Como todos los meses, tratamos de mantenerte sobre la ola de las novedades que ocurren en la música, ya sea en el ámbito internacional, como en la escena subterránea de nuestro país, que siempre nos presenta joyitas escondidas en algún rincón de la ciudad y, muchas veces, en alguna cloaca. La máquina de revolver porotos, es una de esas obras que esperamos te des el tiempo y la dejes hacerte sangrar los oídos.

 Antes de hablar de su trabajo, hay que profundizar y sumergirnos en el crossover, estilo que fusionó el metal y el punk a principios de los 80s, primo bastardo del thrash, el hermano intolerante del hardcore punk, aparece en escena de la mano de D.R.I. y desde entonces son miles los proyectos que han dado vida a esta mezcla que amasa todas las corrientes y variedades de la música más extrema, para aderezarla con una dosis de ironía, alegría y desesperanzadora visión anarquista.

 Obviamente nuestro país no ha estado al margen de esta corriente y, desde finales de los 80s, ha habido proyectos que se rindieron ante las fusiones más exquisitas para hacer que las audiencias criollas rueden en la pista como una cacerola llena de porotos al revolverse.

La máquina de revolver porotos es exactamente eso. Un conjunto que fusiona toda la brutalidad de los sonidos thrash, grind, groove, hardcore y punk. Con letras directas, al cayo, que podrían tomarse absolutamente en serio, o ser la hilarante pesadilla de la cual escapas a bordo de una patineta.

 Su álbum homónimo, lanzado este año en junio, es una joya dentro del estilo. Recogiendo influencias sonoras que viajan desde bandas como Pantera hasta Exploited o La loca Pola, nos entrega 10 canciones que en 37 minutos, te empujan al mosh más sabroso y que si eres de los que disfrutan de la energía adolescente, seguramente agregarás a tu playlist.

 El álbum abre con Vasectomía,  una brutal pieza grindcore que en apenas unos segundos nos avisa el calibre de los repugnantes disparos de ira con los que La máquina de hacer porotos nos agarrará de la entrepierna para invitarnos a bailar.

El primer sencillo Autodestrucción, es una mágica pieza thrash, que estamos seguros podría convertirse en uno de los himnos de la nueva camada del metal.

Falso es el siguiente castigo que L.M.D.R.P. nos propina, un groove metal panteroso, bastardo de Walk. Con una melodía vocal casi idéntica, pero con una musicalización interesantísima.

Represión, es un himno street punk, al puro estilo de las más rabiosas canciones de Ministry o Casualties, sarcástica y bailable. De verdad el disco lleva ya cuatro tracks y aún no pensamos en cambiar lo que suena.

 A.F.D.S. es una canción que muestra la diversidad sonora de la banda, manejando la dinámica tanto en velocidad e intención. Un coro muy pegajoso.

Mantra Exorcista, es un necesario interludio sonoro, que permite tomar aire y volver a subirnos al skate.

El tiempo no es real, cuando creíamos que los nacionales no tenían filosofía ni mensaje, aparece la profunda mirada en esta veloz canción que nos devuelve a la lógica del slam y el desorden nihilista.

Blah! Es una potente canción que se acerca un poco a las sonoridades del rock latino de los 90s, como podrían ser los Brujos de Argentina o las Víctimas del Doctor Cerebro de México, aderezado con la bestialidad de La Máquina.

El segundo suspenso, en la misma línea de la canción anterior, este track es un descanso de las sonoridades anglo y se acerca más al rock de los 90s de latinoamerica.

Y, para cerrar esta gran placa, está el tremendo Todas las cosas que odio, un temazo que nos hizo volver a escuchar el disco.

Definitivamente es un álbum al que deberías prestarle oreja, mención aparte la buena ejecución del trío compuesto por Sebastián Leiton (Voz/Guitarra), Marcel Roumat (Bajo/Voz) y Niko Pagani (Batería), quienes se lucen.

P.D. Tienen un cover de Calibraciones el clásico de los nacionales Aparato Raro, que está brutal.

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