Caía la tarde en el sector de Huechuraba en Santiago de Chile y comenzaban de a poco a saltar al escenario los invitados internacionales que formaban parte de la primera edición del festival Milenia; algunos por primera vez en nuestro país y otros regresando tras largos años y prometiendo volver. Así estuvo.

Nonpoint

La banda estadounidense, que hacía no sólo su debut en Chile sino que también en tierras sudamericanas, ha desarrollado una dilatada carrera con diez discos de estudio lanzados en promedio cada tres años desde principios de milenio. Es decir, uno de los nombres más consistentes dentro del nü metal. Salieron finalmente a escena ataviados de rigurosa vestimenta roja y abrieron su potente set con “Victim” de su disco “Statement” (2000) para luego repasar parte de lo más reciente de su discografía con canciones como “Dodge Your Destiny”, “Breaking Skin”, “Chaos and Earthquakes” y “A Million Watts”. Sabiendo que era su debut por este lado del planeta, el cantante Elias Soriano preguntó al público si los conocían y bromearon señalando que eran Korn, haciendo luego el amague de que tocarían “Blind”. Finalizaron con el público enfervorizado, cantaron en español (“Rabia”, “Buscándome) y prometieron volver para hacer un show más extendido antes de finalizar con “Bullet with a Name”, una de sus más icónicas canciones.

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Steel Panther

Otros que hacían su debut por estos pagos son el autodenominado grupo de “comedic glam metal” liderados por el vocalista Michael Starr, con una presentación que partió con “Eyes of a Panther” e incluyó un cover de “Crazy Train” (Ozzy Osbourne) como parte de un homenaje al guitarrista Randy Rhoads. Entre las siete canciones que interpretaron se intercalaban largas alocuciones y bromas (“Googleé y resulta que en este país es donde más hay prostitutas asiáticas” antes de iniciar “Asian Hooker”). Su set incluyó peculiares títulos como “Let Me Cum In” y “Gloryhole”, con la que se despidieron agradecidos de un público que tomó, gracias a su electrizante presentación, nuevos bríos para aguantar las restantes dos bandas que tocarían en ese escenario.

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Alien Ant Farm

Los estadounidenses, encargados de bajar el telón del escenario 2 a eso de las 6:30 de la tarde, regresaban a nuestro país luego de su presentación hace seis años en Club Blondie. “Volver, volver” de Vicente Fernández sonando por los parlantes fue la peculiar señal de que el show había comenzado y era cosa de segundos para que la banda iniciara su presentación. Lo hicieron con “Courage”, canción que además abre su disco “ANThology”, del cual interpretaron la mayor parte de su set. Entremedio sonaron también canciones más posteriores dentro de su catálogo (“Bad Morning”, “Forgive & Forget” y “What I Feel Is Mine”). El inquieto cantante Dryden Mitchell se robó el show: se paseó por todo el escenario, incluso saliendo de él para acercarse al público,  preguntó en correcto español si nos gustaban las películas (antes de “Movies”), si la audiencia lo estaba pasando bien, confesó cuál es la canción favorita de su madre (“Attitude”) y dijo extrañarla a ella y también a Chester Bennington de Linkin Park. Luego sonó “Glow”, de su disco “truANT” (producido por los hermanos DeLeo de Stone Temple Pilots) del que también interpretaron “These Days” y la más reposada “Never Meant”, que permitió visibilizar la versatilidad musical también del resto de la banda (Mike Cosgrove en batería, Tim Peugh en el bajo y Terry Corso en guitarra) con sonidos más cercanos al reggae. Cerraron con la canción que les catapultó a la fama y que fue pedida por el público con más anticipación de la deseada (“Queremos tocar unas cuantas más antes de tocar “Smooth Criminal”, señaló el cantante algo contrariado por la solicitud). Alien Ant Farm volvió a demostrar, esta vez ante una ostensiblemente mayor audiencia chilena que la ocasión anterior, que son bastante más que una mera banda que alguna vez hizo un cover a Michael Jackson.

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Candlebox

Uno de los más icónicos nombres de la década de los 90s es la liderada por Kevin Martin que comienza, poco a poco, a despedirse de los escenarios. Ayer en el escenario principal del Milenia dieron la primera de las cuatro presentaciones que tienen agendadas en el país. Entendiendo que el contexto de sus shows estos días es la celebración de sus treinta años de carrera, arrancaron con “Don’t You” de su disco debut homónimo lanzado en 1993, del cual también hicieron sonar “Blossom”, “Change” y la más enérgica “Arrow”. Incluyeron entremedio canciones de su más reciente trabajo -al que idóneamente titularon “The Long Goodbye”- como “Punks”, “Elegante”, y “Cellphone Jesus”, con una ácida crítica a la arraigada compulsión social actual de tomarle fotos a todo y publicarla en redes. Había emoción ya en el público pero esta llegó a un punto cúlmine cuando interpretaron “Cover Me” pero sobre todo con “Far Behind”, que fue sensiblemente dedicada a íconos de los 90s que dejaron legado en el rock: Andrew Wood, Layne Staley, Kurt Cobain, Mark Lanegan, Scott Weiland y Chris Cornell. “You” fue la encargada de bajarle la cortina a una magnífica presentación de uno de los pocos sobrevivientes del grunge.

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Evanescence

A eso de las 10 de la noche “Artifact/The Turn”, track introductorio de “The Bitter Truth” (2021) era la señal inequívoca de que la espera había acabado. Finalmente los liderados por Amy Lee -el número más esperado de la jornada- ya pisaban el escenario principal del Milenia, concretando así la esperada cuarta visita de Evanescence y haciendo realidad el sueño de quienes podían verles nuevamente o de quienes estaban por presenciar un show suyo por primera vez. 

Three, two, one, zero” es el conteo inicial que se deja oír en el inicio de “Broken Pieces Shine”, potentísimo track de su más reciente álbum que hacía retumbar el escenario, mientras su fanaticada -mezcla de adolescentes de 2003 y adolescentes de 2023-, incrédula, no podía dar crédito a lo que estaban viendo y viviendo. Le sucedieron los exitazos “What You Want” y “Going Under”, entre medio la más nueva pero no por eso menos coreada “Take Cover” y luego el primer mix de la noche, conformado por “Lose Control”, “Part of Me”, “Never Go Back”. Aplausos y gritos abundaban entre la enorme masa que se agolpó frente al escenario principal y que no dejó de congregarse hasta el último minuto.

Parte del equipo ubica el piano en medio del escenario causando así curiosidad entre el público por cuál canción en la que suena el instrumento vendrá (¿será “My Immortal”, “Call Me When You’re Sober” o “Lithium”?). Finalmente fue una dupleta del “The Open Door”. Primero sonó el tema inspirado en la relación que tuvo con Shaun Morgan de Seether, y que con la primera tecla y el “Don’t cry to me?” desató la euforia total en el público.  Luego aquel sencillo de fines de 2006 pero que Amy Lee ya había compuesto cuando tenía 16 años. Porque así es ella. Talentosa desde chiquitita, angelical (como en “Far From Heaven”) y también potente cuando se requiere (“Better Without You”) o ambas (“Imaginary”).

La líder de Evanescence no cabía en sí de agradecimiento por el amor y energía del público y en particular de su fanaticada, quienes no sólo la esperaron desde tempranas horas sino que además la inundaron en obsequios.

Como regalo de su parte, la banda se despachó un segundo mix, esta vez incluyendo más canciones que en el primero: fragmentos de “Haunted”, “My Last Breath”, “Cloud Nine”, “Everybody’s Fool”, “Weight of the World”, y “Whisper” unieron fuerzas al entrelazarse y sonar como una sola gran y épica canción. Posterior a eso, Lee hizo una potente alocución sobre la importancia de alzar la voz y no dejarse llevar ni rendirse pues nadie puede hacerlo por nosotros mismos. Emotiva introducción para la última canción del “The Bitter Truth” en sonar antes de emocionarse dos veces más con los más legendarios clásicos de su repertorio. La cantante no podía creer lo rápido que pasa el tiempo (“Se siente como si hubiese sido ayer y también como algo de hace mucho tiempo”), refiriéndose a su álbum debut “Fallen”, que este año cumplió 20 años de lanzamiento y del cual se despacharon las dos últimas: la incombustible balada “My Immortal” y el himno del rock de toda una generación “Bring Me to Life”.

Hermoso y emotivo broche de oro para una larga jornada que congregó por partes iguales a los adolescentes de 2003 (y también de mediados de los 90s) y a  adolescentes de 2023, los primeros convertidos hoy en adultos que vibraron del mismo modo en que lo hicieron los segundos, que crecieron mientras sus admiradas estrellas también crecían y que esperamos se repita en una próxima oportunidad. 

Hay nombres que podrían caer parados en este evento como Limp Bizkit, Chevelle, Sevendust, Creed, y Halestorm y que fueron (y son) grandes nombres del rock de este nuevo milenio. De esa época de inicios de 2000s que fue la última vez en que el rock (gracias al post grunge y al nü metal) era la música que estaba en todos lados. Esa época que -quedó en evidencia- miles de personas están dispuestas a rememorar. Porque el futuro es ahora, ¿oíste viejo?

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