La noche del viernes pasado, la banda alemana Kanonenfieber pisó Chile por primera vez, marcando un verdadero hito para el metal extremo en nuestro país. Junto a los chilenos Antes Muertos como banda invitada, la velada fue una demostración brutal de que el metal extremo sigue vivo, fresco y capaz de reunir a una audiencia hambrienta de energía.
Antes Muertos abrió la jornada puntualmente a las 20:00 hrs con “Ilusionistas”, sumergiendo al público en su nü metal, un sonido que vienen desarrollando desde 2014 y que, con un disco bajo el brazo, encendió el Teatro Cariola. Con temas como “Yo soy mi Dios”, “Dry Bones” y “Lo que subes”, entregaron un set sólido y fresco; quizás no del todo ad hoc al estilo de la fecha, pero que igualmente no pasó desapercibido. Cerraron con “Cartas” y “El estandarte”, dejando el ambiente preparado para el plato fuerte.
Previo a la salida de Kanonenfieber, destacó la ambientación en la sala: música y transmisiones radiales de la época de la Primera Guerra Mundial que preparaban a los asistentes para el concepto histórico-bélico que caracteriza a la banda.
A las 21:05 hrs, el Teatro Cariola ya estaba listo para entrar a las trincheras. Noise, con temple marcial y acompañado de su escuadrón, abrió con “Menschenmühle”, desatando una explosión dentro del recinto. Con técnica impecable, Noise y compañía sumergieron a la audiencia en los horrores de la Gran Guerra. “Sturmtrupp”, “Der Füsilier I” y “Grabenlieder” reafirmaron el enorme auge que ha tenido el proyecto, luciéndose además por la teatralidad y la puesta en escena.
Más adelante, “Der Maulwurf” y “Panzerhenker” mantuvieron la tensión bélica de la noche, con el público completamente atento. Con una intro que mostraba paisajes y escenarios vividos por los soldados, comenzó “Kampf und Sturm” lo que al español sería “Lucha y tormenta”, un viaje a noches frías de reflexión y miedo. “Z-Vor!” estalló como un eco cortante, un grito que atravesó el humo y marcó un antes y un después en el show. El público quedó suspendido, esperando el siguiente ataque, que llegó con “Die Havarie” y “Die Feuertaufe”, cargadas de riffs filosos y voces desgarradas.
“Lviv zu Lemberg” fue polvo, balas y dolor interno, una descarga que el público respondió con total fervor. Para el final, “Verdun” y “Ausblutungsschlacht” ofrecieron ese cierre que todo fan del metal extremo anhela: devastador, emocional y con una sensación de vacío cuando la banda abandonó el escenario. Un final desolador, pero que también dejó un claro mensaje: nos veremos nuevamente pronto.
Fue realmente un honor tener una banda de tal calibre en nuestro país, y el público respondió con la misma intensidad al llamado de las sirenas de guerra.

