Crisálida es una institución del rock y el metal en Chile. Una banda que se ha ganado un sitial en base a una propuesta potente y a un trabajo incesante de creación, puesta en escena, e incluso de giras internacionales. Con un nuevo disco recién editado, el excelente “Niños Dioses”, Crisálida mantiene y supera un nivel que ellos mismos habían dejado elevado, y que los hace destacar y ser la punta de lanza de un movimiento que tiene pocos referentes de grandes dimensiones.

A poco de haberse editado este nuevo trabajo, conversamos con Damián Agurto y Augusto Maldonado Sudy, los guitarristas de esta inédita alineación de la banda, quienes se muestran felices y orgullosos por este nuevo hijo que está viendo la luz.

Rock Legacy: ¿Niños Dioses” es un disco conceptual? ¿Cuál es la historia que lo inspira?

Augusto: Es un disco conceptual. La temática es sobre la historia de los niños que eran ofrendados por su pueblo a los dioses, niños del imperio inca, y particularmente de lo que se llamaba la capacocha, ceremonia donde los niños se dormían en los altos volcanes para proteger a su pueblo. En ese sentido, el disco habla más bien de la visión que podían tener los distintos intervinientes en esa historia: los niños, sus madres, está la historia del niño del plomo, o de la niña que fue encontrada en Llullaillaco. Fue un trabajo colectivo pero quien puede hablar con más propiedad de eso es Cinthia (Santibañez, vocalista y letrista). Es una interpretación con mucho respeto, sin una intención de decir “esto fue así”, es sólo una interpretación.

RL: ¿Y cómo fue el proceso de composición? Pasó bastante tiempo entre un disco y otro.

Damián: Si, pasaron nueve años. Creo que el proceso se puede dividir en tres etapas. Primero, antes de irnos de gira a promocionar el “Terra Ancestral” el 2016, ya estábamos componiendo algunos de estos temas. “El Niño”, que abre el disco, es de esa época, el demo es de junio de 2016. Ahí éramos Cinthia, Braulio, yo y Rodrigo en batería. El 2017 grabamos lo que llamamos un maquetazo, donde grabamos todo en formato demo y había nueve temas, un disco listo y más o menos cerrado. Ahí Rodrigo dejó la banda, yo tuve un problema personal y tuvimos un hiato de unos seis meses hasta que retomamos con Felipe Cortés en batería. Ahí empieza la segunda parte, se retoman temas antiguos, se mejoran y se insertan otros temas, dejando algunos afuera que quedaron volando. Ese proceso duró unos 2 años y medio, hasta la pandemia. Después salí yo de la banda, entró Sudy y empezó el tercer proceso, que concluyó cuando volví yo y se fue Felipe Cortés. Ahí habían como 3 temas más de esta nueva etapa, y en verdad ahí la pega era hacer que todo esto sonara como que viniera del mismo lugar y que no parezca que eran tres EP’s o un disco compilatorio y creo que funcionó, incluso leí un review donde quien escribió pensaba que el tema más nuevo era el más antiguo. Se logró una cohesión.

RL: ¿Cómo sienten el resultado final?

A: Yo quedé muy contento, creo que los temas quedaron con una duración precisa, son temas al callo, algunos incluso tienen una estructura más oreja, pero igual con algunas complejidades en las texturas. El sonido quedó muy bueno y eso tiene que ver con la producción de Daniel Cardoso y con la grabación de las baterías. Creo que hubo un upgrade y creo que el disco es fácil de escuchar y me parece algo positivo.

D: En esta época se valoran los discos de más fácil escucha. Recuerdo de un amigo fanático de Slayer, que escuchaba el “Reign in Blood”, ponía el cassette, duraba media hora y listo y dabai vuelta el casette y lo escuchabai de nuevo. Hoy, el disco de Vola es corto, 40 minutos, el de Linkin Park dura 31 minutos. El de Opeth dura 50 minutos, que para ellos no es tanto. El de Frost dura 1 hora 25 y me cuesta llegar al final la verdad.

RL: Acerca de Daniel Cardoso ¿Cuál creen que fue su principal aporte?

D: Yo creo que hay un arrastre con la producción de Daniel desde el Terra. Cuando uno trabaja con una persona así, se da una especie de upgrade en todo, como tocas, como se graba, el tono del instrumento. En “Terra Ancestral” me pasó que él era muy exigente con la rítmica, la afinación, y luego de estar 2 semanas con él, nunca se me quitó eso, era más jote con todo eso después. Cuando uno toca guitarra, al grabar en general al tener trastes no vas a desafinar, pero si aprietas muy fuerte, que pasa cuando estás muy nervioso generalmente, se desafina, muy poco, pero él notaba todas esas cosas. Sobre la rítmica nos decía “yo puedo llegar a editar después y arreglarlo, pero por qué no la grabai bien al tiro mejor y queda parejo” y eso se arrastra y quieres tener un alto nivel en todo, y en el siguiente disco no quieres decaer. Así que aparte de todo, de que toca batería increíble, está esa especie de coaching que no se te olvida más, y acá en Chile los discos suenan bien, Aisles, All Tomorrows, los Kuervos del Sur, ya no pasa que escuchas los discos y suenan mal, como antes. El arte, las fotos, los instrumentos… Me acuerdo que Alejandro Silva decía que en una época acá en Chile era imposible tener un buen equipamiento. Ahora eso no pasa y tienes que estar al nivel. Al final, yo seguiría trabajando con Daniel siempre.

A: Daniel tiene muy buen gusto igual, es un talento especial y eso nos ayudó mucho en preproducción. Cuando maqueteamos las canciones, hubo un pimponeo y nos fue señalando qué podíamos hacer en las distintas secciones, por eso el disco quedó tan breve y al callo.

RL: Ahora, con esta alineación inédita, ¿Cómo trabajaron y grabaron las guitarras? ¿Doblaron secciones, se dividían el trabajo?

D: Igual no es tan inédito, el Terra tenía dos guitarras, aunque ahí hice las dos yo, pero fue diseñado para tocarlo con dos guitarras. Después hubo que adaptarlo para ser tocado con una guitarra.

A: Cuando yo llegué a la banda, saqué las guitarras que tocaba Damián. Pero cuando volvió Damián, que me pareció una excelente idea, porque ya nos llevábamos muy bien, hubo una adaptación, no queríamos tocar lo mismo, así que hicimos unos arreglos de acordes, de riffs, a veces octavas, uno hace el solo, al final la pega está bien repartida. Y ahora Damián se hizo de una guitarra de 6 cuerdas barítona, entonces podríamos decir que perdió una cuerda, pero eso nos obliga con mayor frecuencia a tocar cosas distintas. En la mayoría de los temas hay menos secuencias que en los otros discos y es porque las guitarras se complementan y llenan los espacios, y en vivo funciona súper bien.

D: En Leprous, por ejemplo, uno toca con guitarra de ocho cuerdas, super pesada, y el otro toca con una Strato, y son súper distintas. Al final hay distintos sonidos y también hay menos espacio para esas secuencias. Además, en temas antiguos hicimos arreglos para tocar con dos guitarras las mismas notas, uno toca unas notas del acorde y el otro otras, que hacerlo en una sola era súper difícil, ahora podemos cabecear y movernos y es mejor para el show en vivo.

RL: ¿Nunca fue tema volver a meter a un tecladista?

D: Cuando yo llegué a la banda el 2013, recién se había implementado poner secuencias. En ese tiempo no era simple, porque fallaba mucho, los hardware eran caros, y así y todo se pegaban. A veces los tecladistas ocupaban Mac para sus VST y se caían igual. En un momento probamos un par de tecladistas, pero no pasó nada, no nos convenció. Al final seguimos con secuencias, nos acostumbramos al click. En el “Terra Ancestral”, en las fotos está Felipe Troncoso que grabó los teclados, pero él ya estaba en Estados Unidos así que nunca se pensó que tocara en vivo. En mi disco solista trabajó Maui, él mismo de este disco, pero era sólo para el disco, no para los shows en vivo. Hoy hay muchas bandas con secuencias y backing vocals grabadas, puede ser por plata o por simplificarlo, pero se puede hacer bien.

RL: En cuanto a la historia de “Niños Dioses” ¿leen sobre eso, se empapan de estos relatos o se dejan llevar?

D: Yo trato de interiorizarme, busco, pero bien superficial al lado de lo que hace la Cinthia.

A: En mi caso es lo mismo, leemos cosas para conocer el contexto, pero la Cinthia es la que estudia en profundidad. Igual creo que estas historias, contadas bajo el contexto de distintas personas y particularmente la capacocha, nos generan ciertas emociones y eso nos hace crear la música. En el disco no hay guiños musicales a los incas, más que alguna zampoña por ahí, pero nada más. Es nuestra interpretación a partir de las historias que crea la Cinthia.

RL: ¿Qué influencias les están pegando fuerte ahora?

D: Estoy escuchando en loop el disco de Vola, el de Linkin Park, el de Opeth. El fan del progresivo, como nosotros, escucha el disco completo, lo que es una rareza hoy en día.

A: Yo escucho lo mismo que Damián, he estado pegado igual con el disco de Frost, también escucho música de otros estilos, pero en el rock progresivo también escucho álbumes completos.

D: A mi me encanta la Dua Lipa, pero escucho los discos completos igual, ya tengo esa costumbre y me es raro escuchar los temas sueltos.

RL: Crisálida hoy ¿tiene planes para ir afuera?

D: Yo diría que hay ganas, pero no planes. Esos viajes son caros y hay que planificarlos muy bien. Hay malas experiencias con los booking, no hay backline a veces. Nuestras experiencias han sido positivas, pero hay casos así. Y el costo financiero es gigante, aunque consigas financiamiento para algunas cosas, siempre hay gastos que hay que planificar.

“Niños Dioses” es un nuevo paso adelante para Crisálida y para el metal chileno, que recibe con los brazos abiertos esta nueva creación, una muestra de calidad y de carácter para una banda que nos acostumbró a material de primera.

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