La magia aplastante de Meshuggah se hizo presente en Chile una vez más. Las expectativas eran altas, con una banda que no para de trabajar y sorprender, y que regresó al escenario que los recibió la primera vez que llegaron acá: el Teatro Caupolicán.

Antes del número principal, los nacionales de Chances se encargaron de abrir la jornada. Una elección que sorprendió a muchos por interpretar un estilo muy distinto al de los suecos, pero sin duda una banda sólida que a punta de trabajo y sudor se ha ganado un lugar en nuestra escena.

La agrupación liderada por el guitarrista Matías Figueroa y la vocalista Tam Rivas, fue muy bien recibida desde el comienzo. Las luces rojas y los sonidos le dieron un cálida ambientación a los riffs metalcore y sonoridades emo que tronaron con gran contundencia desde el inicio con “Primero en Caer” hasta “Sendero”, el último tema, que sonó intenso y terminó con aplauso cerrado.

Las luces bajan, y la música de fondo genera expectación, así, Meshuggah salta a escena y se detona el éxtasis con Broken Cog, tema de apertura de su último y gran disco “Immutable”. La banda simplemente se paró frente a la gente y desató el caos con una canción que exhala un aura de misterio potente. “Rational Gaze” fue la chispa que desató la explosión, la intensidad sube y sube y Jens Kidman impone su presencia con su tradicional y especial headbanging al ritmo pesado, infernal y a contratiempo clásico que patentaron estos monstruos del metal. Después de la enorme “Perpetual Black Second”, Jens saluda, enfundado en su polera negra que dice “Chile”, ante un público que está rendido a los pies de la banda desde el minuto uno.

“Kaleidoscope” y “God He Sees In Mirrors” continúan la misión de la aplanadora de destrucción perfecta que es esta máquina sueca. Las melodías de Fredrik Thordendal son hipnóticas y seductoras, y se acoplan a la perfección con los riffs demoledores de Mårten Hagstrom y la base titánica de Dick Lövgren en bajo y el portentoso y único Tomas Haake en batería. A toda la receta, le sumamos un ingrediente esencial: un show de luces perfecto, catártico y alucinante. La gente no para de saltar y gritar, generando una postal que será imposible de olvidar y totalmente a la altura de aquel esperado debut por estas tierras de la agrupación.

“Born In Dissonance” y la genial “Catch Thirty Three” mantuvieron la energía siempre, para continuar con “Humiliative” y la clásica “Future Breed Machine”, del seminal “Destroy Erase Improve”, donde la comunión y explosión se vivió a full. Bajan del escenario ante una ovación brutal, y vuelven con la magistral “Bleed” y un coro multitudinario para una canción que marcó las reglas del juego para toda una generación. El final con “Demiurge” golpea y destruye absolutamente todo, con una energía colosal, tal como el disco del cual se extrae.

La venida de Meshuggah completó una jugada única, un golpe esperado por muchos, los que los habían visto y los que no, y todos, absolutamente todos, se fueron con una sonrisa en el rostro luego de presenciar el show de una de las bandas más alucinantes del planeta.

Fotos por Camilo Cid

Galería | Meshuggah: Chances en Teatro Caupolicán

Galería | Meshuggah en Teatro Caupolicán

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