Slash, acaso el más emblemático e icónico guitar hero de las últimas décadas, finalizó el tramo latinoamericano de su gira “The River is Rising”, la noche de este martes 13 de febrero. El Teatro Caupolicán, a estas alturas su segunda casa en Chile, le acogió al igual que en cada uno de sus anteriores shows en solitario (2011, cuando aún no se conformaba la sociedad con Myles Kennedy and the Conspirators como tal y luego en 2012, 2015 y 2019).
La jornada comenzó a eso de las 8:00 PM con la presentación de Gilby Clarke, otro gunner de las seis cuerdas, que se hizo acompañar de Troy Patrick Farrell en la batería y de EJ Curse en el bajo, quienes desfilaron uno por uno hacia el escenario para arrancar con “Monkey Chow“, única canción del disco debut de Slash’s Snakepit (uno de los tantos proyectos del guitarrista nacido en Inglaterra) compuesta solamente por Clarke, y así desatar la euforia del público presente en el recinto de calle San Diego que paulatinamente comenzaba a llevar al máximo de su capacidad.
En un acotado show de alrededor de 45 minutos, Clarke se dio tiempo para mostrar parte de su más reciente trabajo “The Gospel Truth” (2021) con la canción que da nombre al disco y también para repasar su trayectoria solista con temas como “Under the Gun” y “Cure Me or Kill Me”, que fue coreada por todo el teatro. Agradeciendo la recepción del público, el trío prosiguió con reversiones de un par de clásicos como “Knockin’ on Heaven’s Door” (original de Bob Dylan y que también hizo suya en su momento Guns N’ Roses) y “Dead Flowers” de The Rolling Stones, que el guitarrista grabó en estudio para su álbum debut “Pawnshop Guitars” que este año cumple tres décadas. “Tijuana Jail” fue el propicio cierre para una sólida presentación que verá una versión extendida en la segunda y última fecha de Gilby Clarke en Chile a realizarse en Quilpué.
La mesa ya estaba servida antes de las 9:00 PM con el telón de fondo rezando “Slash” en grandes letras negras y abajo el nombre de Myles Kennedy, su compañero de carrera por ya más de 14 años. Varios minutos antes de lo previsto, comienza a sonar “Desolation”, nombre del tema principal de la película “The Thing” compuesto por Alan Howarth, muestra de la conocida afición del guitar hero por el cine de terror pero -por sobre todo- la señal inequívoca de que la espera había terminado. Uno a uno comienzan a aparecer en escena Brent Fitz (batería), Frank Sidoris (guitarra rítmica), Todd Kerns (bajo, coro y voz principal en algunas canciones), los conspiradores que acompañan a Myles Kennedy y Slash, ataviado en esta ocasión con una polera de Ramones.
“The River is Rising” fue el punto de partida, la ignición propicia para arrancar el show sin detener la marcha aunque haya lluvia como se escucha en “Driving Rain”, segunda canción del set. Esta dupleta -parte de la etapa más reciente de esta consolidada entidad que partió en 2010 como una aventura del melenudo guitarrista junto a un ramillete variopinto de cantantes- hizo delirar y corear a un ya colmado Teatro Caupolicán.
Cuando hablamos de Myles Kennedy and the Conspirators, en particular del cantante, hablamos de compañerismo en ruta por más de 14 años, tiempo ostensiblemente superior a la primera estancia de Slash en Guns n’ Roses (1985-1996) y que surgió luego de que el también vocalista de Alter Bridge fuera uno de los varios invitados a formar parte del primer álbum en solitario del guitarrista por allá por el año 2010. En él, aparece “Back from Cali” -un verdadero clásico de la discografía del guitar hero– que fue coreado a voz en cuello por un público que presenció un show en donde las referencias a Guns N’ Roses fueron mínimas. Y tampoco es como que alguien las haya estado pidiendo. Salvo por un par de canciones, no hubo mayores alusiones a la banda encabezada por Axl Rose. La solidez del tándem Kennedy-Slash es tal que fue el bajista Todd Kerns quien se hizo del micrófono en esas ocasiones así como en el semi-cover de “Always on the Run” (original de Lenny Kravitz pero co-escrita por Slash). Todo el resto del repertorio estuvo basado en el trabajo que Slash ha venido cosechando en solitario (ya sea con el noventero grupo Slash’s Snakepit, solo o con Myles Kennedy y compañía). En esa misma línea, ni de asomo hubo interpretaciones del catálogo de Velvet Revolver, a diferencia de presentaciones anteriores que le vimos en Chile.
La reafirmación de que el guitarrista de sombrero no pretende vivir de la nostalgia (mucho menos ajena) es la tripleta de canciones que hizo de “4”, su más reciente álbum de estudio (2022): “Whatever Gets You By” (con Kennedy tocando el triángulo al comienzo), “C’est la vie” (con Slash usando la talkbox), “Actions Speak Louder Than Words” (con un marcado uso de cencerro) sonaron una pegada a la otra y fueron la contundente prueba de que no precisan apelar al pasado. Que el cantante haya quedado pasmado (“Look at this. This is f*cking crazy!”) ante la respuesta del público es un botón de muestra. El bajista Todd Kerns volvió a ser la voz principal en “We’re All Gonna Die”, canción que en la versión de estudio aparecida en el álbum “Slash” de 2010 tiene en las voces a Iggy Pop y que no había sido interpretada hasta ahora durante esta gira.
Si bien hubo espacio para cosas como “Bent to Fly”, más en tono de blues o “Starlight”, más en tono de balada, el vértigo característico del show estuvo marcado por el hard rock, el punk y el metal. En esa línea hicieron retumbar el teatro canciones como “Speed Parade”, de Slash’s Snakepit; “Wicked Stone”, “April Fool”, “Fill My World” y “Doctor Alibi” que vio nuevamente a Todd Kerns en voz principal, esta vez haciendo de Lemmy Kilmister. Cinco canciones antes, el bajista alentó al público a gritar, comentó que el de anoche era el último show de la parte latinoamericana de la gira y bromeó antes de interpretar la primera de los únicos dos temas de Guns N’ Roses que se oyeron anoche: “Hoy sí que me saldrá bien”, señala antes de que los más acérrimos fans de la mítica banda estadounidense atónitos perdieran la cabeza con “Don’t Damn Me” parte del disco “Use Your Illusion”, que nunca en la historia había sido interpretada en vivo hasta este año.
Volviendo al tramo final de la presentación, “You’re a Lie” y “World on Fire”, insignes singles promocionales de sus respectivos discos de estudio, fueron la señal de que el fin estaba cerca, sobre todo porque en este punto cada uno de los miembros de la banda fueron presentados. Si bien Slash es el protagonista y la razón de ser de este show, éste no escatima en humildad para delegarle el rol de maestro de ceremonias al cantante Myles Kennedy, quien cumple a cabalidad gracias a su carisma y su sentido del espectáculo sin caer en lo burdo: “Terminar la gira en Latinoamérica de esta manera es un sueño hecho realidad”, señala el vocalista quien fuera testigo hace sólo tres meses de la euforia y calidez del público nacional en el debut de Alter Bridge en Chile. El guitarrista, por su parte, se dirigió al público sólo para agradecer y lo hizo en nuestro idioma.
El bajista Kerns -que tuvo un papel significativo detrás de Kennedy y Slash- vuelve a escena vistiendo una camiseta de la selección de fútbol de Chile e invita al escenario a Gilby Clarke para interpretar “Nightrain” y así el público se vuelve a desbordar. Sólo la pausa de la introducción de “Anastasia” le permitió a los asistentes recomponerse para un último pedacito de show y retirarse con la satisfacción de haber vuelto a ver al guitar hero por antonomasia, en el caso de los mayores, y ser testigo por primera vez del talento incólume del casi sesentón guitarrista, en el caso de los más jóvenes. Es decir, se certifica mediante la presente reseña que Slash tiene cuerda(s) para rato.