El deathcore desafiante de Carnifex por fin se hacía presente en Chile, saldando una deuda con los fieles y aperrados seguidores que tienen por estos lados. Para que la ansiedad no carcomiera por dentro, la jornada tendría grandes invitados, chilenos y extranjeros, que convirtieron la jornada en Sala Metrónomo en una gran fiesta.

Con el público llegando lentamente, principalmente por la hora, Before Breathing dijo presente en el escenario, inundándolo de brutalidad, con canciones extremas y muy técnicas, que volaron con asombroso dinamismo, dejando a la voz pasear desde los guturales más graves a los agudos con impecable fluidez, bajando incluso hacia el público, mientras los riffs azotaron y dieron paso a shreds que brillaron con propiedad. “Suffocating”, “Breathe Again”, “Dead Thoughts”, “The Last Funeral” y “Oceans Of Hate” sacaron aplausos entusiastas en un set de gran calidad, que pasó volando.

Diametral ha sido una de las bandas con mayor actividad y con gran experiencia en este tipo de shows. Subieron al escenario con propiedad, luego de una intro épica y dando paso a sus riffs que llevaron ferocidad y melodías conviviendo sin problemas. La banda usó guayaberas, avisando que su gira llevará por nombre “Cumbia Nena” y que el próximo tema será bailable. “Testigo” comenzó con esa onda, pero rápidamente volvió al metal tradicional de la banda. “Depredación” tuvo gran apoyo del público, al igual que “Sentence” y la adrenalínica “Hell in Me”, donde hubo mosh al igual que en la final “Identidad Forzada”, en la cual ya podríamos decir que el público estaba totalmente ganado y aplaudiendo la presentación con muchas ganas.

Llegó el turno del invitado internacional, nada menos que los brasileños de Krisiun se sumaron a último momento, en la antesala de su participación en el Saken C1 Fest. Un par de paneles y un gran lienzo convirtieron el escenario en su hogar, comenzando la presentación con un fervoroso recibimiento, dando el vamos con la brutalidad y oscuridad de “Kings of Killing”, reafirmando su propuesta death con tintes thrash en “Combustion Inferno”, que es un verdadero ataque de artillería. Los gritos de apoyo y los “Olé Olé” se multiplicaron y la banda agradeció a la hermandad chilena.

La potencia desplegada es increíble para venir de un trío, con Alex Camargo en voz y bajo, Moyses Kolesne en guitarra y Max Kolesne en batería. El fuego continuó con temas como la excelente “Vengeance’s Revelation” y “Serpent Messiah”, ante un público prendido y comunicativo. La banda se mostró feliz y regaló una versión del clásico “Ace of Spades” de Motorhead, que volvió locos a todos. El set finalizó con “Apocalyptic Victory”, cerrando un show de lujo, generando la llama necesaria para esperar con todo al plato de fondo.

Carnifex apareció sobre el escenario y se desahogó todo, la brutalidad se tomó una sala llena y en llamas, mientras Scott Lewis saludaba para atacar con “Dark Days”, de su disco 2014 “Die Without Hope”, en donde Fred Calderon no sólo entregaba potencia pura con sus dedos en el bajo, sino que también hacía un headbanging brutal, al que luego se uniría Cory Arford, guitarrista y encargado de segundas voces. Jordan Lockrey dirigía con sus riffs y solos asesinos, mientras Shawn Cameron azotaba su batería con una maestría única, mientras jugaba con sus baquetas como si nada. “Pray For Peace”, “In Coalesce With Filth And Faith” y “Necromanteum”, de su último disco, del mismo nombre, seguían llevando la música hacia el extremo.

El momento de “Hell Chose Me” llegó y el público se volvió loco, cantando, saltando y haciendo mosh, un grito ensordecedor se escuchó cuando Scott puso el micrófono para que lo acompañaran. Sonaron “Torn In Two” y “Heaven And Hell All At Once”, de su disco más reciente, para dar paso a “Lie To My Face”, muy esperada y muy coreada también. 

“Collaborating Like Killers”, “Die Without Hope” y “Dark Heart Ceremony” fueron pruebas de resistencia brutales, mientras Scott parecía romper su garganta en cada violenta intervención, instando al desorden con su constantes pedidos de “circle pit”. El público totalmente prendido coreaba el nombre de la banda en cada silencio entre temas, y volvía a azotarse en “Drown Me In Blood”, de una intensidad extrema aún para estos estándares. Para “Hatred And Slaughter” el vocalista pidió a todos saltar y anunció una última canción, la que fue disfrutada hasta la última gota de sudor, mientras la banda se entregaba por completo al son de “Slit Wrist Savior”.

No hubo encore ni show ensayado de salir y volver, porque realmente lo dieron todo, tanto banda como público, en una noche inolvidable que desató las pasiones más extremas en cientos de fanáticos de estas feroces melodías.

Fotos por Francisco Aguilar

 

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