No todos los discos caen en tus manos en formato original y no todos los proyectos que conocí, fueron a través de revistas y MTV. La verdad es que en mi adolescencia había una súper cultura del trueque, especialmente en lo que se refiere a música. Alguien viajaba por ahí y tenía la obligación de traer música y,  a los pocos días, esa música ya era pública. Uno caminaba con los cassettes piratas sonando en el walkman y la vida gris de un Chile de comienzos de los 90’s, empezaba a agarrar algo de color. Así fue como me tropecé con bandas como Sepultura, Ministry, White Zombie, Deicide, entre tantas otras.

Recuerdo perfectamente la primera vez que escuché “Matando Güeros” de Brujería. Estábamos en casa de uno de mis yuntas de la época, veníamos llegando del ensayo de su banda, que tributaba al metal de aquellos tiempos y, su vocalista, no paraba de hablar de los Sepultura mexicanos. Por esas cosas del azar, mi familia vivió el exilio en México y obviamente siento un apego por los sonidos de allá, entonces quería escuchar a esa banda de la que llevábamos hablando mucho rato.

De un morral negro lleno de parches de bandas de la época, salió una copia pirata en versión de bolsillo. El trabajo era bastante bueno, ya que se habían dado el trabajo de fotocopiar la carátula y todo el contenido interior del arte del álbum. Aunque todo estaba en blanco y negro, fue un momento inolvidable. La cabeza decapitada y las letras que decían Brujería y Matando Güeros. El equipo mini componente Aiwa, cerró una de sus cassetteras y empezó a sonar una conversación, se notaba que era una transa de drogas (Pura de Venta), la partida ya era misteriosa y no me sonaba a nada que conociera y así fue, como entre mi grupo de amigos se popularizó decir “Tráeme el machete me chingo a este güero”.

Así parte el álbum lanzado en julio del 93′. 19 canciones con el sonido más brutal y sucio de lo que uno estaba acostumbrado, que recorren 35 minutos a una velocidad castigadora para el cerebro y lo más delirante es que fuera en español. Yo no tenía idea de lo que era el grindcore, solo conocía Napalm Death que, para mi, en esa época eran la mezcla perfecta entre el punk y el death más ‘enojado’ y eso me volvía loco.

Durante un tiempo ignoré quiénes eran los integrantes de esta super banda. Un verano de esa época fui a México, a pasar un tiempo con mi familia posterior a la muerte de mi padre y entré a una disquería que decía en la entrada “METAL MEXICANO” y pregunté si tenían algo de Brujería, el encargado de la tienda me miró un segundo, reventó en una carcajada y, con una sonrisa de oreja a oreja, que podría parecerse a la del gato de Alicia en el país de las maravillas, me dijo: “Esos son gringos… ¡Pendejo!”. Salí súper avergonzado de la tienda a instruirme acerca de quiénes eran estos héroes latinos del metal.

La formación de Matando Güeros fue Juan Brujo (Juan Lepe) en la voz, Asesino en la guitarra (Dino Cazares de Fear Factory, quién más tarde sacaría un proyecto, Asesino, que hasta el día de hoy compite con Brujería quienes son más de verdad que los otros), Hongo guitarra y algunos bajos (Shane Embury de Napalm Death y Lock Up, una de mis bandas favoritas inglesas),  Güero sin Fe en bajo y algunas guitarras (Billy Gould de Faith No More), Fantasma en bajos adicionales y coros (Pat Hoe), Pinche Peach en samples/coros y Greñudo en batería (Raymond Herrera de Fear Factory). Siempre creí que era un mito…

Cuando estamos a algunos días de ver en vivo a esta aplanadora del metal, creo que es fundamental hacer un homenaje a esta placa tan sólida que dio a conocer internacionalmente a Brujería, y que  hoy los trae a Chile con Anton Reisenegger como “el Criminal”, representando a toda esa generación que, como yo, creció con éste y los posteriores trabajos de la “raza”. Blasfemia pura.

 

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