La noche de ayer jueves 27 de abril prometía ser una jornada cargada al metal sin ninguna duda, y es que de la mano de bandas como Parkway Drive y Lamb Of God, estábamos listos para recibir una alta dosis de aquellas en el Teatro Caupolicán.
Parkway Drive
La banda australiana de metalcore venía por tercera vez a nuestro país. La última fue el año 2014 y el vocalista Winston McCall recordó aquella larga espera tanto para ellos como para sus fans, quienes de manera eufórica celebraron y les dieron la bienvenida a nuestro país.
El inicio estaba pactado para las 21:00 horas pero la anticipación que se palpaba en cada espacio y grito del público hicieron que los fuegos los abrieran el quinteto australiano a las 20:50. Cuando se está ansioso, se agradecen esos regalos. Y con “Glitch” comenzó el show, y antes de que siquiera se llegara el coro de la canción, ya se formaba el primer mosh pit en el sector cancha del Caupolicán. Por ahí rondaba un cocodrilo inflable, que sacó más de una risa, y que fue parte de la fiesta que se formó.
Continuaron con los temas “Prey”, “Carrion” y “The Void” -tres de sus temas más populares- y el frontman y vocalista, el único vestido de blanco a excepción de sus compañeros que vestían ropas oscuras, se mostraba impresionado de la fuerza con la que coreaban sus canciones. Mención especial a los guitarristas Jeff Ling y Luke Kilpatrick que se dividieron magistralmente las bases rítmicas y solistas cada uno en un rincón del escenario.
Fue el turno de “Soul Bleach”, “Vice Grip” y “Dedicated”, en esta última el cantante Winston McCall dice: “Esta es para el mosh pit”. Si bien es cierto que debido a eso el público fue altamente motivado, no fue que lo necesitaran mucho porque, impresionantemente, no dejaron de saltar, gritar y moshear en la cancha.
Con la llegada de “Karma” reconocemos el mosh pit más grande de toda la presentación de los australianos. Acá destacamos el buen rol de showman que presentó McCall ya que interactuó en todo momento con sus fans: dedicó en reiteradas ocasiones palabras de agradecimiento e hizo que cada rincón del Caupolicán levantara las manos.
Para cerrar, nos llegó la tripleta de “Bottom Feeder”, “Crushed” y “Wild Eyes” y quedamos 100% convencidos del virtuosismo que cada uno de ellos compartió en el escenario. El bajista Jia O’Connor y el baterista Ben Gordon, ambos en tarima, se lucían y disfrutaban de este show que también está dentro de la celebración de los 20 años de carrera de la banda.
Una primera parte que cerró de manera magistral con la presentación de los australianos y que tiene a una gran fanaticada en nuestro país, y eso quedó demostrado en las variadas ocasiones que los músicos dejaron al público corear a capella sus riffs a todo pulmón.
Lamb Of God
Debido al pequeño adelanto que ocurrió con Parkway Drive, nos preguntábamos si la actuación de los estadounidenses también se adelantaría… y así fue. A las 22:12 (y no a las 22:30 como fue anunciado previamente) se apagaban las luces y llegaba la intro de “Memento Mori” (Lamb Of God – 2020) y el Caupolicán estalló de euforia con la entrada del quinteto a escena.
Decir que Lamb Of God tiene una fanaticada grande es decir poco, siendo honestos. El público chileno es famoso internacionalmente por su entrega y aguante y ayer no fue la excepción: saltaron, cantaron, gritaron y moshearon como si no hubiera un mañana, simplemente notable.
Posteriormente llegaron los temas “Ruin”, “Walk with Me In Hell” y “Resurrection Man” de los discos “As The Palaces Burn” (2003), “Sacrament” (2006) y “Lamb Of God” (2020), respectivamente . Entre las dos primeras, el vocalista y frontman Randy Blythe saludó al público y los incentivó a levantar las manos con: “Pongan sus cuernos en el aire”, petición a la que por supuesto todos seguimos sin chistar.
Cerca de 23 años de carrera son los que posee Lamb Of God hasta la fecha y ver una banda con tamaña puesta en escena es digno de admirar. Llegó el turno de los temas “Ditch” (Omens – 2022), “Now You’ve Got Something to Die For” (Ashes of the Wake – 2004) y “Contractor” (Wrath – 2009). Acá nos encontrábamos casi a la mitad del show y la euforia era total. Personas por los aires surfeaban por el público y el calor ya se hacía notar, y personas desde los límites del palco no se aguantaron las ganas de unirse al mosh del centro.
El quinteto continuó ametrallando con los temas “Omerta” (Ashes of the Wake – 2004), “Set To Fail” (Wrath – 2009) y “Omens” (Omens – 2022), éste último de su más reciente disco, y tal cual como lo haría una fanaticada fiel, la corearon a todo pulmón.
Tras culminar el tema “11rh Hour” (As The Palaces Burn – 2003), el cantante Randy Blythe nuevamente brinda unas palabras a su público y dice: “Gracias por tenernos aquí y cada vez que venimos aquí es una locura. No tomamos esto por sentado, ¡muchas gracias!”. Y así llegaba “512” (VII: Sturm und Drang – 2015), lo que daría comienzo a la última parte del concierto y que por supuesto tenía guardado lo mejor para el final.
“Vigil” (As The Palaces Burn – 2003), es un tema de aquellos y con ese característico inicio instrumental y desarrollo más lento en comparación a otros, permitía escuchar a cabalidad el canto de los fans que se preparaban para el mejor de los cierres.
La primera parte del plato de fondo se lo llevó por supuesto “Laid to Rest” (Ashes of the Wake – 2004) y como si fuera todavía posible, aún quedaban energías para seguir saltando y mosheando este clásico de clásicos de Lamb Of God. Al terminar este tema, Randy nos dice: “Muchas gracias. Todos aquí, háganme un favor: cada mujer, hombre y niño, dense un gran aplauso, muchas gracias”. Acto seguido el baterista Art Cruz procede a tocar una melodía tipo reggaeton y Randy hace un pequeño baile. Las risas no se hicieron esperar y la fanaticada agradece estos “quiebres” fuera de lo normal donde se muestran dispuestos a seguir entreteniendo a su público. Momento notable.
Para finalizar, nada más y nada menos que “Redneck” del insigne disco Sacrament (2006). Sabíamos que era el final y las cabezas no dejaron de estar quietas en ningún momento, donde cada voz se escuchó y cada brazo estuvo en el aire.
El lanzamiento de uñetas, baquetas y aplausos de la banda en pleno dieron el cierre a esta monumental quinta visita de Lamb Of God a suelo nacional. Una banda que nunca decepciona y que convierte en carnaval cada una de sus presentaciones de principio a fin. Hoy gracias a ellos, disfrutamos con ganas ese dolor de cuello que tenemos como consecuencia.