Una jornada simplemente memorable fue la que se vivió este jueves 5 de octubre en el Teatro Coliseo, ante el regreso a Chile de los ingleses Haken, increíblemente en forma y con un público entregado a full. Pero vamos por parte.
A las 19 hrs en punto, Hidalgo ingresa al escenario ante un teatro aproximadamente a la mitad de su capacidad. “Eukarya”, de su disco “Keimuya”, comienza con la batería de Pablo Stagnaro, que da el vamos con fuerza y precisión, seguida del siempre sólido Braulio Aspé en bajo, mientras las texturas que emanan desde la guitarra de Angeline Bernini crean una atmósfera que cobija los sinuosos arpegios de Gabriel Hidalgo. Así, la canción explota ante un vendaval indómito y lleno de fraseos que embellecen la composición. Y es que aquí hay talento de sobra tanto para crear como para ejecutar. El teatro ha tenido algunos arreglos para sonar mejor, pero siempre hay un grado de reverberación, siendo un recinto tan amplio.
“Garuda” es un tema de su excelente último disco “Agnicayana”, donde el canto de Angeline da una brisa de frescura mientras se suma como otro instrumento más. Le sigue una gran ejecución de “Kalpa Taru” para luego presentar a los integrantes de la banda y dar paso a una intensa y desafiante “Lancuyén”, extraída del disco del mismo nombre. El show cierra con “Vernishna”, que es una verdadera tromba imparable, que termina por dejar a todos alucinados, despidiendo a esta tremenda banda con una merecida y gran ovación.
Llega el turno de los argentinos de Presto Vivace, que dejaron a todos con la boca abierta en su show del día anterior en MiBar, y es que esta enorme banda lleva casi 30 años en el ruedo, dando rienda suelta a enormes canciones influenciadas por el progresivo clásico, pero pasadas por el cedazo del metal moderno.
El comienzo fue de a poco, con “La Dictadura de las Máquinas” y una gran Brunella Bolocco en voz cantando dulcemente, hasta que mutó su voz a algo más demoníaco, transformando la canción y el ambiente. Avivados por un histriónico y talentoso Martín de Pas en batería, el público acompañó en todo momento la gran propuesta de la banda, con un Luciano Pérez haciendo vibrar de emoción con su guitarra y sus apasionados solos, y un monstruoso Marcelo Pérez en bajo, quien se robaba las miradas con sus fraseos, tappings y su carisma.
Tocan “Wall Street”, siendo las dos primeras canciones de más de 10 minutos de duración, y parte de su disco “Utopías Color Esmeralda”. Las bases de teclado sostienen momentos precisos de gran forma, aunque hayan debido batallar en algún momento con el computador, lo que simplemente pasó como anécdota. La versatilidad de la música y el gran registro de Brunella hicieron enardecer al público, que los siguió y aplaudió siempre, hasta finalizar con la potente “Sólo Por Hoy”.
Así, llegamos al plato de fondo. Haken se ha ganado el derecho a tener el prestigio que ostenta merced a grandes discos y canciones que sorprenden y emocionan en partes iguales. Dicho esto, no sorprende la expectativa palpable en el ambiente, que desató una euforia de proporciones ante el inicio con “Taurus”, de su más reciente disco “Fauna”, que los tiene girando con una temática colorida y vestidos en guayaberas del tono de la portada de este registro. Las luces acompañan de forma asombrosa, impactando por su fuerza y sincronía. Comienza ahora “In Memoriam” del querido “The Mountain” y los saltos y gritos no paran. La conexión y el ambiente ya perfilan este show como superior al de 2019, que se sintió más frío al realizarse en un Teatro Teletón con sillas. Esta noche, la multitud lo vivió como si fuera el último recital a presenciar.
“Sempiternal Beings” fue ejecutada de manera soberbia, con un fiato envidiable para una canción compleja y que se siente como un sueño, con un titánico Ray Hearne en batería, el potente y preciso Conner Green en bajo, la dupla de afilados y alucinantes Richard Henshall y Charles Griffiths en guitarras y el gran Peter Jones en teclado, siempre preponderante y con un acompañamiento vocal de gran factura. Enseguida, regresa a escena Ross Jennings, frontman con todas sus letras y un cantante espectacular, quien anuncia el “regreso a la montaña” con “Cockroach King” y ese bellísimo canon vocal que sazona un gran y lúdico tema. Siguen con “The Architect” y el público salta y se manifiesta con alegría y pasión ante una gran canción y una ejecución tremenda. Pero ojo, cada canción muestra una reacción eufórica desde el público.
En “Lovebite” la gente apoya fuerte en los coros, mientras en “Prosthetic” las luces forman parte importante del ambiente. “Invasion” parte con base y voz, ante un coro multitudinario de la audiencia, cada vez más enganchada, ante una canción que tiene un crescendo espectacular, que desencadena en un “Olé olé” muy emocionante al finalizar la interpretación.
El bajo que inicia “Pareidolia” hace rugir al público, que parece siempre al borde con tanta demostración afectiva. Lo nuevo vuelve a hacerse presente con una gran “Elephants Never Forget”, para luego cerrar con la tremenda “Celestial Elixir” y un recinto que ya se venía abajo. El encore dejó a todos exultantes gracias a la interpretación de la suite “Messiah Complex” completa, que seguía demostrando la maestría de la banda, y que puso a todo el teatro a cantar hasta el final, literalmente, pues terminando, todos seguían coreando como muestra de agradecimiento y felicidad, ante una banda que se notaba emocionada y feliz.
La noche fue redonda, apasionada y catártica. El público disfrutó y lo hizo notar, mientras la banda se mandó una noche de aquellas, donde entregaron un show vibrante y rozando la perfección. Una jornada imborrable, un set list muy bien escogido y una sintonía entre banda y público que nos erizó los pelos a todos. El virus de Haken se expande cada vez más.
Fotos por Francisco Aguilar