Circus Maximus regresó a Chile ante la expectativa de la comunidad que gusta del metal progresivo en nuestro país, quienes han tenido un año soñado en cuanto a shows.
Delta abrió los fuegos de la jornada con la calidad que los caracteriza. Luego de sortear un problema con el micrófono, que quedó en un mero detalle, la banda tocó “Gemini” desplegando desde el primer segundo todo su poder, amparado en la destreza de Paula Loza, la tremenda vocalista del grupo, Marcos Sánchez en bajo, Víctor Quezada en guitarra, el maestro Nicolás Quinteros en teclados y Guillermo Pereira, un reemplazo de lujo del baterista Andrés Rojas.
El segundo tema fue “My Addictions” del excelente “Fearless”, al que le siguió “Oceans”, más calmo, pero intenso siempre. Luego de “At Last” agradecen e invitan al lanzamiento de su nuevo disco, que se libera en unos días más. Mencionan que esperan haber calentado los motores de buena manera para la jornada, y la respuesta es un absoluto y contundente sí, confirmado por la calurosa respuesta del público. Terminan con “The Tower” en toda su potencia y majestuosidad gracias al emotivo final. Presentación redonda.
Ante un recinto lleno y caliente a más no poder, Circus Maximus hace su aparición con una introducción instrumental que espera el ingreso del vocalista Michael Eriksen, momento en que todo explota. “Forging” y “Architect Of Fortune” desatan un verdadero delirio, y el evento se transforma en una fiesta con el público cantando, saltando y gritando como si fuera la última vez que pudiesen hacerlo. “Sin” suena emocionante, con un coro total y se suceden “Havoc”, “Darkened” y la pesada “Abyss”. “The One” es otro tema emocionante, y vemos el despliegue de Michael como el tremendo cantante que es, además de gran frontman, interactuando y animando al público en todo momento. Además, se preocupa de grabar con su celular todo momento, diciendo que lo hace para que todo el mundo vea lo locos que están aquí, logrando una respuesta claramente efusiva.
La guitarra de Mats Haugen no falla nunca y llena de emocionantes melodías el recinto, mientras el tecladista Lasse Finbråten ambienta a la perfección y el bajista Glen Cato Møllen despliega una base titánica. Punto aparte para el baterista Truls Haugen, una máquina soberbia, que además canta, tomando el protagonismo en ciertos pasajes.
Si con “I Am” lograron volver a emocionar, la sección final dejó a todo el público en un nivel de éxtasis tremendo, firmando un final apoteósico con “Ultimate Sacrifice”. La energía descargada tuvo la potencia de una droga letal al borde del colapso.
Otra noche mágica firmada para los amantes del progresivo, en un evento que selló la comunión con Circus Maximus como si de algo religioso se tratase. Difícil de olvidar y difícil de igualar, por la gran interpretación y la enorme respuesta que generó un ambiente soberbio. El gusto que quedó no se irá en un buen tiempo.
Fotos por Francisco Aguilar