Probablemente, hay pocos artistas argentinos con una conexión tan cercana y de larga data con Chile como aquella que Pedro Aznar ha forjado por años. Por esta razón es que no sorprende que el músico trasandino haya decidido pasar por 7 ciudades del país para celebrar sus 50 años de carrera musical, con los clásicos de su repertorio solista y los que surgieron como integrante de variadas agrupaciones y colaboraciones históricas.
Cerca de las 20.10, en un Teatro Caupolicán repleto, se asoma por un costado del escenario la cantante chilena Elizabeth Morris junto a dos músicos, un flautista y un percusionista. Morris, quien ya ha colaborado previamente con Aznar, presentó un escueto y aplaudido set de 2 canciones, “Darte luz” y “Esperanza y yo”, que dejaron a un público con ganas de escucharla y pidiendo por más, aunque esto se detendría a los segundos de su salida del escenario.
De manera muy directa y sencilla, Pedro Aznar apareció con guitarra en mano y saludando al público para, luego, sentarse a tocar una de las canciones que dan inicio a su carrera, “El grito de dolor de la muerte es el silencio” de Madre Atómica, la primera banda que tuvo a sus 15 años. Esta sería la tónico que daría relato durante la presentación; un viaje cronológico a través de sus canciones, llendo de preyecto en proyecto, de álbum en álbum.
“Paranoia y soledad” de Serú Girán y “Septiembre” de Iván Lihn nos permitió avanzar en el tiempo hasta su primer gran hit compartido con Charly García en su álbum Tango, “Hablando a tu corazón”. No hay duda de que el ritmo de los sintetizadores contagió a cada alma presente en el teatro, transformando este momento en el primer coro cantado al unísono por todo el público presente.
Y como si de un homenaje se tratara, “Los dinosaurios”, clásico de Charly, fue interpretada en una versión distinta, que según relató el artista, fue rechazada en su momento y alabada hoy en día por el icónico rockstar trasandino.
Al abordar los 90’s, quizás el momento más reconocido de su carrera, el recinto se transformó en un karaoke canción tras otra: “Mientes”, “A cada hombre, a cada mujer”, “Ya no hay forma de pedir perdón”, “Como la cigarra”, y “A primera vista” desfilaron para rápidamente dejar conforme a una audiencia que aún tenia medio show por delante.
Los sonidos latinoamericanos ya se instalaron durante la presentación del ex Serú Girán con “Dicen que dicen”, donde se mostró bailando e interactuando con el público por todo el escenario. Y del baile pasamos a la melancolía en dos clásicos del reportorio chileno: “Deja la vida volar” de Víctor Jara y “Que he sacado con quererte” de Violeta Parra. Este momento, que pudo ser o no inesperado, destacó por significar un desvío en el setlist que ya venía tocando desde el inicio de la gira de sus 50 años, recibiendo el público ambas canciones con mucha emoción y aplausos.
Una anécdota acerca del temor que tuvo Pedro antes de salir al escenario en aquel mítico concierto homenaje a Luis Alberto Spinetta el 2012, debido a que tenía sus dedos congelados por el frío, dio paso al himno del músico-poeta trasandino, “Seguir viviendo sin tu amor”.
Luego de presentar pinceladas de sus últimos álbumes y adelantarnos lo que podría ser parte de su próximo lanzamiento, Pedro Aznar vuelve por última vez al escenario para intepretar totalmente a capella una de sus emblemáticas, “Quebrado”. Definitivamente un broche de oro para un show que se notaba estudiado, pero que aún así no dejó de sorprender.
No hay duda de que la química que el reconocido bajista es capaz de generar con su fanaticada en Chile nos permite seguir deletándonos con su visita cada año, y es que son pocos los que tienen la capacidad no aburrir y llenar cada espacio que abre con personas que saben que esa será otra gran noche para atesorar.
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