Mucho hemos hablado del fenómeno que ha causado Bobby Liebling y su puesta en escena viralizada en redes sociales. Sin embargo, poco hemos dedicado a desentramar las dificultades de entregarse una vida completa a la música, y lo dura que puede ser esta apuesta que de alguna forma siempre termina en el infierno.

Pentagram es una banda que se forma a principios de los 70’s, amigos de colegio enamorados de la ola hardrockera que inundaba las cabezas de la juventud como una invasión inglesa que de silenciosa no tuvo nada.

A pesar de nacer en el momento, justo la banda solo consigue grabar diversos demos desde el año 73’ en adelante, y no es sino hasta la década de los 80’s cuando por fin consiguen sacar su primer larga duración.

La competitividad de la industria musical en Estados Unidos, puede volverse frustrante y, muchas veces, relegar a segundo plano a grandes proyectos con tremendas canciones que, poco a poco, se van extinguiendo en clubes locales de poca monta.

Pero, al parecer, Bobby Liebling estaba dispuesto a morir en el intento de conseguir la fama, y es así como se entregó por completo al rock n’ roll. El crack se apoderó de su frustración y, viviendo aún en el sótano de sus padres, consiguió al menos convertir a Pentagram en una banda de culto, que como una peste, se fue propagando por el mundo del metal.

El año 2011, Don Argott y Demian Fenton dirigen un documental, “Last Days Here”, que retrata la vida de Bobby Liebling, avivando las cenizas del artista. Nadie dijo que si vendías tu alma al diablo, el éxito llegaría de la noche a la mañana, pero puede pasar.

El documental ayudó a que Pentagram se diera a conocer en la nueva generación de jóvenes rockeros, que necesitados de ídolos a quién adorar, buscan en emblemáticos proyectos vivir la experiencia y la esencia de esta subcultura tan rica y llena de mística. Es en este contexto que recibimos nuevamente a Pentagram, esta vez en la Blondie, y obviamente fuimos para ver qué está pasando con Bobby Liebling.

IIII

El ingreso comenzó a eso de las 19:30, la fila se hacía larga y la ansiedad era grande. La fanaticada llena de caras nuevas, bebía a las afueras por la Alameda. Mientras, los más viejos mirábamos con un poco de curiosidad y diversión las poleras recién impresas de Pentagram.

Al poco rato de haber ingresado a la Blondie, las luces del escenario se prendieron y comenzó a sonar IIII, banda con más de 10 años de trayectoria en el doom metal nacional. Iracundos, oscuros, implacables. Cinco canciones cargadas de desesperanza y locura fueron lo que visceralmente entregaron a la audiencia, que se acercaba a degustarlos como invitados a la última cena del propio Judas. Concisa y sólida presentación que nos dejó con gusto a poco. Gran trabajo vocal, guitarras oscuras y una batería furiosa.  Te invitamos a que los sigas en sus redes sociales @iiiiofficialband.

Galería | Pentagram: IIII en Blondie Club

Pentagram

Llegó el turno de los herederos de Black Sabbath. Pentagram se subió al escenario como cuarteto, demostrando que los años de tablas se notan, y brillan por sí mismos. Bobby Liebling, carismático desde el minuto uno, conectó con sus fans, que como tornado, convirtieron la pista de baile de la Blondie en un templo del metal.

Los teléfonos al aire tratando de captar un momento para viralizar la experiencia, mientras los músicos mostraban cara de felicidad y confusión. La entrega fue impecable. Uno de los mejores directos de rock que uno puede vivir. Energía y vitalidad. El público coreó las canciones, se empujó y descargó. Gritó una y otra vez “Pentagram, Pentagram”, a lo cual Bobby respondió meneando su flaco y viejo trasero.

Una hora de show, 13 canciones que recorrieron su trayectoria desde sus comienzos hasta hoy. “Live Again”, “Starlady”, “I Spoke to Death”, “The Ghoul”“When the Screams Come”, “Sign of the Wolf”, “Might Just Wanna Be Your Fool”, “Solve the Puzzle”, “Review Your Choices”, “Thundercrest”, “Walk the Sociopath”, y para finalizar la energética entrega “Forever My Queen” y “20 Buck Spin”.

Pentagram fue una clase de cómo enfrentar un show de club. Una clase de supervivencia y vigencia. Un estallido de resiliencia que, gracias a los tiempos modernos, se mantiene firme, y fue capaz de abarcar nuevas generaciones con un sonido clásico, sin transgredir su esencia. Quizás, es un ejemplo a seguir por muchas bandas de nuestra escena local sobre las redes sociales y su impacto.

Galería | Pentagram en Blondie Club

Con esto nos despedimos felices. Hoy nos toca Metal Beer, y por supuesto que te queremos contar cada uno de los detalles.

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