Lunes, Blondie, doom metal.
Los asistentes tratando de reponerse de una excelente y demoledora jornada anterior como lo fue “The Metal Fest” en Movistar Arena, pero como sabemos, el chileno es porfiado y no para, tiene cuerda para rato. No importó que fuera lunes, era un deber estar presentes y rendir tributo a los padres del género: Candlemass.
Es por eso que Club Blondie recibía por segunda vez y luego de más de siete años a la banda oriunda de Suecia que dio origen a la elegancia del epic doom metal y de las melodías más dolorosas y sublimes mezcladas con voces privilegiadas que no necesitan gruñir para demostrar su maestría. Un honor ya que sólo harían una parada en Brasil para el Monsters of Rock en reemplazo de Saxon y la única fecha adicional en Latinoamérica sería nuestro país. Y como ya es costumbre que aparezcan bandas invitadas a estas veladas, ésta oscura jornada no fue la excepción. Las agrupaciones encargadas de abrir el show fueron Capilla Ardiente y Blakflow.
Siendo las 19 horas en punto, se presentaba en el escenario del recinto los nacionales de BlackFlow, banda santiaguina nacida en 2016 y compuesta por Víctor Prades (voz), Víctor Silva (guitarra), Frane Franulic (guitarra), Felipe Vuletich (bajo) y Miguel Canessa (batería).
Con un refrescante doom metal recordando la esencia de bandas como Paradise Lost o el halo gótico de Lacuna Coil, mostraron lo mejor de su catálogo incluyendo temas como “Neo-Middle Ages”, “Egomaniacal Fraternity”, y un adelanto de lo nuevo con “Iron to Rust” y “Corrupted”, para finalizar con su último single “Indifferent to Others” de 2022. Destacamos la ejecución vocal de Víctor Prades que entregó una performance sólida con una voz muy potente y bien ejecutada tanto en agudos como en pasajes graves. Un show bastante completo a pesar de los minutos que tuvieron sobre el escenario del club.
La próxima banda en presentarse fue Capilla Ardiente, a eso de las 19:45 horas con una fuerza oscura impresionante y demoledora. La agrupación nacional formada en 2015 y compuesta por ex músicos y también por músicos actuales de bandas poderosas dentro de la escena nacional como Poema Arcanvs y Atomic Aggressor, ya tienen experiencia en el cuerpo y se nota.
Claudio Botarro (bajo), Felipe Plaza (voz), Julio Bórquez (guitarra líder), Igor Leiva (guitarra rítmica) y Francisco Aguirre (batería) demostraron que en Chile se puede hacer un excelente doom metal y que no tienen nada que envidiar a las bandas extranjeras. Repasaron lo mejor de toda su discografía con temas como “Coagula” de su primer EP “Solve et Coagula”, que en palabras de Felipe Plaza, fue lanzado la misma semana en que Candlemass venía por primera vez a Chile: “Podríamos decir que estamos cerrando ciclos y abriendo pilseners”, dijo el vocalista en medio de gritos de su público más fiel. Cerraron con “Into Unknown Lands”, canción de su primer LP, siendo ovacionados por una Blondie que ya se estaba llenando.
Y como plato principal aparecían en escena a eso de las 21 horas y a casa llena los progenitores de todo este movimiento en medio de la euforia presente: Candlemass. Mientras se escuchaba de fondo la épica “March Funebre” de su álbum “Nightfall” (1987) como introducción, se daba paso a un clásico de aquellos, “Mirror, Mirror” (Ancient Dreams, 1988) con esos riffs de guitarra pegadizos que no se pueden olvidar una vez empieza el tema. El venue con un rango etario variopinto sacudía los cráneos al ritmo del cada acorde mientras Johan Languist se lucía ya desde el inicio. Un deleite al oído para el público joven dentro de estas ligas y para los más contemporáneos de la época una delicia y un honor poder escuchar a esta banda en vivo.
Pronto nos embrujarían con otro clásico de “Nightfall” y una de las favoritas también, la elegantemente violenta “Bewitched” con todo el contexto vocal y sonoro que produce esta obra maestra sueca. Añadimos también la destreza de Fredrik Åkesson (Opeth) como guitarra principal. ¡Simplemente espectacular!
A continuación, vendría “Under The Oak” de su disco debut “Epicus Doomicus Metallicus” de 1986 con su inspiración por Black Sabbath tan arraigada para la década por muchas bandas del continente europeo. Una desgarradora canción digna de elogios y llena de quiebres y matices profundos y emocionantes. Aquí el bajista histórico de la banda Leif Edling agradece a los fans por venir y señaló que ya había pasado mucho tiempo desde la última visita, para dar el vamos a “The Bells of Acheron” (Ancient Dreams, 1988), un tema con toques del heavy metal de los 80 que, por cierto, es una fórmula ganadora para un alto porcentaje del público metalero de antes y de ahora. La batería bien ejecutada por Janne Lind con ese galope conocido tenía al público saltando cada acorde.
Con “Dark Are The Veils Of Death” (Nightfall,1987) una de las tres más largas canciones del setlist, pero con un potente sonido, tenían literalmente al recinto en las puertas del infierno, pero como sólo ellos saben hacerlo: bellamente siniestro.
En “Samarithan” del mismo disco, los presentes sentían la profundidad de las tinieblas y el trance del momento, aunque se podía volver a la realidad porque el coro es tan hermoso que da escalofríos. Se cantaba a todo lo que daba la voz como uno de los himnos de la noche. Y aquí vino lo más reciente de los suecos, “Sweet Evil Sun” del disco de 2022 con el mismo nombre, y que muestra el sonido maduro y moderno de la agrupación, pero sin perder esa esencia de sus primeros trabajos. La voz de Längqvist aquí suena más grave pero que justamente le da el toque más agresivo al tema mismo. Además, el acompañamiento de la guitarra rítmica de Mappe Björkman en tono bajo, da ese toque aún más oscuro a lo más reciente de la banda.
A pesar de un error en la presentación de la canción confundiéndose con otra, sonaron los acordes de la poderosa “Bearer of Pain” que tenía al público con los puños en alto y agitando sus cabezas al sonido profundo de la batería mientras se ejecutaban unos destructores solos de guitarra de Åkesson . No sería todo porque volverían a la carga con “Crystal Ball” entre la euforia de los presentes y esos agudos electrizantes de Johan. Con cada segundo que transcurría pudimos notar como es una de las favoritas del disco debut, incluso se aprecia el primer mosh pit de la noche.
Aquí se produce el encore donde se genera la pausa para descansar, mientras el público corea el nombre de la banda, pero para lo que no estábamos preparados era para “The Well of Souls” (Nightfall,1987), un tema que a pesar de ser largo es de esas canciones para cantarlas con total emoción porque, estábamos ante los padres ni más ni menos y había que rendirles homenaje como se merecen.
Acto seguido nos deleitaron con esta poderosa sentida y tenebrosa canción llamada “A Sorcerer’s Pledge” de los inicios y finalmente “Solitude”, ambas del mismo disco debut y que hicieron que Blondie se viniera abajo. Especialmente ésta última que es el clásico de clásicos de los suecos y que viene a coronar y a cerrar una oscura y hermosa velada de día lunes. Aun así, al salir del escenario las luces seguían encendidas y los instrumentos conectados con la oscura esperanza de una nueva vuelta por parte de la agrupación, pero comenzó a escucharse “Balls To The Wall” de Accept y la esperanza se desvaneció.
Un show redondo, sin excesiva parafernalia ni discursos y mucho menos adornos, sólo una performance al hueso donde a estas alturas nos demuestran que en 2023 siguen siendo los padres de toda una generación de amantes del doom metal. Una suerte poder presenciar un espectáculo como el que entrega el quinteto sueco, porque sin duda para los amantes de la música, Candlemass es simplemente de culto.
No vino Lars Johanson, el guitarrista fue Fredrik Åkesson de Opeth
Excelente 👏👏