El regreso de los shows en vivo es una realidad, con ciertas diferencias a lo acostumbrado, pero es una realidad y una alegría. Un desahogo necesario, y la experiencia con Chaicura en vivo, vaya si es un desahogo. Un ritual con energía que se acumula y explota en una demostración de distintos recursos musicales, siempre al servicio de marcar a fuego con sus canciones.
El ritual se llevó a cabo en el clásico Bar de René, en el primero de tres shows pactados por la banda para reencontrarse con su público. Unos pocos minutos pasadas las 20 hrs, la banda se sube al escenario, se ilumina el telón al fondo y comienzan poco a poco a sonar, con un ritmo y sonidos que se repiten y avanzan con peso firme, creando un ambiente hipnótico ideal para entrar en trance, que se completa con la pifilka, instrumento ceremonial mapuche interpretado por Felix, vocalista de la banda.
Si hay algo que representa a Chaicura, es llevar la bandera de la cosmovisión mapuche en su música, en este rock de raíz que emerge con rabia y una fuerza difícil de contrarrestar. Parten con “Trufken”, mostrando potencia, peso arrastrado, melodías y cambios en los tiempos. “Espiritual” e “Inche” completan la primera tríada, sin descanso. La interpretación es notable, la compenetración denota los años de circo y los ensayos, la entrega sobre el escenario es total, y cada rol aporta un mundo al sonido.
Felix, de contextura menor al resto de sus compañeros, se agiganta al emitir su canto, a veces limpio, a veces con gritos endemoniados, y siempre con carácter y fuerza. Notable. El bajo de Nahuel no sólo aporta la base, sino que explora efectos que le dan una sonoridad particular a los temas, imitando al trompe incluso en ciertos pasajes. La batería no escatima en texturas y la solidez es sorprendente tomando en cuenta los cambios que hay en las canciones y que Wladimir es el último elemento en integrarse a la banda. Se nota su bagaje y expertiz. Y por supuesto, las guitarras de Pedro llevan los riffs machacantes, lideran las melodías moviéndose en una ejecución incendiaria.
El show transcurre fluido, con sólo un par de momentos en que saludan al público y a su equipo, el resto, un tema tras otro, moviéndose entre el peso lento de los riffs a lo Black Sabbath, y el hardcore veloz, con mucha dinámica y cambios de ambiente. Una tromba que atrapa, con oficio y buen gusto en las composiciones, comprometidas siempre con un mensaje social firme.
Pasan temas del disco “Wunen Antu”, como “Aukan” y “Lo esencial”, finalizando con su último sencillo editado: “Neykunungepe”. Lo negativo: no es la banda, sino la situación. Que ganas de poder devolver la energía que emanan desde el escenario, cabeceando y empujando en el frontón. Lamentablemente el show es con aforo reducido, distancia y sentados. Pero es cosa de tiempo para poder volver a disfrutar como antes. Bandas como Chaicura demuestran que la fuerza se mantiene. Un imperdible en vivo.
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