An evening with Machine Head. Una noche con Machine Head. Así de sencilla fue la manera en que se promocionó el regreso al país de los liderados por Robb Flynn, pero no por simple fue menos potente la velada que se vivió anoche en el Teatro Coliseo.
Sin teloneros, poco antes de las 9 de la noche las luces se apagaron y comenzó a sonar por los parlantes “Diary of a Madman” de Ozzy Osbourne, señal inequívoca de que era cosa de minutos (seis, tiempo que dura esta icónica canción del “Príncipe de las Tinieblas”) para que el cuarteto estadounidense saliera a escena.
“Imperium”, de su veinteañero disco “Through the Ashes of Empires” fue la encargada de dar la patada inicial y desatar la euforia de los presentes que colmaron el recinto de calle Nataniel Cox.
Antes de que bajara la marea, Flynn preguntó a la audiencia si estaban listos para volverse locos con Machine Head y les instó a levantar sus puños y hacer ruido (“Santiago, makes some f*cking noise!”) antes de hacer sonar la introducción, junto al guitarrista “Vogg” Kiełtyka, al bajista Jared MacEachern y al baterista Matt Alston, de la contundente “Ten Ton Hammer”, tras lo cual el vocalista/guitarrista pidió al público abrirse y dejar espacio para el moshpit.
Si bien los estadounidenses realizaron un exhaustivo repaso por toda su discografía, desde su debut “Burn My Eyes” hasta el más reciente “Of Kingdom and Crown”, el hecho de que éste último fue el que se llevó la mayor tajada dentro del setlist es prueba de que la banda venía decidida a mostrar credenciales de vigencia más que a vivir de glorias añejas. En esa línea, el tercer tema en sonar fue la desbocada pero al mismo tiempo coreable “CHØKE ØN THE ASHES ØF YØUR HATE”, seguida de “Now We Die” con sus distintivos arreglos de cuerda y teclados -a cargo del propio Flynn en la versión de estudio.
El teatro a esa altura ya había devenido en caldera y -como tal- se configuraba el contexto propicio para “The Blood, The Sweat, The Tears”, que luego dio paso a una revisión de la etapa dosmilera (“Killers & Kings”, y “Locust”) pero principalmente a su más reciente álbum “Of Kingdom and Crown” con canciones como “UNHALLØWED”, “BECØME THE FIRESTØRM” y “NØ GØDS, NØ MASTERS”, que dio por finalizada la primera mitad del show. En este punto Flynn se dio el tiempo para dedicar palabras de agradecimiento al público presente y hacerles saber que la banda lo está pasando muy bien arriba del escenario.
Y así como para seguir con este ambiente de juerga metalera, el líder de Machine Head le dio a elegir a la audiencia una canción para hacerle un cover ipso facto: las opciones son canciones de Metallica, Slayer, Blink 182 y Iron Maiden. Los dos grandes nombres del denominado “big four” junto a la banda de Bruce Dickinson fueron las que se llevaron una ovacionada aprobación en desmedro del trío californiano. Acto seguido, Flynn -cual troll– procedió a anunciar que la canción que -según él- claramente había ganado la votación era “All The Small Things”, himno del pop punk de los 2000s que fue recibida de manera dispar por la audiencia y que sólo interpretaron hasta la mitad para luego dar paso a la icónica “Hallowed Be Thy Name”, el broche de oro del disco “The Number of the Beast” de Iron Maiden.
En este punto, la presentación cobró nuevos bríos y la energía tanto de la banda como de sus forofos alcanzaba mayores niveles conforme iban sonando más canciones. Muestra de ello fueron “Old”, “Aesthetics of Hate”, “ARRØWS IN WØRDS FRØM THE SKY”, tras lo cual Wacław Kiełtyka se despachó un potentísimo y aclamado solo de guitarra.
Una extendida y sentida alocución de parte de Flynn fue la introducción a “Darkness Within”, momento que aprovechó para pedirle a la audiencia que dejaran de lado sus teléfonos celulares, al menos durante la canción.
El tramo final de las más de dos horas que duró la presentación fue la parte más descollante: “Catharsis” desató un homónimo estado en el público, “Bulldozer” y “From This Day”, pusieron la cuota de nü metal, para culminar con su primogénita “Davidian” seguida de la épica “Halo”, con la que finalizaría su show de regreso a nuestro país, saciando así la sed que su fanaticada incubó por largos ochos años y que -ciertamente- esperan tome menos tiempo la próxima vez.