soms y por supuesto el contundente bajo y la voz del “Pera”, se convirtieron en el entremés necesario para hacer imperceptible la espera de Obituary. El fervor del mosh y las arengas de los old, muchos provenientes de Rancagua, se conjugaron para una presentación cercana, cargada de humor y nostalgia, con un Rodrigo feliz del crecimiento del movimiento, discurseando que “entre menos gente que no tenga que ver con la escena mejor”.
“Turú el Terrible” y los locales comenzaban a despedirse con dos clásicos. “Cíclope”, dónde Gamal tuvo algunos problemas con su guitarra que se resolvieron de manera perfecta sin que se notara, demostrando los años de circo de la banda. Finalmente, llegaba el clásico de clásicos “Hidra”, cerrando una jornada redonda para los nacionales que anunciaron disco nuevo y uno de covers. Habrá que esperar a ver qué se viene.
Como una tetera hirviendo, el ruido del Teatro Cariola era ensordecedor. No cabía un alfiler más y la arenga de “Olé, olé, olé Obitary” hacía retumbar las paredes del teatro que parecían sostener esta caja de pasiones malignas. Las barreras papales se deslizaban milímetros hacía adelante y los fotógrafos estaban listos para recibir a la banda originaria de Tampa, Florida, que en el año 89 entraría en la industria del metal con su placa “Slowly We Rot” y que no ha parado de sacar nuevo material y de girar por el planeta.
“Redneck Stomp” fue la primera descarga y la encargada de romper la espera. La audiencia se convirtió en una avalancha humana que, si ya empujaba las barreras papales, en pocos segundos empezaron a desesperar a la seguridad del local. Muchos escaparon de las primeras filas, algunas caras con ataques de angustia. Mientras otros giraron sin titubeos y así comenzó la acción. La banda de la Costa Oeste del país del norte entonó todo el repertorio de su gira 2022, clásicos como “Sentence Day”, “A Lesson in Vengeance”, “Visions in My Head”, “A Dying World”.
La gente no paró de entregarse por completo a Obituary, subiéndose tanto a las barreras como algún afortunado al escenario, para lanzarse hacía la picadora de carne que giraba sin detenerse.
Un show de más de 13 canciones en el que el quinteto formado por John Tardy quién desde el frente del escenario dirigía la orquesta y a la audiencia. Donald Tardy en la batería, el gigante del bajo Terry Butler y los incansables de las guitarras Trevor Peres y Kenny Andrews, que en un poco más de una hora dejaron en clara la vigencia de Obituary, quienes recorrieron toda su discografía y que la fanaticada metalera está más despierta y viva que nunca, ansiosa y rabiosa, esperando el próximo show donde reunir a esta escena transgeneracional.