Pablo Trujillo es un músico, productor y locutor colombiano, graduado de la Escuela de Música de Buenos Aires (2014, Argentina). Con una carrera discográfica de más de una década, el músico bogotano se ha caracterizado por un eclecticismo sonoro que lo ha llevado a explorar las influencias del rock y el folk en español para, desde hace un tiempo, empezar a decantarse por los tintes electrónicos del synth pop y el electro. Como solista ha estado en tarimas claves de su país y del resto del globo como lo son ALMAX (2016), Rock al Parque (2017), Hermoso Ruido (2018), Estéreo Picnic (2018) y SXSW (2019, Austin TX, E.E.U.U.), escenarios en los que ha presentado un catálogo extenso que recorre las geografías espirituales y afectivas de cinco álbumes de estudio. Ahora, después de un recorrido de redescubrimiento luego del lanzamiento de Tiempo calavera (2020), el multi instrumentista y compositor presenta Ya me cansé de la industria, un disco clave en un trayectoria en el que ratifica también su talento como productor al combinar una plétora de sonidos envolventes e hipnóticos que van del electro pop, al indie y el trap y que se configuran en una colección de diez canciones.

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“Hacer este álbum me costó muchísimo. Me hizo cambiar y crecer. O más bien yo cambié y crecí haciéndolo. Es un compendio de canciones oscuras, y es lo más pop y lo más electrónico que hice hasta ahora”, explica Trujillo sobre el recorrido para la definición de estas composiciones, de las que ya nos había compartido varios sencillos como “Quiero verte así” (feat. Soy Emilia), “Fórceps”, “Lo que quise decir”, el cover de Bob Dylan “Don’t Think Twice (It’s Alright)”, “Sin decirte” y “Dos turpiales” (feat. Pablo Escallón). “Es un disco que juguetea con ritmos de trap, eurodance y trance, atravesado por la depresión, la ruptura amorosa, la crisis de cumplir treinta años y la muerte de una relación gastada y frustrante con mi propia música. El título es literal: me cansé de la llamada ‘industria de la música’ y sus ‘buenas prácticas’, sobre todo esa de creer que el éxito o el fracaso de un artista puede medirse en estadísticas”, añade sobre la poética de las canciones, en las que, sin seguir ninguna fórmula, se permite volver a la lúdica creativa y a la posibilidad de composición sin sentirse obligado a responder a ningún tipo de etiqueta. “Este disco lo lanzo antes de irme a vivir y estudiar a otro país, como quien lanza una granada en una película, alejándose lentamente de espaldas a la explosión, pero de frente a la cámara. Es mi manera de decirle adiós a Bogotá y a su escena musical, que para mí se agotaron hace tiempo”, complementa el músico sobre sus nuevos rumbos.

En Ya me cansé de la industria Trujillo continúa experimentando sobre una veta musical que había iniciado a explorar en Tiempo calavera, un disco pandémico en el que el compositor empezó a tomarse en serio el proceso de producción, que emprendió de manera autónoma y autodidacta. Por ello, no sorprende que “He dejado”, uno de los cortes más oscuros que había trabajado Trujillo en su discografía y que había presentado como sencillo en 2018, encuentre un lugar en este trabajo influenciado por las lecciones aprendidas de producción. Con esta carta de despedida de su ciudad, Trujillo plantea un nuevo universo sonoro y estético en el que vuelven a presentarse algunas de sus obsesiones, como su amor por Bob Dylan y Charly García, pero ahora informadas por un proceso de madurez y nueva maneras de entender el proceso artesanal de la canción. Ya me cansé de la industria no es una misiva de renuncia, sino una declaración artística que busca devolverle su dignidad a la música como un objeto artístico por el que Trujillo seguirá apostando y por el que seguirá aprendiendo cada día, respetando su oficio creativo, no los sucios manejos de una industria que mueve los hilos con signos de pesos nublando su mirada y su criterio.

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