Fotografía por Guille Salazar

Nota por Angelo Osses

El pasado viernes 31 de Mayo, el Teatro Caupolicán de Santiago se llenó hasta el último rincón para recibir a Interpol, una de las bandas más influyentes del post punk revival en las últimas dos décadas. Tanto la cancha como los asientos numerados de platea se encontraban llenos cuando Chini.png se presentaba, y Rock Legacy estuvo presente en esta preciosa velada, que se centraría en revisar tanto Turn on the Bright Lights como Antics, en un show exclusivo de esos dos álbumes.

La productora y los sonidos sonaron impecable a lo largo de toda la velada, que preanunciados una noche inolvidable para los asistentes, que con una marcada tendencia hacia un público masculino, rondaba entre los 25 y los 40 años.

La presentación comenzó puntual, con los cinco integrantes subiendo al escenario. Paul Banks luciendo una chaqueta de cuero café capturó todas las miradas, mientras que Daniel Kessler estuvo con su traje característico. Han pasado seis años desde la última vez que el grupo pisó este mismo escenario, y se hacía notar el sold-out del show, con un público que apenas cabía en las distintas locaciones dispuestas.

Las primeras cuerdas de Specialist resonaron en el teatro, provocando una explosión de entusiasmo entre los fans acérrimos, que comprendían que habría una muestra distinta a la del día anterior en el Teatro Municipal de Viña del Mar. El B-Side de TOTBL no tuvo un gran impacto en la emocionalidad del público, pero sí en aquellos fans que han seguido su carrera en mayor profundidad y escuchado más allá de los discos principales.

Pasado esto, Say Hello to the Angels abrió los fuegos, siendo recibida con mucha emoción y amor de parte del público, que con su movimiento como olas en el mar premeditaban un precioso show. Las letras de amor y las guitarras construían la atmósfera poco a poco en el primer verso, explotando en el pre-coro con un juego característico de las luces: frenético, rápido y parpadeante.

A lo largo de toda la presentación, la iluminación tenía un rol importante dentro de la propuesta, con un alto nivel de especifidad, cada canción tenía un set específico de movimientos, colores y direcciones, incluyendo incluso una (o tres) bolas disco, que rotando rápido o lento hacían asemejar a una constelación moviéndose.

Dio paso a Obstacle 1. Segunda de los grandes hits de TOTBL y la más reproducida en las plataformas de streaming del disco, se llevó todo el amor del público, quienes cantaron toda la letra de inicio a fin mientras la cancha se movía como un mar de personas, mientras las luces rojas más potentes, reminiscentes a la estética del álbum, cubrían a los músicos por detrás, generando  un aura de misticismo, y que llegado al coro mutaba en una experiencia rozando lo epiléptico con cambios brutales sincronizados con lo frenético de la batería.

NYC estuvo infundida en un aura de solemnidad, que desde el inicio fue iluminada por las linternas de los teléfonos de los asistentes, quienes coreaban con el dolor y amor impregnado en sus letras. Las luces aquí también destacaron, coincidiendo con los sets de luces amarillas a su máxima potencia con el coro, que nos dice “It’s up to me now, to turn on the bright lights”.

Roland no causó mucho impacto inicialmente, pero sí en los riffs característicos del coro, mientras que Hands Away fue de esas canciones más lentas, contempladas desde el público, un momento de transición para respirar.

Stella Was a Diver and She Was Always Down fue otra de las canciones que comenzaba en un rojo profundo y columnas de rojo generadas por el efecto del denso humo enfrentándose a la potente luz que venía de los focos superiores, y que llegado el coro generaba un aura de lo más lyncheana, mezclando el rojo con iluminaciones blancas y amarillas parpadeantes. El mar de manos cantando la íntima letra al unísono.

Leif Erikson fue el regalo que tuvo Santiago, y que los asistentes del show anterior en la quinta región no tuvieron. Habían varias voces que la pedían en distintos momentos de la jornada, al igual que en las redes sociales de la banda, y causaba grititos de emoción especialmente en aquellos que mirábamos la presentación de Viña del Mar. Temáticamente acertada, generó un momento sin duda bello.

PDA es otra de esas que se nota más queridas por el público, cantadas desde el pulmón reflejando aquellos momentos más agrios de las relaciones, y dándole cierre a esta primera sección.

Después de quince segundos en silencio y oscuridad, el público impaciente empezó a corear el típico oooooOOOOoooooO, queriendo más de su banda favorita. Después de lo que fue un minuto para ir a hidratarse, los cinco volvieron al escenario, acompañados de un “mucha ropa” de parte del público, que no fue correspondido por Paul, que se apegó a su chaqueta de cuero hasta el final.

El escenario se teñía de azul por primera vez en la noche, y el romance lento de Next Exit se escuchaba en atención, comenzando también a construir poco a poco la segunda mitad del show.

Esos versos disfrutables y coros rápidos característicos se hicieron presentes en Evil, estando ya en el punto más álgido del show, con este segmento de ocho canciones que incluye desde Stella hasta Slow Hands.

Narc se caracterizó por comenzar con un único foco solitario de luz blanca que sólo enfocaba la figura de Daniel, que daba paso a una de las más crudas y sórdidas de la noche, que con su punteo inicial generó aplausos rítmicos instantáneos, que a veces se presentaban en canciones, y aquí fue una conexión neuronal instantánea, cantando y coreando también a todo pulmón.

Take You on a Cruise y sus pesadas guitarras dieron paso a Slow Hands, que es otros de esos hits cantados de inicio a fin, con una ejecución impecable de parte de la banda mientras el público coreándola.

Not Even Jail y Public Pervert son canciones más introspectivas, que performadas con luces azules que, como durante todo el show, no iluminaban las caras de los artistas, se generó una atmósfera más calma, pudiendo descansar de todos los saltos en los momentos estelares de la presentación.

C’mere ya llegando al final, causando otra conmoción emocional, después de una hora 15 de presentación, Length of Love compartía esa contemplación por parte del público, siempre atento al escenario.

Si se habrán dado cuenta, hasta este punto ha existido poca interacción verbal de la banda con el público, contraste con su otra presentación en Viña del Mar, en la que conversó y se explayó más en lo que sería la velada.

Pero esto se rompería, con un Paul que empezó a afinar su guitarra, mientras explicaba que lo hacía (todo en español), al igual que agradecía un mundo entero a los asistentes en el público.  A Time to Be So Small con sus cuerdas lentas y delicadas notas de piano, entregaba una atmósfera más contemplativa e introspectiva para terminar así Antics, los músicos se despedían y el escenario quedó vacío.

Después de dos minutos de silencio en la oscuridad, los gritos de la audiencia fueron los más grandes de todo el show, cuando el quinteto se tomaba el escenario para tocar una última canción. A pesar de las peticiones de escuchar The New, la escogida fue la solemne Untitled, que le dio el toque final a la preciosa velada.

La distorsión principal tenía arreglos que la hicieron sonar más bella y solemne que en su versión de estudio, generando efectos en los pedales por última vez, cerrando así la noche con broche de oro, con una producción y ejecución prolija, dejando contentos y felices a los fans de esta querida banda que una vez más lo entregó todo, en una presentación potente y memorable.

Produce Lotus

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Por Jorge Bolton Lagos

Bioquímico, músico y fanático de la música.

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