Una de las bandas que cambió la forma de ver el metal, que tomó un bastión y lo perfeccionó hasta convertirse en símbolo de un movimiento. Tesseract, finalmente, llegó a Chile con toda su fuerza y por partida doble.

La primera presentación fue este jueves 30 de marzo en el Club Chocolate, en una noche especial para ellos, acompañados por los chilenos de Desire of Pain, quienes han desarrollado una gran carrera en el metal de vanguardia.

A las 20 hrs ya estaba sonando esta enorme banda, desplegando una intro con crescendo, mezclando belleza y fiereza en partes iguales, para dar paso a “Whisper of Death” de su disco “Fragments of a Crystallized Absense”. La brutalidad mezclada con la belleza sigue presente, y es un sello que mantiene enganchado al oyente que gusta de las mixturas. El fiato de la banda es total y podemos escuchar claramente todos los instrumentos, partiendo por la gran voz (gutural y limpia) de Sebastián Silva. “Ascension” está hecha para el headbanging desde el primer segundo, aunque por supuesto que trae quiebres precisos hacia la segunda mitad de la composición.

Memorias Olvidadas” es un tema nuevo, que huele a prog rock, a heavy metal y a toques death. “Semper” es el más reciente sencillo de Desire of Pain, y suena con total intensidad condensada en un medio tiempo ganchero y de gran trabajo de bases, tanto en el bajo potente de Jaime Calderón como en la batería de Pablo Bravo, que fue apabullante todo el show, así como las bases de Christopher Montecinos, que sostienen las distintas capas de gran forma. La recepción del público ha sido calurosa, y se mantendrá hasta el final, con “Vértigo”, en donde hay unos solos de guitarra de Simón Pincheira muy emocionantes, junto a la gran intervención de un saxofonista invitado que guió con su belleza una sección más calma, para luego contrastar con la brutalidad de la última parte. La ovación del público se siente al final del tremendo set de los chilenos.

Finalmente, luego de años de espera y de dos prórrogas, a las 21 hrs en punto, Tesseract se apodera del escenario ante la euforia de un público que los esperó por mucho. Suena “Of Matter – Proxy” para ir abriendo el portal hacia el trance. El volúmen es contenido, porque la idea es escuchar claramente todos los detalles. Se oye fuerte el público coreando, mientras Amos Williams lleva el ritmo con el pulgar en el bajo (más tarde lo veremos usando dedos o uñeteando) y Jay Postones sienta las bases percusivas de brutal originalidad en su set de batería.

Of Matter – Retrospect” mantiene la emoción a tope, mientras Daniel Tompkins demuestra que es el privilegiado maestro de ceremonias, por el poder de su voz y por su desplante. “Of Matter – Resist” cierra la trilogía del destacado “Altered State”, y cuando la banda para, la ovación es gigantesca. Daniel mantiene comunicación constante, avivando la llama y demostrando alegría. “You make me smile!” nos dice, y la energía hace retumbar el lugar, para dar el vamos a “Smile”, monolítica y a contratiempo, cómo no, sacada del álbum “Sonder”, al igual que “The Arrow”.

Llega el momento de una pregunta que, normalmente, enardece de alegría a los fans: “¿Les gusta lo old school?”. La efusividad es notoria, y descargan la suite completa “Concealing Fate”, con sus seis partes en un desborde de polirritmias y rabia, que envasan a la perfección el modelo con que Tesseract logró reconocimiento, llenando el recinto de riffs brutales de parte de James Monteith y del maestro Acle Kahney.
Acceptance” dio el vamos, mientras “Deception” es una verdadera ametralladora que atrapó a todos en un viaje sin regreso. Las pistas ambientales endulzan este sueño, hasta llegar al desenlace con “Origin” y sus firmes cimientos de bajo y batería.

Hay espacio para un muy buen tema recientemente creado, como lo es “Natural Disaster”, dando paso luego a “Kings”, coreada a muy alto volúmen y de forma muy emotiva. Y es esa pasión que le imprimen a la música compleja la que ha transformado a Tesseract en algo único. Los clímax son cada vez más eufóricos y la audiencia no denota cansancio, menos cuando les toca enfrentar un gran tema como es “Juno”, y su final mentiroso, para regresar al clásico encore con “Dystopia” y desatar una euforia final que retroalimenta a una banda enérgica que se retira plena de un escenario y una noche que se marcará en los calendarios como inolvidable.

Tesseract puede haber bebido de la escuela Meshuggah como nadie, pero se encargó de moldear canciones con líneas melódicas e himnos que lo convirtieron en voz de un movimiento, lo que vimos reflejado en una noche a tope y sin concesiones.

Fotos por Francisco Aguilar

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