Una noche mítica se aproximaba, una promesa de leyenda y de recuerdo imborrable, y es que los icónicos y célebres franceses de Magma regresaron a Chile, con la expectativa de un caluroso recibimiento, pues ante la demanda, debieron agendar tres recitales en nuestras tierras.
La jornada fue abierta de manera bastante original, en manos de Sat Shabd Singh, o Eduardo Balsz en nombre común, profesor de Kundalini Yoga y músico terapeuta, quien ambientó el Teatro Nescafé de las Artes con sus especiales gongs, uno de ellos afinado en la frecuencia con que los planetas orbitan alrededor del sol. La invitación era al silencio, al relajo y a dejarse llevar mientras el maestro hacía sonar esas bellezas doradas. La verdad es que la idea e intención era mucho más que interesante, pero, lamentablemente, el flujo de público que ingresaba, con el consiguiente ruido y conversaciones, no permitían concentrarse de la mejor manera para vivir la experiencia completa.
A eso de las 20:30, suben a escena los experimentados Tryo desde Valparaíso, descargando el lujo que es presenciarlos en vivo. El sonido es muy bueno, ante composiciones crimsonianas y de ensueño que deleitaron al público. La experiencia es tremenda, principalmente ante canciones que aparecerán en su nuevo disco “Suramérica” próximo a editarse.
“Canoeros Celestes” es cantada por el notable guitarrista Ismael Cortéz, con segunda voz del bajista Francisco Cortez, quien siempre está lleno de recursos en su instrumento. La canción es intrincada y ganchera a la vez, muy potente, y demuestra toda la vigencia de la banda de Valparaíso. “La Huída” es más potente todavía y reafirma la maestría de los chilenos, que, en palabras de Francisco, se encuentran extasiados ante la posibilidad de abrir el show de las leyendas francesas.
La banda la completan el excelente Pablo Martínez en teclados, con sus solos, armonías y fondos bellísimos, y Felipe Baldrich en batería, gigante y original en cada compás y contratiempo. La presentación fue breve, pero contundente, llevándose un aplauso gigante de un público que disfrutó a full una actuación de lujo.
Así, llegamos al plato fuerte. Magma en pleno hace su ingreso al escenario ante una vibrante ovación. La emoción de la banda es patente y clara al interpretar con gran pasión y maestría “Walomendëm warreï” en donde siempre destaca la figura del gran Christian Vander, fundador de la banda y creador de este universo ecléctico y sumamente original, quien golpea su batería con maestría y fuerza en una interpretación firme y apasionada. La manera en que Magma hizo escuela, creando un movimiento completo de música de vanguardia (el Zeuhl) y un idioma, el de los habitantes del ficticio planeta Kobaïa, protagonista de su primer disco editado hace 50 años atrás.
La siguiente canción es “Hakëhn Deïs”, igual que la primera de su más reciente disco “Kãrtëhl”, más jazzera y luminosa, adentrándonos en los distintos paisajes que pinta Magma en sus creaciones. Que alucinante respuesta encuentran en el público, quienes no se cansan de aplaudir, gritar y fantasear con el tremendo nivel presenciado. La histórica Stella Vander saluda y agradece antes de lanzar “Do Rïn Ïlï Üss”, con secciones oscuras y una nueva interpretación soberbia. El bajista Jimmy Top saluda en un mejor español y comienza “Irena Balladina”, llena de groove y acompañados por el público, que se contagia fácilmente, y de manera sorprendente ante canciones de su más reciente trabajo, algo que no ocurre normalmente. El aporte de Thierry Eliez y Simon Goubert en teclas redondea un espacio tan único como envolvente.
“Ëmëhntëhtt-Ré I” da el vamos una gran obra de su disco de 2009, con la vanguardia siempre afilada y punzante, y es durante esta seccion que el guitarrista Rudy Blas abandona el escenario de manera sorpresiva, y Stella nos comenta que sufrió un percance, por lo que deberán parar unos minutos. Finalmente, al no saber cuando estará ok, la banda decide seguir sin él, salvando la situación de excelente manera en la continuación del impecable show. Lo que se produce en la conjugación de voces de Hervé Aknin, la histórica Stella, y el deslumbrante coro femenino, conforman una obra única en su belleza, que eleva a todos en una noche completamente mágica.
El encore comienza con un clásico emocionante, que a más de alguno dejó completamente quebrado, y es que “The Night We Died” del disco “Merci” de 1985 es soberbia en su belleza. La última canción de la noche deja en frente al gran maestro, al mítico Christian Vander, de cuya prolífica imaginación salió todo esto que acabamos de disfrutar, incluyendo su excelente último disco, del cual desprende la juguetona y cautivante “Dehnde”, con Simon en batería y una interpretación que invitaba a bailar y a irse alegres. ¿Y cómo irse de otra forma? Imposible.
Los hermosos coros y las interpretaciones soberbias de esta noche, difícilmente podrán ser olvidados, y de seguro se mantendrán a flor de piel de cada uno de los asistentes, quienes reaccionaron eufóricos y dejaron el recinto con una sonrisa de oreja a oreja que no se borrará fácilmente.
Es prácticamente obligatorio repetirse el plato, pues esta noche de sábado debiesen tocar el clásico disco “Mekanïk Destruktïẁ Kommandöh” de 1973, una piedra angular de todo el que disfrute la obra de estas leyendas, que acaban de despachar una inolvidable jornada.
Fotos por Camilo Cid