El dilatado nuevo disco de la banda estadounidense Limp Bizkit requiere -sin duda- de algo de contexto. Después de todo, pasó una década desde su último disco. No es exagerado, entonces, que los medios hayan dado en llamarlo el “Chinese Democracy del nü metal”.

A saber: en un primer momento, el nuevo trabajo de los responsables de himnos generacionales como “Nookie”, “My Generation” y “Rollin”, y el sucesor de “Gold Cobra” lanzado en 2011 (que había sido el primer larga duración desde “Results May Vary” de 2003 y el primero con la formación original desde Chocolate Starfish and the Hot Dog Flavored Water de 2000) llevaría por título “Stampede of the Disco Elephants. Vendría además precedidos de tres singles lanzados entre los años 2012 y 2013: “Lightz (City of Angels)“, “Ready to Go” y su versión para “Thieves” original de Ministry. Finalmente, este trabajo, que hubiese sido el primero bajo el sello Cash Money Records luego de permanecer por años junto a Interscope, nunca vio la luz pues abandonaron la discográfica en 2014 citando diferencias creativas.

Entremedio, el icónico Leor Dimant, más conocido como DJ Lethal, dejaba las tornamesas de la banda tras ser despedido por sus malos hábitos, dando paso a su reemplazo Franko Carino, más conocido como DJ SK3L3TOR quien permaneció con la banda en 2012 y luego entre los años 2013-2017.

En 2018, ya con DJ Lethal de regreso en la banda, el guitarrista Wes Borland da luces de que había progreso en un nuevo disco. Por otro lado, Oliver Sykes, frontman de la banda británica Bring Me the Horizon, revela que junto a Jordan Fish, tecladista del grupo, habían viajado a Los Ángeles para ayudar a Limp Bizkit en la composición de su nuevo trabajo. Sin embargo, decidieron finalmente dar un paso al costado para enfocarse en trabajar en su disco “Amo” de 2019, fundando sus razones en que Fred Durst la mayoría del tiempo ni siquiera se aparecía por el estudio y que no estaba listo aún para grabar el álbum. 

En julio de 2019, la banda estrena en un show en Francia un tema llamado “Out of Style” (en ese entonces bajo el nombre de Wasteoid) y en agosto de 2021 para cerrar su participación en el Lollapalooza Chicago interpretan una canción titulada “Dad Vibes” (muy en la onda del actual look de su vocalista Fred Durst) dando así fin a siete años de silencio en lo que a material nuevo respecta.

En lo estrictamente musical, este nuevo trabajo de la banda oriunda de Jacksonville, Florida en Estados Unidos comienza inmediatamente con una canción, en lugar de la clásica introducción llena de samples y de rimas, a la que el grupo nos tenía acostumbrados en prácticamente todos los discos, salvo en “The Unquestionable Truth (Part 1)” de 2005.

El tema en cuestión es el ya mencionado “Out of Style”, que ya acumula más de 250 mil reproducciones en la plataforma Spotify, y ya en los primeros segundos sabes qué banda estás escuchando: luego de una introducción hablada que dice que no podemos cambiar el pasado, pero podemos empezar para tener un mejor mañana (“We cannot change the past, but we can start today to make a better tomorrow”), comienza a oírse un suave riff de guitarra a cargo de Wes Borland que es luego interrumpido por Fred Durst (“hit it!”) y que luego da paso a lo que uno podría decir que es -a esta altura- la marca registrada de Limp Bizkit: un riff pesado de guitarra, el groove de la batería de parte de John Otto y Fred Durst gritando “DJ Lethal!” para que este se luzca en los scratches.

Quizás una de las diferencias que uno podría encontrar en este trabajo (y que ya venía tocando en el disco “Gold Cobra”) es el bajo de Sam Rivers quien, en lugar de hacer sus propias líneas con el instrumento, hace sombra para darle más fuerza a la guitarra de Borland quien, a su vez, dejó las clásicas notas melódicas limpias de los versos, que acostumbrábamos oír en los primeros discos, para dar paso a riffs

La otra variante es que este disco apenas supera la media hora de duración, siendo los temas bastante breves con un promedio de tres minutos cada uno. Además de eso, no mucho ha cambiado: las reiteradas referencias a la propia banda y a otras celebridades, el lenguaje procaz (sh*t, f*ck, ass) sigue ahí como si estuviéramos en 1999 (o en 9 Teen 9 Nine, haciendo el juego de palabras con su tema del disco “Significant Other”).

También es posible volver a encontrarse con un cover a algún artista o banda (como antes lo fue “Faith” de George Michael; “Behind Blue Eyes” de The Who e incluso el Theme from Mission: Impossible que el compositor argentino Lalo Schifrin hizo para la película “Misión Imposible” y que la banda hizo suyo poniéndole letra y llamándolo “Take a Look Around”; el mashup que hicieron para su disco de grandes éxitos uniendo “Home Sweet Home” de Motley Crüe y “Bittersweet Symphony” de The Verve. Esto había desaparecido en el anterior disco “Gold Cobra” pero se retoma ahora con “Don’t Change”, que -a diferencia de la original de INXS– es interpretada de manera acústica. Si bien es una versión más que aceptable, se siente algo fuera de lugar, a diferencia de lo que fue “Drown” en el disco “Results May Vary” o “Hold On” (a dueto con Scott Weiland) en el álbum “Chocolate Starfish”… pues en ambos casos estos temas servían para darle un cierre a cada trabajo (en el último caso, luego venían 2 tracks, de los cuales uno era una reversión de “Rollin’” en clave hip-hop y después el track Outro).

Tras esa delicada (e inesperada) pausa en el viaje de este disco, llegamos a la mitad. Aquí aparece “You Bring Out The Worst In Me”, que comienza con una intro de guitarra de notas muertas (clásico Wes Borland),. para luego dar paso al bajo, a la batería (ambas construyen una atmosférica base) y a la voz de Durst que comienza calmado pero luego desemboca explosivamente en el coro.

Love the Hate” es, básicamente, un autotrolleo a dos voces que sirve para burlarse de los haters de la banda así como de ellos mismos en no más de dos minutos. Luego de esto vienen dos canciones que no superan los 120 segundos cada una: la primera, titulada “Barnacle”, muestra a un Durst cantando en un tono notoriamente más bajo en los versos, como si quisiera emular a Scott Weiland y la segunda, llamada “Empty Hole”, que muestra a Durst acompañado de una guitarra acústica por todos los cientos y algo segundos que dura esta canción que habla del vacío que pueden dejar tus demonios internos.

Acercándose al final del disco, nos encontramos con “Pill Popper”, un tema con una introducción hablada que crítica a la industria farmacéutica y a su mero interés en crear clientes más que curas para las enfermedades. “Snacky Poo”, la penúltima pista del álbum, es un track en clave hip hop como lo fue “N2 Gether Now” en “Significant Other”, “Getcha Groove On” en “Chocolate Starfish”…, o “Red Light – Green Light” en “Results May Vary”, pero a diferencia de estas, no es un dúo con algún rapero, sino que es solamente Durst lanzando rimas para luego terminar en una supuesta entrevista vía telefónica a Wes Borland, quien responde incómodo con monosílabos preguntas genéricas de un locutor emocionado y agradecido por esta conversación que culmina con el guitarrista despidiéndose, empalmando así con la última canción que -justamente- lleva por nombre “Goodbye”, en donde nuevamente puede oírse a Durst cantar encima de una melodía de guitarra acústica, pero esta vez acompañado de una pista.

Y así es como, en no más de media hora, termina un nuevo disco de Limp Bizkit, una banda que se sabe odiada en la misma medida en que se sabe amada. Representantes, pero -sobre todo- sobrevivientes de un vilipendiado género de corta vida que a finales de la década de los noventa y a comienzos de la década del 2000 sirvió de puerta de entrada a otros sonidos más duros para muchos de nosotros en nuestra adolescencia. Y, luego de una década de esperar por él, su último disco muestra por igual al más puritano seguidor del hard rock o del heavy metal y al más acérrimo seguidor de la banda que esto es más de lo mismo. La misma mierda, dirán algunos, con diferentes moscas. Posiblemente. Y aún apesta. No lo sabrán Durst y compañía. Es cosa de ver el título del disco.

 

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