Explicar lo que se vivió este martes 4 de octubre es difícil. Fue una noche donde el Movistar Arena se vistió de gala para una tarde-noche cargada del mejor metal nacional e internacional. Tres bandas, tres conciertos y un evento que duró -en total- casi 5 horas, donde Santiago vibró con Helloween, HammerFall y Enigma.
Los últimos serán los primeros reza el famoso dicho, por lo tanto, comenzaremos analizando la actuación de Enigma, el encargado de abrir los fuegos en el Movistar Arena.
Enigma
El grupo chileno integrado por Nelson Montenegro (voz), Álvaro Paci (guitarra), Sebastián Bello (bajo) y José Antonio Vásquez (batería), dio cátedra de cómo hacer buen metal. Con 32 años de carrera en el cuerpo, la banda demostró todo su potencial en el escenario haciendo un repaso por su discografía, especialmente enfocados en sus trabajos “Voces Disidentes” (2001) e “Irreversible” (2016).
Con un sonido brutal, potente, sólido y generando buen feeling con el público, el show de Enigma fue un excelente aperitivo para abrir la noche, donde además demostraron que están para espectáculos de esta magnitud. Fueron aproximadamente 45 minutos donde con su buena música, energía y entusiasmo cautivaron al Movistar Arena que, en ese momento, poco a poco iba copando su capacidad.
HammerFall
Pasadas las 8 de la noche llegó el turno del segundo show. Desde Suecia, Joacim Cans (voz), Oscar Dronjak (guitarra), Pontus Norgren (guitarra), Fredrik Larsson (bajo) y David Wallin (batería), quienes conforman HammerFall, llegaron para demostrar por qué siguen estando vigentes dentro de la escena del power/heavy metal.
Y de entrada lo demostraron con “Brotherhood”, puro poder y potencia para encantar al público rápidamente. Luego le siguió un clásico como “Any Means Necessary” y retrocedieron en el tiempo para tocar “The Metal Age”. Posteriormente arremetieron con “Renegade” y “Last Man Standing” con un Movistar Arena que saltó, vibró y coreó el “Last man standing…”.
Luego interpretaron un medley compuesto por “Hero’s Return”, “On the Edge of Honour”, “Riders of the Storm” y “Crimson Thunder”, un pasaje más bien instrumental de alta factura, donde los guitarristas Norgen y Dronkaj demostraron su toda calidad.
Luego volverían a intercalar un clásico como “Let the Hammer Fall” y algo más reciente como “(We Make) Sweden Rock”. Y para terminar el espectáculo, tocaron “Hammer High” y se despidieron con la gran “Hearts on Fire”, para volver a hacer vibrar al Movistar Arena y, también, dejar el listón en lo más alto para el show final.
Punto aparte para Cans, que estuvo increíble frente al micrófono durante todo el concierto de HammerFall, asimismo, los demás integrantes derramaron energía y entusiasmo durante todo el espectáculo. Los suecos presentaron un número del más alto nivel.
Helloween
Con el reloj marcando las 21:35 de la noche y con “Orbit” haciendo de introducción, aparecen los alemanes Helloween, el plato fuerte de la noche: Andi Deris (voz), Michael Kiske (voz), Michael Weikath (guitarra), Kai Hansen (voz y guitarra), Sascha Gerstner (guitarra), Markus Grosskopf (bajo) y Dani Löblet (batería) comenzaron con todo interpretando “Skyfall”, de su último disco: 12 minutos donde un Movistar Arena llenísimo se vino abajo.
Sin dar un respiro, comenzaron a sonar las notas de “Eagle Fly Free” que, a pesar de que a Kiske entre que se le olvidó la letra y cantó versos a destiempo, dejó bien en claro que su capacidad vocal está intacta. Asimismo, el complemento de Deris le da a canciones como esta un “nuevo aire” que sienta muy bien.
Luego de que Deris interactuara con el público en un buen español, volvieron con más material del nuevo disco “Mass Pollution” y, acto seguido, “Future World”, que mantuvieron expectante al Movistar Arena para “Power”, una canción cuyo solo fue coreado por todos. Luego, tocaron “Angels” y le dejaron la mesa servida a Hansen.
Esto porque de la misma manera que lo hizo HammerFall, Helloween también preparó un medley. “Metal Invaders”, “Victim of Fate”, “Gorgar”, “Ride the Sky” y “Heavy Metal (Is The Law)” -puros clásicos de su primer EP y del “Walls of Jericho”- marcaron uno de los puntos más altos de la noche, con un Hansen excepcional durante todo este mix de canciones.
Luego llegaría otro momento destacado. Con un Movistar Arena bajo las luces de los celulares fue el preludio perfecto para “Forever and One (Neverland)”, una balada que fue cantada a todo pulmón por el público, en un momento cargado de emoción que dejó una tremenda postal para todos los asistentes.
Posterior a eso, un solo de guitarra de Gerstner dio paso a “Best Time”, un medio tiempo bastante entretenido de escuchar. “Dr. Stein” fue la siguiente en la lista y desató la euforia en el público.
“How Many Tears” fue otra canción que gozó el Movistar Arena. Poder, potencia, excelentes voces, solos brutales. Esta canción del “Walls of Jericho” sacudió a la audiencia que la disfrutó a concho.
Luego de un break, Deris aparecería caracterizado como un caballero. Sí, llegaba el turno de “Perfect Gentleman”, otra canción que Helloween viene incorporando en su setlist y que el público disfrutó.
Asimismo, llegaría la penúltima canción. ¡Y vaya qué canción!, porque los acordes de la guitarra de Gerstner y la voz de Kiske daban la bienvenida a “Keeper of the Seven Keys”. A pesar de las horas y de los dos espectáculos anteriores, el Movistar Arena vibró durante los 13 minutos que dura este verdadero temazo que disfrutaron tanto grandes como chicos. Emoción daba ver a una pequeña en los hombros de su padre y con una sonrisa de lado a lado mientras disfrutaban la canción.
Pero como todo lo bueno tiene su final, este no podía ser de otra manera. “I Want Out” daba el broche de oro a una jornada maratónica pero cargada de buena música. Los papeles y las pelotas con la calabaza lanzadas hacia el público sólo le añadieron un toque especial al concierto, donde el Movistar Arena se vino abajo y donde en cada rincón del mismo retumbaba el “I Want Out”. Y, por supuesto, el juego con el público no podía faltar.
Así, cerca de las 12 de la noche terminaba una jornada cargada de metal del bueno. Una jornada maratónica donde Santiago vibró la tarde-noche del 4 de octubre y donde el Movistar Arena se llenó de enigmas, martillos y calabazas.