En momentos tan complejos de confinamientos mundiales. Rock Legacy ha tenido la oportunidad de crecer y de acercarse a bandas internacionales. Esta vez nos tocó la misión de conversar con Sol de Sangre, banda conformada por colombianos que ubicados en distintas partes del mundo, dan vida a este brutal proyecto death metal. Acaban de lanzar su nuevo EP y aprovechamos de conversar con Chalo (baterista) y Kike (vocalista) sobre su nuevo material, de la pandemia, de las nuevas tecnologías y obviamente de la situación social de Colombia. Este fue el resultado de la coordinación de un Zoom que juntó a Australia, Singapur y Chile.
Chalo (CH): Siempre nos confundimos un poco con el tiempo porque aquí son las 11 de la mañana yo estoy en Melbourne, Australia y Kike está en Singapur. Con dos horas menos. Jerónimo está en Colombia que son las 8 de la noche y tú estás en Chile son las 9, ¿cierto?.
Rock Legacy (RL): No claro, súper cosmopolita el tema. Tiempos modernos (risas)
CH: Siempre cuadrando ese tema de los horarios es un poco confuso. Jerónimo pensó que era a las 11 de la mañana. Se equivocó, me dijo que no podía entrar, que ahora está ensayando con su otra banda.
RL: No te preocupes y vamos calentando motores, mientras entra Kike. Ustedes justo estrenaron material nuevo, en pleno momento de cuarentenas. ¿Cómo fue todo este proceso para ustedes?
CH: Bueno, nosotros antes de la pandemia, ya veníamos proyectando hacer un álbum. Estábamos planeando cómo trabajarlo, qué era lo primero que teníamos que hacer, pero por las circunstancias todo se vino abajo, por decirlo así. Habíamos conversado que yo iría a Colombia a grabar las baterías del álbum. Y pues hicimos un plan B. Teníamos unas baterías ya grabadas, y dijimos: “No pues, hagamos un EP, para hacer algo y mantener continuidad”. Miramos cómo podíamos sacarlo de la mejor manera. Mantener la constancia y vitalidad de la banda en las redes, para que la gente supiera que no hemos parado. Empezamos a trabajar con esas baterías. En medio llegó un integrante nuevo a la banda, Jerónimo Álvarez. Decidimos dejarle el espacio para que compusiera nuevos riffs, para que se notara su participación. Dejamos que hiciera un poco lo que él quiera. Fue un proceso muy diferente basado sólo en lo rítmico de las baterías.
Llega Kike, lo hacemos entrar. Se ve cansado pero muy contento.
Kike (K): Hola Ticho, ¿cómo estás?
RL: Todo bien por acá. Justo conversábamos lo que fue trabajar el disco a distancia. ¿Cómo fue el proceso para ti?
K: Depende de cómo lo mires, puede ser una dificultad o puede ser una ventaja. Inicialmente fue aprender a manejar las nuevas tecnologías. Aprender a usar un software, para poder grabar y hacer maquetas. No existe la disponibilidad de ir a la sala de ensayo y dialogar con los demás acerca del tema. Sino que el trabajo consiste en estar mandando telegramas (risas). Mandas los archivos y esperas que alguien te de la respuesta. “Sí, está bien, por ahí va la cosa”. En ese sentido, sí puede ser menos inmediato el resultado, pero cuando miras lo prolijo que puede llegar a ser el trabajo a distancia, le miras el lado positivo. Ya que permite estar produciendo material constantemente. El primer disco lo compusimos en el 2015, en el 2016 hicimos las maquetas. Lo grabamos en el 2017, se mezcló, se masterizó y finalmente salió en el 2018. Y eso debido a que todos tenemos otros proyectos, la vida, etc. Entonces, como que había que hacerlo con mucha calma.
RL: Según lo que nos cuentan, veo que hay un trabajo a modo de taller. Y da la impresión que finalmente el resultado sube de nivel. Quizás ese es el factor común de las bandas modernas, poco a poco van usando estas nuevas herramientas y bueno suenan increíble.
K: Claramente, como en todo, están las dos posiciones. Yo comparto contigo. Hay tantas bandas buenas ahí afuera que no te alcanza la vida para conocerlas a todas. Pero, de todas formas, encuentras gente que extraña eso. Estar en una sala de ensayo, sudando, secos de la garganta y componiendo. Creando ese sonido que la gente llama más orgánico. Pero, para mí, estas tecnologías son las que me han dado la oportunidad de hacer una banda con Chalo o con otros amigos. Y claro, soy de los que disfruta estas cosas nuevas, porque me permiten hacer laboratorios o talleres a la hora de crear música.
CH: Jero tomó mis baterías, respetando las estructuras de los coros, todo, llegamos a un punto de cocción de la receta. Hicimos “Despair Distiller” que lanzamos el 30 de abril de este año. Son 4 canciones, 3 canciones y un intro en guitarra acústica hecho por Jerónimo.
RL: Está bueno el resultado, porque por ejemplo, “Tumbas del olvido”, tiene una cosa más melancólica, que se diferencia a sus trabajos anteriores. Se notó desde el comienzo la incorporación de Jerónimo.
CH: Siempre, siempre ponemos un instrumental desde nuestro primer álbum. Te vas a encontrar con un toque muy colombiano. “Tumbas del olvido”, es como cuando se abre la puerta a Jerónimo, músico de conservatorio. Es un pianista clásico. Es un profesor de guitarra en Medellín, la ciudad de donde vengo. Tiene un estilo particular que mezcla la melancolía y oscuridad, que se nota de inmediato en lo nuevo. Es como que llega a pintar las cosas de un color distinto y la primera muestra es “Despair Distiller’‘.
RL: Excelente, pero antes debemos salir de algunas dudas. ¿Por qué te agarra esta pandemia en Melbourne y no en Colombia?
CH: Bueno yo vivo acá en Melbourne hace siete años. Me vine porque quise cambiar mi vida. quería hacer algo distinto. Trabajo como diseñador gráfico, soy fotógrafo de productos, hago edición de vídeo con algunas agencias. Al mismo tiempo, Kike vive en Singapur. O sea el proyecto como tal, siempre se pensó como una banda colombiana fuera de Colombia. Yo conocí a Kike en el backstage de Rock al Parque. Él es el vocalista de HeadCrusher. Y bueno la vida nos unió, hice algunos festivales en Colombia. Yo trabajé en algunos Rock al parque y estuve en el backstage con Headcrusher, también fui técnico de batería de ellos. Bueno ahora por ejemplo con Jerónimo era el guitarrista de Cromlech. Y pues toqué con él nueve años en esa banda. Tocamos en todo Colombia, tocamos en muchos lugares. Esa es la conexión, el poder entre los amigos. Querer hacer death metal y rendirle un tributo a la música con la que crecimos. Eso es básicamente Sol de Sangre.
RL: Eso es exactamente lo que te iba a decir. Obviamente hablando de la música como audiencia. Tengo la sensación que estamos viviendo una segunda gran ola del death metal. Y siento que esta nueva camada, no tan nueva por todo lo que me acabas de contar, tiene un rescate del tipo de canción más bestial de los inicios, pero con el sonido actual. Cuéntanos, ¿qué se siente ser parte de este renacimiento del movimiento?
CH: Es inevitable decir que hay una nueva ola del death metal. Nosotros salimos con nuestro primer disco el 2018. En el momento justo que comenzó este auge. Aunque claro, venimos surfeando la ola del death hace años. Ya llevo tocando batería alrededor de veinte años. Mi primera banda tocaba covers de Carcass y Death, te hablo del 2001 entonces, claramente, de eso se trata esto. Ir conociendo el metal y del amor que uno siente por él. Porque uno creció escuchando las bandas de Florida y de Suecia. Y entonces eso es lo que queremos, serle fiel a ese sonido. Tomando influencias de ambos lados. Y bueno si escuchas el sonido de nuestra música, te vas a encontrar con eso mismo. Si escuchas nuestro disco, te encuentras con elementos variados del metal norteamericano. Sin embargo en lo nuevo, te encuentras con más diversidad e influencias nórdicas.
K: Comparto plenamente con Chalo, nuestro primer disco tiene una influencia un poco más diversa. Tiene un poco más de groove metal y ese sonido medio Sepultura, del “Arise” o el “Chaos A.D.”, y claro, en nuestro nuevo EP, buscamos inclinarnos más hacia el death metal puro. Y entonces nos enfocamos en influencias más escandinavas, como Entombed, Dismember, Grave, que claro, son las tres que siempre tenemos en mente a la hora de pensar en el sonido del metal sueco. Y en “Dispair Distiler”, se notan bastante más.
RL: Ahora en el proceso actual mundial debe haber sido una ventaja, ya que ambos están en distintas partes del mundo, viviendo esta distopía que de pronto se volvió real. ¿Cómo han sido sus vidas y las cuarentenas?
CH: Acá en Melbourne, cuando empezó el tema del Coronavirus, entramos en una cuarentena total. Se podía salir muy poco, de hecho, hoy estamos en esa misma cuarentena, ya que se volvieron a disparar los casos y bueno, nos volvimos a encerrar. La primera cuarentena, que fueron cuatro meses, fue bien estricta. No se podía salir a la calle y todo se hacía desde casa. Y bueno acá la regla es que no te puedes mover más de 5 km. a la redonda. Y bueno la policía controla tu identidad y dirección. Y si estás lejos te llega el parte o el comparendo a tu casa. Obviamente, encerrado en este cuarto, pues me dediqué a tocar con mi batería electrónica. Grabar videos, enviar y recibir demos y escuchar. Hacer todo ese proceso individual.
K: Bueno, para ubicarlos geográficamente. Singapur es una isla pequeñita, en el sureste asiático, cerca de Indonesia, Malasia, Filipinas. Con una población de cinco millones, es un país relativamente pequeño. Además funciona como un país, estado y ciudad al mismo tiempo. Y bueno, la gente de acá, tuvo una experiencia similar con el H1N1 el 2008 o 2009 y tuvieron una mala experiencia con el virus. Por lo tanto cuando llegó el Covid estaban relativamente preparados. Entonces al estar tan cerca de China, creo que están a cuatro horas en avión. Y bueno, al anunciarse lo del Covid que coincidía con la celebración del año nuevo chino, y como acá hay mucha descendencia china, básicamente lo que hicieron fue cerrar la isla. Se tomaron todas las medidas preventivas del caso: el aislamiento, el distanciamiento social, el tapaboca. Y por un buen tiempo se mantuvo acá, una situación relativamente estable. Y fue recién hasta mayo que estuvimos encerrados dos meses. Situación muy similar a la del resto de los países. Permisos para salir sólo para cosas muy necesarias. Y después de los dos meses, afortunadamente se bajaron los casos a cero. Y creo que, puedo estar equivocado, que duraron diez meses con cero casos. Entonces la vida volvió, relativamente a la normalidad. Cines abiertos, locales abiertos, etc. Aunque aún no se pueden hacer shows. Y hace poco con la variante de la India, entró y ahora estamos encerrados.
RL: Es que realmente es delirante lo que ha pasado este último tiempo. En Chile a finales del 2019 hubo un estallido social, convulsión que está recorriendo América latina. Y es impresionante como apenas se abren un poco los espacios, empiezan nuevamente estas venas a sangrar. Debe ser muy complicado para ustedes, vivir la situación de Colombia desde el extranjero.
CH: Es muy difícil responderte. De ninguna manera me siento afortunado de estar lejos. Pues me da ansiedad y me parece muy brutal, saber que en Colombia está pasando eso. Hablar con mi familia, saber que ellos están en la casa encerrados con comida, pero mi mamá me dice que no se puede salir además por los disturbios, porque hay enfrentamientos, porque están las fuerzas del gobierno. Se escuchan disparos. Es muy duro, pues, me parece muy brutal. Es increíble lo que nos tocó vivir. Pero, al mismo tiempo, estoy de acuerdo con la protesta. Me hago parte del pueblo, porque no podíamos seguir viviendo así. Con tanta represión, tanta injusticia y con tanto desnivel social. En un país que lo tiene todo, que tiene tanta riqueza, pero tiene tanta política tan mal hecha. Y bueno, los colombianos en el exterior se han sumado a las protestas. Y me he unido a las que hacen acá en Melbourne. Me parece duro y todo el tiempo estoy pendiente de lo que está pasando con este proceso del que todos somos parte.
K: El sentimiento es el mismo de Gonzalo. Uno no es ajeno, pues, ambos tenemos familia allá. Yo tengo una hermana que es trabajadora social y bueno, lleva muchos años ya involucrada con estos procesos, en un área del país bien afectada por la corrupción y el narcotráfico. Entonces, como ella ha estado bien envuelta con el tema del paro nacional, me mantengo muy al tanto de lo que está pasando. Pero sí, hay un sentimiento de impotencia. Y sin querer sonar muy romántico, está uno como de corazón, pendiente de todo y claramente ambos estamos con “los de a pie”, la gente que vive el día a día, que son los que están sintiendo toda esta represión.
RL: Nos imaginamos que toda esa emotividad, nostalgia y tristeza empieza a toparse en contradicción con el proceso de lanzar su nuevo trabajo. ¿Qué pasa con Sol de Sangre hacia adelante? ¿Cómo piensan sobrellevar este presente como proyecto?
CH: En este momento estoy trabajando en un videoclip, que es de una canción del EP. Y claro estamos con todo el trabajo de promoción del EP. Además tenemos demos y pre producciones que ya estamos trabajando. Tenemos como veinte demos. Canciones de las que vamos haciendo una competencia interna para ver cuál va puntera. Lo que teníamos en mente, era que yo fuera a Colombia a grabar las baterías y con Jerónimo íbamos a grabar todos los instrumentos ahí. A mí me gusta mucho ir a trabajar a Colombia, me siento más confiado y siento que grabo mejor allá con mis amigos. Además que acá en Australia es más costoso, entonces prefiero ir allá, es más barato y con lo que pago el estudio de acá me pago el pasaje. No hay donde perderse. Y bueno de ese trabajo que hacemos va a salir algo buenísimo y va a llegar en su momento.
K: Jerónimo es una máquina de riff. Entonces le dijimos que empezara a mandar ideas. Eso fue realmente un error, porque el tipo empezó a disparar demo tras demos (risas). Y con todo el material que ya tenemos, ahora hay que empezar a pulirlo. Estamos con muchas ganas de hacer este nuevo disco y de ver cómo nos va.
Así cerramos la jornada. Con las buenas energías de Sol de Sangre. Si te gusta el metal, no puedes dejar de escuchar lo que está pasando por Colombia.