Pasadas las 9 de la noche el quinteto penquista salió a escena ante un impaciente público que había esperado por este momento por más de nueve años desde su separación, sin contar sus apariciones en Santiago y Concepción en el contexto del Estallido Social a fines de 2019 y su más reciente e íntimo show sorpresa en la discoteca Blondie a mitad de semana.

Fue el redoble de batería a cargo de Mauricio Basualto el encargado de dar el puntapié inicial a “Miéntele”, canción que abrió los fuegos ante un encendido Estadio Santa Laura. Pegadita vino otra de su cuarto álbum “Vida de Perros”: “Te vistes y te vas” fue coreada de principio a fin por un público en el que se congregaron padres y madres de familia junto a sus hijos así como también millennials solteros y centennials que aún no caminaban o ni nacían para cuando “Yo Sembré Mis Penas de Amor en tu Jardín” -tercera melodía de la jornada- había sido lanzada. 

Foto: Camilo Cid

Justamente a los más jóvenes, sobre todo quienes estaban viendo a la banda por primera vez, es que dedicaron “Una Nube Cuelga Sobre Mí”, en cuyo videoclip la banda aparece junto a 31 Minutos. Entremedio, eso sí, sonaron una dupleta de covers extraída de su disco de versiones Música Libre: “Santiago de Chile” y “Quien Fuera” fueron vitoreadas a voz en cuello por los más de 30 mil asistentes que se encontraban en el recinto colindante a la Plaza Chacabuco.

Tras hacer un repaso a parte de sus primeros trabajos “Canción de Lejos” y “La Culpa” con “Las Cosas que Cambié y Dejé por Tí” y “No Necesito Pensar”, respectivamente, vino una de las sorpresas de la noche: la nueva canción “Rey”, que fue precedida de una introducción a cargo de Mauricio Durán, quien compuso este tema junto a su hermano Francisco, y que es su primera canción inédita en prácticamente diez años. El guitarrista presentó la canción al público como una “invitación a buscar su identidad sin pensar en lo que digan los demás”

Foto: Camilo Cid

Habían transcurrido tres cuartos de hora recién cuando el público cedió ante la emoción de “Ángel para un Final”, sentida versión del clásico de Silvio Rodríguez que tuvo a parte del público como si le hubiera entrado una basurita a sus ojos. “Cura de Espanto” sirvió para despercudir esta sensación y volver a bailar al son de uno de los clásicos de su tercer disco “La Culpa”. De ahí en adelante sonaron “Deudas”, “Nada es Igual”, “Vida de Perros”, “Ahora que no estás”, y “La Velocidad de la Luz”, certificando así el vasto cancionero del que es dueño el icónico grupo sureño. 

Si bien en ningún solo segundo las energías decayeron, la banda baja unos cambios e interpreta en clave acústica un puñado de canciones tales como “Pequeña Serenata Diurna” que luego dio pie a su versión de Inti-Illimani para “La Exiliada del Sur”, su emblemático y primerizo hit “El Detenido” y “Si estás pensando mal de mí”. 

El show podría perfectamente haber terminado en este punto. A saber, ya había sonado una veintena de canciones, cuál de todas más coreadas que la otra. Pero no. Había cuerda (y cuerdas) para rato.

Foto: Camilo Cid

De modo alguno sería incurrir en una hipérbole señalar que las siete siguientes canciones del setlist fueron puros hits. Es decir, qué son si no perlas del cancionero popular de los últimos veinte años “Fantasías Animadas de Ayer y Hoy”, “Pobre Corazón”, “Nada Nuevo Bajo el Sol”, “Canción para Mañana”, “No Me Hables de Sufrir”, “Bailando Solo”, y “Ven Aquí”. Sonaron cada una de ellas. Juntas.

Foto: Camilo Cid

El quinteto se notaba emocionado y lo hacía notar cada vez que agradecían al público asistente, ya sea en voz de Álvaro López o los hermanos Durán. Posterior a esto, se toman un descanso para volver y realizar un encore que constó de cuatro canciones: “Entre Mis Brazos”, uno de sus primeros éxitos que se encumbró en lo más alto de los rankings de las radioemisoras nacionales y de MTV; “El Necio”, otra de sus versiones de Silvio Rodríguez; “Llueve Sobre La Ciudad”, con una especial y espacial introducción a cargo de Francisco Durán sentado en su piano Fender Rhodes.

Sólo quedaba espacio para una canción más. Bromeando, la banda señalaba que ya había sido suficiente, que era tarde, pues ya no iban a pasar más micros, haciendo un guiño -consciente o inconscientemente- al videoclip de la canción que procedieron a interpretar: “Miño”, himno social musical por antonomasia que daba el cierre a uno de los conciertos más esperados del último tiempo

Ya lo alto de las expectativas había quedado evidenciado en la rapidez con la que se agotaron las entradas tras el anuncio de esta reunión, así como también con la entusiasta recepción que tuvo la aparición de la banda durante la presentación del comediante Fabrizio Copano en el pasado Festival de Viña del Mar. 

Y el desbordado entusiasmo del público fue tal que continuó incluso después de haber oído 31 canciones: fue así como la banda se vio estimulada a volver al proscenio para interpretar una melodía más: “La era está pariendo un corazón”, del disco homenaje a Silvio Rodríguez “Música Libre” fue la encargada de poner el broche de oro a una jornada emblemática que recordarán por siempre tanto los forofos que acudieron al estadio como la banda y todo el equipo detrás que hizo posible esta esperada presentación de una de las bandas más icónicas no sólo del rock sino que de la música nacional de los últimos veinte años. 

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