Temporada alta en lo que a música en vivo se refiere. Una marejada de artistas se estrella contra el cemento de nuestra capital y todos los recintos viven rituales rockeros cargados de adrenalina. Para poder cubrir a cabalidad la cartelera desde Rock Legacy nos dividimos y nuestros tentáculos llegan a todos los rincones de la escena nacional e internacional.

Con esta misión llegamos a eso de las 19 horas al Teatro Caupolicán. Nos esperaba una jornada que en el papel parecía un poema oscuro de la mismísima Inger Elisabeth Hansen, ya que nos traía a sus coterráneos Borknagar, quienes el martes se lanzaron en solitario en la Sala Metrónomo del Barrio Bellavista y que este miércoles serían la antesala del regreso a nuestro país del metal progresivo y la introspección de Leprous.

Fotos: Francisco Aguilar / @franciscoaguilar.ph

Domic fue el encargado de terminar con el silencio del recinto de San Diego. Con una puesta en escena sólida, la banda que desde principios de la primera década del 2000 se subió con desplante a disparar una buena carga de heavy metal. La voz impecable de Paulo Domic convenció a la gente que acompañó y se dejó seducir por el repertorio que recorrió su carrera, paseándose desde el hard rock al sonido más acelerado, provocando complicidad con el público, dejando todo calientito para lo que se venía. 

Con un cambio total de la batería, la espera generaba expectativas. Borknagar saldría pronto y el Teatro Caupolicán comenzaba a repletarse. Cada acorde de la prueba levantaba las miradas, mientras en la cancha las cervezas apaciguaban la espera. 

Fotos: Francisco Aguilar / @franciscoaguilar.ph

 

Borknagar salió entre medio de su ambientación y el rugido del Caupolicán se hizo presente, todos esperaban el momento y los vikingos con sus tremendo juegos vocales empezaron a transportarnos lentamente al Valhalla.

Melódicos y guturales desde el comienzo, a paso lento y poderoso, la banda demostró que sus casi 30 años de trayectoria los respaldan. Con un show ensayadísimo y que es prácticamente el mismo, con pequeñas variaciones, en todas sus presentaciones el quinteto liderado por ICS Vortex en el bajo y voz, Øystein Brun y Jens Ryland en guitarras, recorrió en 12 canciones su discografía “The Fire That Burns”, “Frostrite” “The Rhymes of the Mountain” “Up North Play“, “Colossus”, “Ruins of the Future“, “The Dawn of the End”, “Universal”, “Oceans Rise”, “Dauden” y “Winter Thrice”. Sólidos e impecables dejaron su estela de folk, black y metal progresivo. Satisfechos esperábamos para comer la carne del plato de fondo, Leprous

Fotos: Francisco Aguilar / @franciscoaguilar.ph

Nuevamente cambio total de batería, la noche surcaba el tiempo y las cervezas se hacían pocas, mientras algunas caras de impaciencia aparecían en la audiencia que rodeaba cada vez más de cerca el escenario. Quizás la hora no era exactamente la acordada para el show, sin embargo los mejores platos necesitan de atención en la preparación y es por eso que todo el mundo cultivó la paciencia, hasta que Leprous subió al escenario.

Hay que decirlo con todas sus letras, la banda sonó prácticamente perfecta. La definición de las guitarras de Tor Oddmund Suhrke y Robin Ognedal con sus matices, profundidades y texturas. La afinación de la batería de Baard Kolstad con un sonido único e inconfundible de caja, quien además tiene un nivel técnico que se acerca al de un robot, por el peso y soltura con el que se desplaza por los tambores. Lo envolvente y versátil del bajo de Simen Daniel Børven. La ecualización y volumen del teclado y por supuesto la calidad vocal de Einar Solberg. Es complejo tratar de sonar a un fanático con tanta excelencia en una puesta en escena. 

Fotos: Francisco Aguilar / @franciscoaguilar.ph

Desde la ejecución y desplazamientos por el escenario. Leprous dejó en claro que su apuesta es salir de los clubes y empezar a conquistar escenarios de mayor envergadura. Cautivaron, embriagaron y dejaron a todo asistente boquiabierto. Viajando por su sonido único en donde, si uno quisiera trazar los márgenes para definirlo, tendría que abarcar desde la potencia del rock pop de Muse, llegando a las oscuridades de Ulver y claramente la escuela del metal progresivo de Dream Theater hasta hoy.

Su setlist fue una experiencia en ascenso, como una travesía hacia las montañas de la locura que contó con 15 canciones que redondearon casi 2 horas de show.

Las piezas de la noche fueron: “Out of Here”, “Illuminate”, “The Valley”, “On Hold”, “Castaway Angels”, “From the Flame”, “The Flood”, “Alleviate”, “Stuck”, “Below”, “The Price”, “Nighttime Disguise” y 2 encore, “The Sky Is Red” y “Slave”.

Abrumados ante tanta calidad y elegancia nos despedimos de las gigantescas bandas noruegas y caminamos hasta nuestros hogares, sin poder despegar la mente de lo que acabábamos de vivir, definitivamente vimos algunas luces de lo que será la música del futuro. Con esto nos despedimos, sabiendo que esta seguirá siendo una semana muy ajetreada. 

  

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