Bloodline es una banda de heavy/power metal originaria de la ciudad de Concepción. Su propuesta melódica sugiere un renacimiento del estilo un poco olvidado por estos días. Poderosos riff, armonías bien elaboradas, una perfecta base rítmica son los elementos que dan origen a su LP debut: ‘King Vampire’, lanzado por el sello Japonés Spiritual Beast.
El cuarteto penquista está conformado por Ignacio Albarrán (Soulbuner) en guitarra y voz, Eduardo Cid en guitarra, Rubén Saavedra en el bajo y Manuel ‘Pachacho’ Valenzuela en batería y percusiones.
El LP cuenta con 12 temas además de tres bonus track que incluyen una versión en español del single ‘Lilith’ y dos versiones de en Karaoke de ‘Forbidden’ y ‘Final Eden’.
Heavy Metal con sello penquista.
En la tierra de los ‘Tales of bards’ resurge el sonido melódico con el instrumental ‘Masquerade’ que da inicio al LP. Una pieza apropiada de corte épico que sirve para ponernos en el contexto musical del disco en torno a un leimotiv bien definido, una antesala para ‘Creature born from pain’ que desde su inicio nos da a conocer el carácter del disco: mélodico y pesado. En cuanto a la lírica del álbum, las letras ronda en torno a su concepto principal: El Rey Vampiro.
El fade in de ‘Final Eden’ inmediatamente me hizo recordar la mejor época del power metal, junto con ella ‘Forbidden’ y ‘Will or kill’ temas de corte más rápido, trajeron a la memoria riffs de bandas como ‘Edguy’ o los brasileños de ‘Angra’. Estructuras definidas con coros bien armonizados. Y cómo no destacar la sincronía de ambas guitarras que, a pesar de hacer melodía, mantiene el peso del riff principal.
‘King Vampire’ y ‘Lilith’ son probablemente los temas más representativos del disco en cuanto a temática (oscura si se quiere): la leyenda del Rey Vampiro y la historia de ‘Lilith’ como primera mujer de Adán son los elementos que describen el carácter e intención de la mayoría de los temas.
Musicalmente hablando, nos encontramos frente a una formación sólida de músicos que proyectan un sonido concreto y que sin caer en el uso excesivo de elementos melódicos, logran mantener la línea musical en todos sus temas. El uso justo de cada uno de los elementos musicales son la clave de esta producción, sin duda un trabajo muy prolijo.
Haciendo justicia a lo anteriormente señalado, podemos encontrarnos con temas como ‘Blackened Crown’ en donde su vocalista destaca usando su amplio rango vocal (quizás cierto parecido a Roy Khan, Ex Kamelot) acompañado por un dúo de guitarras sincronizados a la perfección que también acompañan a los coros “épicos” interpretados por su vocalista y baterista, que también apoya en los backing vocals.
Si hablamos de temas que pueden denominarse como “himnos” dentro del estilo, creo que ‘Shadows of the night’ o ‘We will rise’ cumplen con los requisitos para catalogarlos en este concepto. La estructura de ambos nos presentan un riff ejecutado por ambos guitarristas, que en su puente se torna un poco más melódico dando paso a un coro sólido matizado con solos ejecutados a la perfección. Además de su base rítmica en donde el bajo también se hace partícipe en la armonía en diversos momentos, especialmente en la salida del verso hacia el puente.
Alcanzado ya el clímax del disco y a modo de postludio encontramos ‘Acheronta Movebo’, un guiño al poeta Virgilio que utiliza este término para referirse a los dioses del infierno; un tema instrumental similar al ‘Masquerade’ con un leimotiv oscuro y de constante tensión, que se interrumpe por momentos de aparente calma en donde el teclado es acompañado por agudas secciones de cuerdas que In crescendo retoman la idea principal para dar un término enérgico y grandioso.
Como mencioné al inicio, este disco tiene tres bonus track donde hay versiones karaoke de dos temas. Sin embargo, el que vale la pena destacar es la versión en español de ‘Lilith’, “la madre de la oscuridad” que brinda un sello de identidad a la agrupación chilena de la octava región.
Puedes escuchar el disco completo en Spotify.