Ayer vivimos una jornada de esas en las que la belleza de la música y la trayectoria se fusionan con la magia y el talento de una de las bandas más importante a nivel global en lo que respecta a symphonic metal.
Y es que los suecos de Therion saben que, debido a su carrera y espectáculos en vivo de lujo, se han ganado el espacio y el reconocimiento de la comunidad metalera en general. Ayer domingo miles de fanáticos se vestían de gala con lo mejor de sus outfits góticos para recibir nuevamente la llegada de una agrupación con múltiples integrantes que convocaron a la masa a vivir de oscuras historias, literatura, mitos, leyendas y magia universal y transversal.
El Teatro Cariola fue el escenario elegido para el regreso de los europeos que siguen encantando con cada disco que sacan, presentando una selección de lo mejor de esta trilogía en el “Leviathan III Tour“, que además contaba con la presencia de una de las voces más importantes en la historia de la agrupación: Lori Lewis.
A eso de las 19:45 ya estábamos instalados en uno de los costados de cancha esperando la apertura a cargo de la banda nacional de doom metal progresivo, Lapsus Dei. Con más de 26 años de historia y 4 álbumes bajo el brazo, los nacionales han demostrado paso tras paso su consolidación como un exponente del doom chileno de exportación. Han sido también acto de apertura de otras bandas importantes como Ensiferum y SOEN, y como ya es una constante en sus presentaciones, cautivaron a los presentes con su explosión de oscuridad y melódicas alucinantes. Algunos de los temas elegidos en esta oportunidad fueron: “Falling Apart”, “Colossal”, “Arrival”, “Náufragos”, “The Last Trip” y “The Call of Sirens”, todos de su último lanzamiento de 2020 “Sea of Deep Reflections”.
El cuarteto compuesto por Diego Inzunza en reemplazo de José Bastias (bajo) en esta fecha, Luis Pinto (batería), Rodrigo Poblete (guitarra) y su nuevo vocalista y guitarrista, Martin Morales, nos ofrecieron unos casi 35 minutos llenos de lo mejor de su repertorio, sintiendo la ovación del público que iba llenando el recinto de San Diego.
Terminada la apertura, llegó el turno del plato principal de la noche que, a eso de las 21 horas y en medio de la euforia de los presentes, se congregaba en el escenario del Cariola recibiendo la energía de un público que les tiene mucho cariño y respeto.
Los suecos de Therion hacían su aparición en escena a lo grande con “Seven Secrets of the Sphinx” seguida sin pausa por un clásico “The Crowning of Atlantis” que encendió los ánimos del público presente.
Luego de la bienvenida al show, y mientras Lori Lewis, soprano histórica de la banda, se envolvía en una bandera chilena, nos regalaron “Ruler of Tamag”, de su último disco “Leviathan III”, con el que venían de gira y del cual se desprenden “Ninkigal”, con unos guturales excepcionales de Rosalía Sairem y el bajista Chris David, y el viaje del trance mismo en “Ayahuasca”, donde incluso simularon beber de un cuenco tal como en un ritual.
Ya que el tour significaba mostrar la saga de Leviathan, pudimos presenciar varios temas de esta última etapa del grupo. Por ejemplo, una sentimental “Tuonela”, que en estudio está a cargo de Marko Hietala –ex Nightwish– en las voces masculinas, y que en vivo se complementa muy bien el dúo Rosalía–Thomas, dándonos una magistral presentación. De ese mismo disco aparecen “Eye of Algol”, y el cambio de vestuario de la española que evoca una actitud poderosa y salvaje mientras cantaba su solo con absoluta destreza y carisma. Así mismo, escuchamos en vivo una curiosa “El Primer Sol” y su pegadizo coro en español que sin duda estrechó aun más el vinculo fanático-artista.
Del “Leviathan II” escuchamos “Litany of The Fallen”, dando término a la exposición de lo más reciente de la banda.
Hubieron clásicos de esos infaltables como “Ginnungagap” del “Secret of The Runes” de 2001, donde se escucharon los “olé olé” a Therion y los gritos de los fanáticos que se multiplicaron por miles al escuchar los primeros acordes de “Clavicula Nox”, viaje hacia uno de los discos emblema de los suecos y también trabajo fundamental dentro de la historia del metal sinfónico, como lo es “Vovin”.
Siempre nos sorprende y emociona la interpretación de cada uno de los integrantes de la banda que disfrutaban en cada canción, transmitiendo esa misma energía a los miles de fanáticos en el teatro. Thomas Vikström sin duda demostró la calidad vocal que tiene, evocando a maestros del heavy metal como Rob Halford y King Diamond en su registro. Así es como lo vimos en la cátedra que nos dió en “Uthark Runa”.
Rosalía Sairem se robó la noche y el corazón de muchos ya que, siendo segunda vez que la vemos acá, subió de nivel interpretativo y presenciamos una versatilidad en voz como nunca antes la vimos al incluir sus voces guturales en temas como “Typhon” o “Ninkigal“.
Las cuerdas de Johnsson, Vidal y David también fueron magistrales en esta jornada. Cada canción que iba pasando estaba acompañada de alguna coreografía o de reunión al centro del escenario, como en el caso de temas antiguos y que envejecen bien como “Black Sun” o “Nightside of Eden”, esta última precedida por un solo de batería.
La fiesta siguió con “Wine of Aluqah”, que incluso fue acompañada de un pequeño mosh hacia el final con cambios de guitarra en “Quetzalcoatl”, para dar paso a una seguidilla de clásicos y aprovechar de jugar con el público. Christian Vidal fue el encargado de esta parte y animó a los presentes a gritar a todo pulmón en una pequeña competencia para ver cuál país donde van grita más fuerte.
Los elegidos para comenzar a cerrar la maratónica jornada de más de 2 horas fueron “Sitra Ahra” y “To Mega Therion”, donde el líder Christofer Johnsson intervenía por primera vez. Con un pequeño discurso de agradecimiento se daba término a un largo pero emocionante concierto de Therion, y los clásicos “The Rise of Sodom and Gomorrah” y “Son of the Staves of Time” terminaron por cerrar con broche de diamante una maravillosa velada, hermosas sinfonías y deslumbrante talento.
Con certeza absoluta tuvimos una excelente dosis de metal sinfónico en el que la belleza y misticismo de la música y las letras se mezclaron con el fervor de una fanaticada fiel por la singularidad y epicidad de un género tan hermoso como este. Agradecidos siempre de presenciar shows como los de “la bestia”, que más que rudeza, demostró una poderosa y majestuosa sinfonía de sonidos y voces que nos transportaron a un universo paralelo donde las historias respiran y se mueven entre nosotros.