Si de bandas relacionadas a un canal de cable tan conocido para la generación del 2000 como MTV, The Rasmus fue una de la más importantes del rock alternativo o rock gótico, logrando reconocimiento por aquella época en medio de todo el famoso movimiento nu metal estadounidense. Porque la vitrina mediática, sobre todo para una banda europea, era tremenda y provocó la explosión masiva de los finlandeses en Estados Unidos y el resto de países en América Latina.
En un frío sábado otoñal y con un Teatro Cariola teñido de negro y amarillo, la agrupación se presentaba por cuarta vez en nuestro país desde su debut en Chile en 2006 y se reencontraba con sus fieles fans chilenos en el marco del tour “Live and Never Die”, que desde el año pasado los tiene girando por el mundo con nuevo disco bajo el brazo y nueva alineación.
Con un pequeño retraso debido al meet & greet que se realizó antes con algunos afortunados fanáticos, los chilenos de rock “popgresivo”- como se denominan ellos- Cromático fueron los responsables de encender el ambiente en el recinto de San Diego a eso de las 20:05 horas. La banda nacional nacida en Los Andes y compuesta por Eduardo Vargas (voz), Víctor Acevedo (bajo), Ricardo Arévalo (batería), Christian Lazo (guitarra) y Jorge Solari (teclados) mezcla lo mejor del rock progresivo ochentero y noventero, el new wave y sonidos modernos resultando en una tremenda propuesta de rock alternativo local.
En más de 11 temas repasaron lo mejor de su carrera con canciones oreja que se quedaron en la mente del oyente en la cuales destacamos cortes como “Animal”, “Sanarme”, “Luna de Marfil” y “Veranito de San Juan” de su álbum debut “Tiempo de Volar” (2019).
Hicieron pausas para comentarles a los asistentes donde podrían encontrarlos en sus redes y también se dieron el tiempo para agradecer a todos los involucrados en el evento. Vargas jugó con el público, que fue muy respetuoso y receptivo disfrutando durante los 40 minutos que se presentaron en el escenario. Con “Betty Blue”, su último sencillo lanzado en 2022 y la canción “Tiempo de Volar”, dijeron hasta pronto en un recinto abarrotado, dejando el escenario en medio de fuertes aplausos y ovaciones de los presentes.
El Teatro Cariola en su máxima capacidad a eso de las 21:20 daba la bienvenida a los finlandeses de The Rasmus con una épica introducción y dando inicio al show con un tema ya calado: “First Day of My Life”, en la cuál la fanaticada chilena ya se encontraba hechizada al segundo de empezar con gritos y efervescencia total, además de una entretenida dinámica con globos de color negro que fueron entregados en la entrada al recinto y lanzados en medio de la canción. Fuimos testigos en “Guilty” -otro de los clásicos de la banda- e “In My Life”, que el disco “Dead Letters” (2003) es lejos el disco más importante ya que terminó por catapultarlos al estrellato en la escena musical mundial. Cada uno de los tracks del álbum es un clásico seguro y así se demostró porque los fans cantaban hasta no poder más cada frase de las canciones.
Tenemos a Lauri Ylönen -con sus características plumas en el cabello y su oscura y juvenil presencia- recorriendo el escenario de un lado a otro con su habitual carisma y cercanía con el público. También notamos lo cómoda que estaba Emilia o simplemente “Emppu” Suhonen como le gusta que le digan. Fue refrescante su puesta en escena y su simpatía cautiva cuando la ves en vivo, su sonrisa fue brillante y su energía deslumbrante. Todo un acierto si de cambios hablamos.
Los clásicos no se detienen porque seguiría “No Fear” de su álbum “Hide from the Sun” (2005) en la cuál recordamos nuestros años de colegio en la media, con una melodía pegadiza entre luces color amarillo y toda esa energía desbordante. Eero Heinonen, bajista de la agrupación, estaba muy agradecido del público chileno: “Gracias por seguir nuestra música por más de 20 años, en los dos días que hemos estado aquí creemos que Santiago es un lugar hermoso”.
El lugar era un mar de gente entre sus posts veintes y treintas rememorando la adolescencia y afirmando con total seguridad que la agrupación finlandesa era la banda sonora de sus vidas. Y eso se demostró en las melodías frescas con colores británicos que nos trae “Paradise” del “Dark Matters” de 2018 o “Fireflies” y ese trance oscuro entre el industrial y el dark wave que nos tenía a todos hipnotizados transportándonos a alguna noche en la mítica Blondie, pero con lightsticks amarillos brillando en primera fila.
Los ánimos seguían encendidos en “Time to Burn”, la cual -por supuesto- era coreada por cada fanático en el recinto como una balada trágica con riffs agresivos por parte de Emppu, siendo la ‘favorita” de Lauri como el mismo menciona al inicio de la canción. Y en total contraste con la ultra popera “Live and Never Die” que vendría a continuación y que nos entrega su toque esperanzador y vibrante -no por nada el nombre de la gira lleva este nombre- además de emanar felicidad como una bomba de colores a este ambiente oscuramente alternativo. Acto seguido, nos interpretarían “Wonderman”, la cuál es muy interesante de escuchar en vivo porque posee los elementos de una canción metal por los riffs y el doble pedal de batería por parte de Aki Hakala en ciertos pasajes del tema pero que también nos trae la nota emocional de las baladas más clásicas en otros.
Aquí nos detenemos un instante porque lo que presenciamos fue sencillamente bello y conmovedor. Aki con un pandero, armonías bien logradas entre Lauri (con una bandera chilena en su mano), Eero y la guitarra acústica de Emilia, se generó tal conexión con la audiencia que se podía percibir en el aire y esto debido al triplete de canciones que siguieron: “Still Standing”, “October & April” en la cual sabemos que participa en la versión de estudio la ex Nightwish, Anette Olzon y “Sophia”, que fue muy entretenido de escuchar en éste formato debido a la naturaleza ska punk rock del tema original de 1997.
Pronto vendría “Rise”, una de los cortes más actuales de la banda y que con su toque de cuerdas entrega una sensación más dramática y conmovedora a la interpretación de Ylönen. “Immortal” dejaba la nota alta en cuanto a performance y ejecución de los instrumentos de cada integrante, además de ser una de las más coreadas de la noche. Incluso pudimos disfrutar del cover de la serie de televisión “Ghostbusters”, original del cantante estadounidense Ray Parker Jr. Sorpresa gratamente recibida por el público que tenía repleto el venue.
Para “Justify” –que nos recuerda a muchas new wave ballads de The Cure en sus teclados- la energía de la banda y del público no decayó en ningún segundo siguiendo con las palmas los compases del track. También pudimos escuchar “Livin’ in a World Without You”, la pegadiza “F-F-F-Falling” y por supuesto no podía faltar el himno de The Rasmus en su máximo esplendor: “In the Shadows”, porque, ¿quién no se acuerda de todos los premios que recibió esta canción en su propio país y las veces que vimos el videoclip US version durante el día en “Music Television” (MTV)? Un ícono del rock alternativo mundial que sin duda era un deber incluirlo en el setlist.
Ya nos acercábamos al encore y el ambiente era tan bueno que fue coronado de la mejor forma: primero Lauri cantando sólo con una luz tenue en “Funeral Song”, luego seguiría el último single “Jezebel”, que nos recuerda lo mejor de la época dorada de los finlandeses mezclado con la modernidad misma. El público estaba en llamas y lo hicieron notar con la segunda dinámica de la noche: globos amarillos volando hacia el escenario. Lo que más sorprendió fue el final del show, ya que “Sail Away” fue elegida como canción final. Se puede pensar que no es un tema para terminar el show, pero al pedir al público que encendieran las linternas de los teléfonos para crear un momento mágico fue suficiente para dejar ese pensamiento inválido. En el fondo, la banda quiere decirnos sólo hasta pronto con la promesa de volver y se refleja en la delicadeza de cada frase hacia el final de la performance.
Con este último tema, The Rasmus cerraba una jornada llena de nostalgia pero también repasando lo mejor de lo que actualmente están creando. Manteniendo la esencia, pero sin miedo a los cambios y que encaja a la perfección en cómo la banda ha venido trabajando a pesar del traspié sufrido hace dos años al irse Pauli Rantasalmi. Con su nueva alineación, su oscuridad se mantiene fresca, renovada, pero conservando vivo el recuerdo de sus mejores años.
Aunque ya llevan más de 28 años de trayectoria, siguen logrando esa conexión con su público que, desde luego fue el protagonista de la jornada. Porque el oscuro rock alternativo es necesario en la vida y en el corazón, y la gente lo sabe. Los finlandeses nos han demostrado que siguen siendo una banda que no decae y se reinventa a sí misma, teniendo cuerda para rato. Con fanáticos fieles en todo el mundo que los aman y que seguirán con ellos hasta el final de los tiempos.
https://rocklegacy.cl/2023/05/21/galeria-the-rasmus-teatro-cariola-2023/