Una jornada abrumadora, mágica y enriquecedora a nivel musical y cultural es lo que pudimos vivir este pasado sábado 3 de junio. Esto debido a que el dúo siberiano Nytt Land se presentaba por primera en Chile, saldando la deuda con su público que no pudo verlos el año pasado en el concierto junto a Alestorm en Club Chocolate (ya que se bajaron debido a los conflictos entre Rusia-Ucrania). Pero como prometieron, cumplieron.
Todo este acontecimiento lo pudimos presenciar en el recinto ñuñoíno Rock Bar Xperience (RBX). La aventura experimentada tanto en el show de apertura como con los mismos protagonistas de este concierto, quedará en la retina por mucho tiempo.
La agrupación de pagan black metal Wangelen fue la encargada de tomarnos de la mano en el comienzo de un viaje ancestral hacia el Valhalla mismo, por supuesto antes pasando por Wallmapu y todo su misticismo y sonidos de instrumentos característicos como el cultrún, la trutruca y el trompe.
Ya instalados en el recinto a eso de las 19:00 horas puntuales, partió este ritual junto a los temuquenses de Wangelen, que significa “estrella” en mapudungun. Según palabras del fundador de la banda el nombre está relacionado con la flor del árbol Foye (Canelo), que es mágico y cuya flor blanca tiene ocho pétalos también.
La agrupación de pagan black metal nacida en 2005 y compuesta por Sebastián “Pillanche” Rivas dejó la vara altísima en cuanto a performance y calidad musical. Todo lo que demostraron en el escenario de forma acústica, íntima y sutil -sin ocupar los elementos más estridentes del metal– dejó un impacto en cada uno de los presentes y se notó. En más de 30 minutos, el trío nos transportó a lo más recóndito de los bosques de araucarias del sur de nuestro país, hablándonos de los dioses, de muerte, vida, guerra, naturaleza y nuestras propias raíces.
Como mencionábamos al principio, el espectáculo fue enriquecedor y sublime culturalmente de principio a fin. A pesar de los problemas técnicos del bajo eléctrico, pudieron sacar adelante su presentación. Dentro del repertorio a mostrar, destacamos canciones como “Se transformaba en algo” inspirado en Violeta Parra, el clásico de la banda “300 años de guerra” de su álbum “La Risa Pagana” de 2018, “Grito a los Andes” (Demonio del Mediodía, 2015), y para finalizar su tremenda presentación, un cover de la banda noruega de folk Wardruna, “Helvengen”, el cual fue coreado por todo el recinto. Con éste último tema terminaban su espectáculo en medio de aplausos de todo el público presente en el venue.
Y como sumergiéndonos en un ritual chamánico en una lejana Siberia cubierta de nieve y magia, a eso de las 20 horas debutaba en nuestro país el dúo ruso Nytt Land y todo su nordic dark folk al hueso y sin tregua. Nos sentimos siendo espectadores de como “Shaman” y “Baba Yaga” (así es como se denominan Anatoly Pakhalenko y su esposa Natalya) llegaban desde las tierras del norte de Rusia y volcaban en nosotros todo su poder arrollador, lleno de folklore nórdico que nos dejaba sin aliento.
Natalya y Anatoly partieron en medio del humo con “Darraðarljóð (The Song of the Valkyries)” de su álbum Oðal de 2018, una canción que evoca el arte de la guerra de las valkirias y su papel en las historias de la Edda germánica. En el caso de ella con una túnica de color blanco y un maquillaje perfectamente elaborado, representando a una chamana junto a un tambor y, por otra parte, Anatoly del mismo color sentado junto a un pandero de pie, un tambor y la importantísima Tagelharpa, instrumento fundamental en la cultura y música nórdica. La atmósfera mística como una poderosa avalancha de voces, realmente tenía en trance a los presentes, que al terminar la canción y luego de un silencio muy breve, explotaron en aplausos para el dúo.
Con “Ritual” de su disco del mismo nombre de 2021, pudimos deleitarnos con la experticia del canto khoomei y tuvano de Natalya y logramos viajar y tomar asiento en primera fila para presenciar el mismísimo ritual que nos ofrecían los rusos en algún bosque siberiano.
Del mismo disco pudimos sentir el calor del fuego en “The Fires of Ragnarök“, siguiendo la misma línea de la canción anterior. Aquí nos detenemos solamente para mencionar que es un verdadero deleite a los oídos el sonido del tambor en esta performance, como si los músicos -y uno mismo- bailaran a la luz de las llamas mientras la ceniza y el crepitar del fuego los alcanzan.
El viaje siguió en “U-Gra” evocando movimientos oscuros y ondulantes, altos y bajos en melodías progresivas y voces pegadizas, todo por supuesto en nórdico antiguo. La batalla se hizo sentir en “Ragnarök” (Oðal, 2018), donde el aullido de los lobos, el canto de garganta tuvano y la Tagelharpa chocaron como fuerzas sobrenaturales, y detrás de la voz distorsionada de Anatoly como complemento perfecto, que tiene matices desafiantes. Los susurros de la cantante rusa en “Snow” junto a la luz naranja de fondo, eran el detonante para sentirnos en alguna planicie nevada, pero transmitiéndonos una extraña esperanza con los sonidos de apoyo.
La resonancia familiar de “Svartravn” plasma la vida de los pueblos germánicos, su día a día, su vida familiar, sus guerras, su conexión con los dioses, dejando huella en la blanca nieve del norte del planeta. Posteriormente en “Fenris Kinder” (Fimbulvinter, 2017) el público aún seguía atento a cada melodía y movimientos de la pareja sobre el escenario.
El Rock Bar Xperience era el centro de una invocación a Odín cuando empezó “Völuspá (Áðr Burs synir)“, ya que ésta canción viene directamente de las historias nórdicas de la Edda Mayor que están contadas en el disco “Sköpun: Songs from Elder Edda” de 2016, la cual nos narra la creación del mundo, pero también su inminente final. Aquí, Anatoly nos deslumbra con su voz en distorsiones parecidas a un lamento pero que también enriquece el alma.
El ánimo no decayó en ningún momento, incluso en ese estado de hipnosis en “Huginn og Muninn” podíamos rozarles los dedos a las esquivas deidades, cerrando los ojos para concéntranos en los sonidos, el retumbar de los tambores y la cadencia de los cantos.
Experimentábamos en “Blood of the North” la importancia del linaje y el destino, además de sentir los instrumentos sin voces de por medio. Una travesía tremenda hacia la cultura norteña de la pareja siberiana.
Llegados a este punto la única intervención hablada de Natalya se produce aquí, en pocas palabras agradece a los presentes por el apoyo y por estar presentes sintiendo la ovación de sus fanáticos con una tremenda sonrisa, dejando de lado su puesta en escena por unos segundos.
Por último, escuchamos “Ak Hovu” y con este tema Nytt Land cerraba una jornada memorable en Chile junto a sus seguidores que los estaban esperando y con los cuales quedan a mano. La deuda se salda con creces. El público no dejaba de aplaudirlos mientras ellos dejaban a un lado sus instrumentos, con la sonrisa del trabajo bien hecho. La salida fue rápida y los presentes esperaron unos minutos para ver si volvían con algún tema, pero eso no ocurrió, aunque luego pudieron firmar autógrafos y tomarse fotos con sus fans que no daban más de felicidad.
Cada asistente salió del recinto con una mirada distinta, un viaje desde lo antiguo hacia la era moderna que impregna el alma y una conexión sólida con la naturaleza, con los mismísimos dioses y guerreros. Como los espíritus bailando detrás de la luna, como las luces brillantes parpadeando a través de los profundos bosques. El aliento de los espíritus susurrando a través de las hojas cuentos tan antiguos como las colinas olvidadas hace mucho tiempo.
Eso es lo que nos deja Nytt Land en las más de 1:30 horas de show en nuestro país. A su manera humilde, amable, literalmente con los pies puestos en la tierra. Sin duda una tremenda experiencia para nosotros con el folklore de su natal país y sus antepasados. Esperamos volver a verlos por este lado del mundo con nuevas historias y música para reconectar con las raíces, algo que tanta falta nos hace.