Un día completamente distinto al anterior recibe a los asistentes de Primavera Sound, que en su última jornada espera cerrar con honores lo que ha sido un gran festival.
El inicio se plantea con el pop de MKRNI y de la española Amaia, más los sonidos urbanos de Bronko Yotte, mientras nosotros esperamos ansiosos en el Escenario Primavera la actuación de Familea Miranda. La banda se radicó en Barcelona y no volvían a Chile desde el 2017, por lo que el echarlos de menos se vuelve costumbre.
La banda inaugura el lejano escenario ante aún poca gente, pero rápidamente se va llenando. Inician con “El Bloqueo”, del excelente disco “3Nsayo y 3Ror”, con la siempre expresiva interpretación de Rodrigo “Katafu” Rozas, desplegando ese rock que siempre miró al futuro y a la vanguardia, con una pata en el hard rock y el punk, y todo el resto del cuerpo en el post-rock y un jugueteo sucio con el jazz.
Suena “Lorem” con una intensidad marcada en sus notas, canto y progresión. Las letras y su manera de cantarlas suena a poesía maldita, lista para echarnos al trance. “Paraguay” linda entre el stoner y la lisergia, empujada por el saxo que ingresa a mitad de canción, para ayudar a construir y deconstruir el tema. “Palomita” es un homenaje de Familea Miranda al folclore latinoamericano, tomando este antiguo tema, versionado por Quilapayún, y que sonó bastante en TV y radios a principios de siglo. “Brut Nature” va redondeando un show tremendo, que nos recuerda el valor de esta enorme banda.
En este mismo escenario aparece, rato después, Los Planetas, banda española muy esperada, quienes salieron extrañamente atrasados. Los de Granada precisan de un rock indie para hablar sobre inconformismos y rabia entre sus guitarras y capas de sonido, alzadas con efectos de guitarras y sintetizadores, más una fuerte batería y la interpretación de su cantante Jota, que cala hondo en sus seguidores. La banda lleva cerca de 30 años de carrera y eso se nota, mientras se mueven entre canciones más pausadas y otras de mayor aceleración.
En el Escenario Pepsi, se espera a Niños del Cerro con muchas ansias. Ya fuimos testigos de su calidad en la previa al festival, cuando abrieron para Jack White y Pixies en el Movistar Arena, y hoy juegan de local en este lado del parque, con mucha efusividad y un mar de gente que llega constantemente. Inician con “Tentempié”, las guitarras al frente y todos saltando. Le sigue “Daniel” que tiene una introducción más psicodélica, pero se vuelca a las guitarras, y la gente reacciona con fervor cuando se les pide baile. “Esta Enorme Distancia” tiene la compañía de Franz Mezko en un genial saxo, siendo todas canciones de su último disco, llamado “Suave Pendiente”. “Flores, Labios, Dedos” es otra favorita, que demuestra por qué son una de las bandas más celebradas del último tiempo. Gran presentación.
En la zona central, ya tenemos sobre el Escenario Santander a los históricos del día: Inti- Illimani, liderados por Jorge y Marcelo Coulón. Si ayer estuvieron Los Jaivas, hoy le toca esta facción de los Inti, que también homenajean al folclore latinoamericano, pero sin el rock de los porteños, dando más énfasis a los ritmos bailables y puristas, entregando sabor y prendiendo al público, en su mayoría jóvenes que se encendieron rápidamente con la propuesta, la cual arrancaba con “La Calle de la Desilusión”, para seguir con la tremenda “La Mujer Que Yo Más Quiero” y su armonía y cánon perfectos.
Lamentablemente, no se escuchó el punteo de guitarra acústica característico, pero todo lo demás se oyó a la perfección. Jorge Coulón saluda y deja el mensaje de que “vivimos en un continente increíble, hermoso” el cual fue muy aplaudido, antes de arrancar con “Malagueña”. El set tiene una versión de “El Aparecido” con una hermosa presentación sobre la lucha contra las injusticias. También suena la clásica “Samba Lando” y la caribeña “Sobre Tu Playa”, cerrando un ovacionado show.
Ahora es el Escenario Puntoticket el que recibe hordas de gente. Muchos corren para asegurar puesto ante el inminente show del mayor nombre de la jornada: la islandesa Björk, quien viene presentando un espectáculo sinfónico en el cual se acompaña de músicos oriundos de los países que visita. En Chile, el honor le correspondió a la Fundación Orquestas Juveniles e Infantiles de Chile (FOJI Chile), quienes se veían emocionados y se despacharon un show de lujo, dirigidos por el islandés Bjarni Frímann.
La afamada artista ingresó al escenario ante una ovación, vestida con un extravagante y pomposo traje blanco y escamas en su rostro. “Stonemilker” fue la escogida para el vamos, y rápidamente ingresamos a este sueño. En “I’ve Seen It All” nos sentimos inmersos en un dulce soundtrack, con una de las interpretaciones más profundas y emocionantes de la jornada. Un aspecto inesperado y no deseado fue un constante ruido que salía de los parlantes del lado derecho. A ratos se hacía molesto, pero se pudo obviar.
“Hunter” fue recibida con efusividad, muy celebrada y de una intensidad feroz. Los arreglos de cuerda son hermosos y dotan de nueva vida a canciones clásicas, como “Hyperballad”, en donde señala las montañas que rodean el paisaje. Hay espacio para canciones del disco más reciente, “Fossora”, como la bella y psicodélica “Ovule”, que queda muy bien con estos arreglos. El encore es obvio, pero la ovación es gigantesca, tanto como la importancia de esta genial e innovadora artista en el mundo de la música popular. Björk vuelve a escena, saluda, pide perdón por su español, y solicita un aplauso para la orquesta chilena. La respuesta es furibunda. Antes del último tema, comenta que debieron hacer unos arreglos estilo techno para lo que se viene, y se lanza con “Pluto”, quizás la canción que menos imaginábamos convertida a este formato. Hay emoción a tope, expresiones de incredulidad, pero, sobre todo, felicidad por haber presenciado un espectáculo colosal, de primera calidad.
Para ir cerrando los shows con guitarras, se presenta la cantautora japonesa-estadounidense Mitski, quien ha cultivado una carrera exitosa, lo cual se ve de inmediato por la hiper calurosa recepción que tiene. Mitski es efusiva, salta, lanza golpes y se tira al suelo. Es intensa y su música le sigue en profundidad.
Su banda de acompañamiento es rockera, aun cuando hay momentos de sonidos de sintetizador y la protagonista total es la voz. “Washing Machine Heart” fue, como hemos visto en distintos artistas, un fenómeno de Tik Tok, y la gente la canta efusivamente, con una emoción que pocas veces se vio durante la tarde. Impresionante la recepción, en un atardecer que iba dejando las estelas de un festival histórico.
Al cierre venía el rap de Travis Scott, pero, para nosotros, la gran protagonista fue Björk, con una presentación sólida y apasionada.
Se cierra de esta forma la primera edición de Primavera Sound en Santiago de Chile. Una primera piedra que de seguro dejó mucha alegría, y pocos detalles feos. El resultado es feliz, las presentaciones fueron de buenas a soberbias, y siempre con una recepción profundamente emotiva desde el público. Que el futuro depare más ediciones, porque el sabor que nos dejó fue totalmente dulce.
Fotos por la producción de Primavera Sound
Fotos Björk por Santiago Felipe