Uno de los nombres más legendarios del rock alternativo estadounidense de los últimos treinta años concretó anoche su regreso a Chile: a cinco años de su debut, L7 volvía a pisar suelo nacional, esta vez en Club Blondie.
La jornada contó con Álvaro España -vocalista de Fiskales Ad-Hok– como acto de apertura, quien con un DJ set deleitó al público asistente con una selección ad-hoc que incluyó canciones de bandas como Nirvana (“Love Buzz”) hasta Bad Religion (“21st Century Digital Boy”) pasando por Tijuana No! (con su versión de “Spanish Bombs” de The Clash) para cerrar con el clásico “Cannonball” de The Breeders. La cada vez más grande audiencia que se agolpaba en el recinto de Alameda 2879 aplaudió la presentación de uno de los más grandes iconos de la escena punk criolla ahora devenido en pinchadiscos.
A eso de las 9 de la noche, Donita Sparks (voz principal, guitarra), Suzi Gardner (guitarra, voces), Jennifer Finch (bajo, voces) y Demetra Plakas (batería, voces) enfilaron hacia el escenario de Blondie para desatar la euforia de los presentes con “Deathwish”, canción de su disco “Smell the Magic” del año 1990, que -si bien- es el segundo en su discografía es el primero con esta formación, la cual se ha mantenido desde ese entonces hasta ahora..
La presentación del cuarteto californiano superó las dos horas de duración y abarcó -principalmente- su álbum más alabado hasta la fecha, “Bricks Are Heavy”, del cual se desprendieron nueve de las veintidós canciones que conformaron el setlist: primero sonó “Everglade” seguida de “Mr. Integrity”, ambas precedidas -eso sí- de la icónica “Andres”. Posterior a eso, volvieron a inicios de los 90s con “Shove”, que el público recibió de tan buena manera que impelió a la bajista Jennifer Finch a preguntarles cómo se dice “I love you” en nuestro idioma. Luego se despacharon una tripleta de canciones que no interpretaron en su visita anterior: “Stadium West”, del Scatter the Rats (2019); “Human”, del Slap-Happy (1999) y “Bad Things” del The Beauty Process: Triple Platinum (1997). Entremedio, Sparks pregunta a los asistentes quienes están viendo un show de L7 por primera vez, ocasión que aprovecha para presentarle a estos “vírgenes” al resto de la banda. Enseguida vino otro trío pero esta vez de un mismo álbum: “One More Thing”, “Scrap”, y “Slide”, del disco Bricks Are Heavy continuaron retumbando cada molécula del espacio en Club Blondie. A esa altura, la locura y las muestras de afecto se habían desatado totalmente: el público grita “¡Jennifer, Jennifer!”, quien responde que si la aman a ella, tienen que amar el pack completo, que incluye a toda la banda. Hacen sonar un fragmento de “She Loves You” de The Beatles pero cambiando la letra a “She loves D” (en alusión a una desaforada fan y a la baterista, respectivamente).
De ahí en adelante, toda la energía que se fue incubando a lo largo del show fue encontrando su cauce mientras sonaron sin cesar “Fighting the Crave”, “Drama”, “Monster”, “Fuel My Fire” (alguna vez versionada por The Prodigy), “Non-Existent Patricia”, “Wargasm”, y “Dispatch From Mar-a-Lago”, siendo estas dos últimas canciones precedidas de alocuciones de parte de la vocalista Donita Sparks (respecto a la primera señaló que “lamentablemente esta canción no envejece”, en alusión a las guerras que aún se desatan en el mundo y la segunda fue presentada como su canción de “amor” para Donald Trump).
Si el show acababa en este punto, difícilmente la gente se habría marchado insatisfecha. Sin embargo, era momento de que sonaran las más emblemáticas canciones de su repertorio: “Pretend We’re Dead” y “Shitlist” fueron el clímax de un show energizante que tuvo como cierre “American Society” (cover de la setentera banda de punk rock Eddie And The Subtitles) y “Fast and Frightening”.
Impecable presentación de una de las bandas más legendarias del rock alternativo de los últimos treinta años. Y sí, puede sonar cliché pero nunca fue más adecuada esta denominación. Estamos hablando de una banda que siempre estuvo un paso adelante: fueron precursoras del grunge (en su disco debut, si bien el sonido punk sobresale, en él ya hay trazos del “sonido Seattle” y data del año 1988, antes de los primeros álbumes de Nirvana, de Pearl Jam y de Alice in Chains y mismo año en que salió el debut de Soundgarden y el de Mudhoney). Se les suele, además, asociar al movimiento riot grrrl pero éste encuentra su origen en 1990.
L7 y su mezcla de punk, grunge y metal con discurso feminista y una parada rebelde es única pero -sobretodo- pionera. Fueron el futuro antes y lo siguen siendo ahora. Tres décadas después, su pesado sonido aún deja a los ladrillos -en comparación con ellas- como peso pluma. Y de ese enorme legado, anoche fuimos testigos privilegiados.
Debo decir que sin Shitlist, Pretend We’re Dead y Fast & Frightening es totalmente posible que “no nos fuéramos ni cagando”.
Estamos hablando de una banda que lamentablemente tuvo un accidentado debut en 2018 y que sí, es cierto que la adolescente de 13 años que usaba el lápiz bic para no gastar las pilas del personal stereo mientras escuchaba el cassette editado en Chile del Bricks are Heavy nunca pensó que las vería en vivo después que Jennifer se fue en el 96 y que se separaron a principios del nuevo milenio, está profundamente agradecida y feliz con esta maravillosa oportunidad, no nos íbamos a conformar con menos.
En estos tiempos de internet vemos los setlists de los demás países del tour casi en tiempo real así que los fans de “mediana edad” ya teníamos una idea de las canciones que tocarían. A mi me faltaron, pero no me quejo.
Saludos.