La primera Nobody (2021) fue una sorpresa: un thriller de acción crudo y directo que mezclaba la brutalidad de John Wick con un humor negro inesperado, sostenido por la actuación feroz de Bob Odenkirk. Ahora, Nobody 2 confirma que Hutch Mansell no fue un accidente de una sola noche: como una banda que regresa al escenario después de anunciar la “última canción”, lo suyo es un encore inevitable.
Desde la primera escena, la película arranca con la energía propia de un riff de Lamb of God: seco, preciso, imposible de ignorar. Hutch sigue intentando llevar la vida de un hombre común, pero la violencia lo persigue como un estribillo que no deja de volver. Esta vez, su familia ya no está al margen; su esposa Becca (Sharon Stone) y sus hijos participan en el ruido y la furia que Hutch había prometido dejar atrás, aportando un peso emocional que equilibra la brutalidad con momentos humanos.
Si esta secuela fuera un disco, sería un híbrido potente: la precisión letal de Ashes of the Wake (Lamb of God), el peso emocional y familiar de Magma (Gojira) y el caos impredecible con humor absurdo de Toxicity (System of a Down). La interpretación de Odenkirk añade la rabia disciplinada de James Hetfield en St. Anger, mientras que la comicidad aparece con la teatralidad de Serj Tankian y la violencia explosiva golpea con la contundencia de Phil Anselmo en pleno escenario.
Cada elemento se combina para formar una especie de álbum que mezcla técnica, emoción y caos con un ritmo impecable, reforzando la idea de que Nobody 2 es un encore inevitable que no deja de sorprender.
Ver a Odenkirk como Hutch repartir justicia recuerda -en clave de acción- a ese Saul Goodman que muchos conocen de Breaking Bad y Better Call Saul: un hombre común con ingenio inesperado capaz de sobrevivir en mundos caóticos. Aquí, sin embargo, sus golpes son físicos y precisos, dejando claro que el antihéroe puede adaptarse a cualquier escenario.
Algunos pasajes narrativos recuerdan a otras sagas de acción y algunos personajes secundarios aparecen y desaparecen con desarrollo limitado; el final, además, deja abierta la puerta a una tercera parte. Aun así, Nobody 2 funciona como un encore que todos queríamos escuchar: un cierre violento, preciso y cargado de humor negro que se disfruta pista por pista aunque ya conozcamos la fórmula. Bob Odenkirk se consolida como un frontman improbable pero magnético del cine de acción, y su show todavía no termina: la coda final deja claro que siempre habrá un momento más para subir al escenario.
Escala RockLegacy
🎸🎸🎸🎸🎸 Solo épico: cada nota golpea con potencia; obra maestra que define su género.
🎸🎸🎸🎸 Riff poderoso: mantiene la intensidad y añade variaciones que enganchan.
🎸🎸🎸 Buen acorde: funciona, es sólido, pero no deja un recuerdo inolvidable.
🎸🎸 Nota desafinada: algunas partes destacan, pero pierde fuerza general.
🎸 Cuerda rota: falta energía y originalidad; sensación de intento fallido.
Veredicto RockLegacy:
🎸🎸🎸🎸 – Riff poderoso
Nobody 2 mantiene la intensidad de principio a fin, combina variaciones que sorprenden y engancha en cada escena, tal como un riff poderoso que no deja de sonar y domina el escenario. La furia de Lamb of God, la melancolía de Gojira y el caos de System of a Down se mezclan para ofrecer un encore brutal y catártico que atrapa al espectador.

