Una nueva jornada de brutalidad se vivió en el Teatro Cariola, y es que Napalm Death regresó a Chile con la misma gran expectativa que genera cada una de sus visitas.
La apertura a cargo de Eskröta fue potente, con los brasileños entregándose por completo, mostrando temas de discos como “Atenciosamente, Eskröta” o “Cenas Brutais”. Lamentablemente, aún el público era muy escaso, riesgo que se corre siempre que se abre un show tan temprano. De todos modos, se llevaron el cariño y admiración de los presentes, palpable luego, cuando los músicos bajaron a ver las siguientes presentaciones y los saludaban con admiración.
Los siguientes en aparecer serían los chilenos Demoniac, con el antecedente de grandes actuaciones y críticas, lo que les valió tocar en el Hellsinki Metal Festival este año. El azote es inmediato, con blast beats y golpes que se mueven entre el death, el black y el thrash, rematando con secciones de mucho groove que enganchan de inmediato. En “Granada”, de su más reciente disco llamado “Nube Negra”, el vocalista Mortiz toca el clarinete en un tema hipnotizante que se vuelve un mazazo. “Equilibrio Fatal” es la última, tema que varios corearon, finalizando con todo.
Gangrena presentó un show duro, con inflexiones y tiempos que varían desde lo rápido a lo medio, enriqueciendo mucho su propuesta, especial para el headbanging. El público ya estaba llenando el Teatro, y disfrutaron muy conectados la presentación de los chillanejos. “Vomitando Insectos” inicia la sección final, y el tema de su primer disco es de impacto inmediato. El final con “Arrastro el Cadáver” aplasta y pone a todos a cabecear en una canción abrumadora y precisa de sólo 1 minuto y medio. Gran presentación.
Lucifer subió al escenario ante un teatro prácticamente lleno, con una expectativa enorme y una fanaticada que los ovacionó desde que entraron. Con una propuesta más ligada al hard rock, cualquiera hubiese pensado que estaban fuera de foco, pero sus riffs atraparon a un teatro completamente atento y con un gran porcentaje encantado al 100%.
Visualmente magnéticos, liderados por Johanna Sadonis en voces y el conocido Nicke Anderson en batería, se echaron el público al bolsillo desde principio a fin. “Crucifix (I Burn For You)” y su ritmo sensualmente siniestro dio inicio a una presentación sin puntos bajos, que pareció embrujar hasta a los más duros con temas como “Midnight Phantom”, la bluesera “Slow Dance In A Crypt” o “Bring Me His Head”. El final con “California Son” y “Reaper on Your Heels” no hizo más que confirmar que habíamos presenciado un espectáculo de gran nivel y muy esperado por un público absolutamente encantado.
Así, con una previa potente, pero de ritmos más lentos, llega la hora de subirse al huracán de nuestros queridos y siempre bienvenidos Napalm Death, quienes no dan concesiones de ningún tipo y salen a matar con “From Enslavement To Obliteration”, del disco del mismo nombre editado en 1988. La intro del tema es, seguramente, lo más lento que escucharíamos en todo el show, siguiendo con esa veloz ferocidad que les valió ser considerados los padres del grindcore. “Taste the Poison” nos lleva a los 2000 y la cancha es una locura, con mosh, saltos, y una complicidad única en forma de catarsis.
Hay espacio para lo más nuevo, con temas como la pesada y arrastrada “Resentment Always Simmers” de su disco 2022 “Resentment is Always Seismic- a final throw of Throes” y “The Curse of Being in Thrall” del disco de 2020 “Throes Of Joy In The Jaws Of Defeatism”. La banda se nota disfrutando el show, con un Barney Greenway en desenfreno como es usual, mirando al público y entregando sus gritos infernales. Shane Embury cabecea cada nota mientras libera los graves de su bajo, con Mitch Harris haciendo lo propio en una guitarra que nunca hace extrañar un apoyo como en muchas otras bandas. Danny Herrera, a su vez, comanda la brutalidad desde una batería acelerada que es precisa y descollante.
Clásicos como “Scum”, del disco debut del mismo nombre, emocionan a la audiencia, que también ovaciona a “You Suffer”, la canción más corta de la historia, que es capaz de hacer gritar a todos con su segundo de duración. Increíble. Hacia la parte final, luego de “Dead”, Barney pronuncia algunas palabras en español, como ha intentado durante otras partes del show, y anuncia una canción “antifascista”. El teatro parece venirse abajo, porque sabemos que sonará el cover de Dead Kennedys “Nazi Punk Fuck Off”, que se vive con el alma en la cancha y en cada rincón del recinto. Se anuncian los últimos temas, con “Instinct Of Survival” desplegando mucha fuerza y desatando el mosh una vez más, dejando todo servido para finalizar la hecatombe sonora con “Contemptuous”, volviendo en el tiempo hacia 1992 y hacia los recuerdos que reviven en una noche feroz.
Nada que reprochar a las bandas, quizás sí sea mejor comenzar un poco más tarde, aunque aparezcan menos agrupaciones, pero con un mejor marco de público. Lo demás, una noche que se vivió a concho desde todos los protagonistas y que ya ansiamos repetir, una vez más.