En tiempos en que todo lanzamiento es “épico” y cada artista parece ser “icónico” en la era de la inmediatez, se agradece un disco que invita a detenerse, a ponderar y a saborear con calma. Private Music, lo nuevo de Deftones, merece esa pausa: es un álbum que pide digerirse y macerar, más que consumirse al instante. A una semana de su lanzamiento, analizamos el décimo trabajo de estudio de los californianos, el primero en un lustro y el primero en el que participa el bajista Fred Sablan, quien por ahora solo es músico invitado de las giras.
Desde el título se sugiere una atmósfera de intimidad y cercanía. De hecho, en RockLegacy.cl fuimos de los pocos afortunados que pudimos disfrutar del disco un día antes de su estreno, en una listening party realizada en el bar El Honesto Mike, gracias a la invitación de Warner Music Chile. Allí, cada pista del álbum se sintió como un periplo entre ambientes sombríos y ráfagas rítmicas, compartido con amistades y con gente que se reunía en torno al sonido de Deftones, tal como ocurría a finales de los 1990s y principios de los 2000s. En ese espacio, se reflejaba la misma diversidad que private music logra reunir: desde quienes grababan cassettes de la radio o compraban CDs en la Feria del Disco, hasta quienes descubrieron “Change” o “Minerva” por MTV y hoy llegan a la banda a través de reels de TikTok con “Rosemary” o playlists de Spotify.
Más allá del evento, la intimidad que propone el disco se aprecia aún más con audífonos y en aislamiento, y confirma que Deftones sigue conectando tanto con fans históricos como con quienes se sumaron después de la trágica muerte de Chi Cheng, desde Diamond Eyes (2010).
En lo musical, Deftones sigue funcionando como un conjunto sólido: Chino Moreno, vocalizando sensualidad, agresividad y atmósferas; Stephen Carpenter, tallando riffs densos con la fuerza de sus guitarras; Frank Delgado, aportando texturas electrónicas y samples; Abe Cunningham, construyendo la firme muralla de la batería; y Fred Sablan, en el bajo, su primer disco con la banda como músico invitado.
El arranque con “my mind is a mountain”, primer single en cinco años, combina riffs pesados con texturas ambientales y refleja distintas eras de Deftones: desde el metal alternativo y la guitarra de afinación baja de sus primeros trabajos, hasta atmósferas industriales y shoegaze de sus discos más recientes. Alterna pasajes agresivos con secciones espaciales y capas de ruido blanco, mientras Moreno oscila entre coros melódicos y alaridos distorsionados, priorizando la atmósfera sobre la claridad literal. La canción se perfila como uno de los mejores openings de disco de la banda, compitiendo con “Bored”, “Feiticeira” y “Genesis” por el quinto puesto de un ranking en cuya cima se incluyen fácilmente “Swerve City”, “My Own Summer”, “Diamond Eyes” y “Hole in the Earth”.
En “locked club”, la banda continúa explorando ritmos densos y texturas, preparando el terreno para “ecdysis”, cuyo título hace referencia al desprendimiento de la piel, un renacer simbólico que conecta con la portada de la serpiente blanca y con la idea de transformación y liberación que recorre el disco. Moreno vuelve a explorar recursos vocales etéreos en “infinite source”, recordando su capacidad de transitar entre lo visceral y lo espectral, mientras Cunningham sostiene los pulsos y Sablan aporta profundidad al bajo.
“cXz”, el ombligo del álbum, posee un pulso hipnótico y palmas que sorprenden en el contexto de Deftones. Otro de los puntos altos es “milk of the madonna”, potente segundo sencillo del disco. A lo largo del private music conviven guitarras densas y cumbres de agresividad —“cut hands” es el momento más nu-metal clásico—, pero también electrónica, ambientes y atmósferas envolventes gracias a Delgado.
Quizá, si el disco se hubiese llamado “souvenir” —como la pista número 5— también habría tenido sentido: un recuerdo del periplo musical que ha realizado Deftones a lo largo de su catálogo. Pero bajo el nombre de private music, lo que tenemos es un álbum que exige intimidad y atención. Un disco que, más que reclamar épica, se vuelve épico al invitar a escucharlo de verdad.
El cierre con “departing the body”, en donde Moreno canaliza de magnífica manera a Peter Murphy, es uno de los broches más interesantes de toda su discografía. Una despedida de alma que parece elevarse fuera del cuerpo, con un aire de Depeche Mode, dejando la sensación de que Deftones se despide y se renueva a la vez.

