• Para conmemorar nuestra historia musical, presentamos esta serie de especiales de los últimos 50 años de rock creado en Chile. Esta es la primera de cinco partes. Fotografía: Los Blops.

Mientras en el mundo, el rock venía saliendo de la psicodelia para entrar a terrenos más pesados y progresivos, la música en general se comenzó a llenar de nuevos colores con la masificación de géneros como el funk o el auge de nuevos instrumentos como los sintetizadores. 

Chile no se vio ajeno a este bombardeo cultural, aunque bajo un contexto distinto, mezclando nuestras propias raíces con los sonidos de la época, otorgando a nuestra música su sello propio.

Desde 1971, ya han pasado nueve años desde el debut de Los Ramblers, piedra angular del rock chileno, y otros cuatro desde la explosión colérica de bandas de psicodelia, con discos emblemáticos como “Kaleidoscope Men” de Los Mac’s o “Fictions” de Los Vidrios Quebrados. En este año ya hay una escena rockera que se ha posicionado como tal, pero el contexto sociopolítico polarizado de la época veía aún con cierto recelo a este grupo de músicos, tanto desde los sectores conservadores como de aquellos que defendían al gobierno popular.

Como una suerte de Bob Dylan chileno, rememorando la época en que se atrevió a cambiar la guitarra acústica por una eléctrica en el circuito folk en los 60’s, Víctor Jara haría lo suyo al lanzar su sexto disco de estudio, “El derecho de vivir en paz”

Sin importar las recriminaciones que recibiría desde su misma vereda, un Víctor fanático de la etapa psicodélica de The Beatles, no tuvo ningún problema en compartir créditos junto a Los Blops en las dos primeras pistas del disco, incluyendo un inédito solo de guitarra eléctrica en la canción homónima.

Cuenta la anécdota de que ejecutivos del Sello Dicap pidieron revisar las letras de Los Blops antes de grabar su debut de 1970, a lo que se negaron y se fueron enojados del estudio. Fue Víctor Jara quien los encontró de paso y fue a solucionar las cosas a la misma oficina a puertas cerradas. Finalmente, el grupo de Eduardo Gatti y Julio Villalobos graba y publica el disco por el mismo sello, pero su segunda producción, encabezada por la mano de Ángel Parra, saldría por el sello Peña de los Parra.

En “Del volar de las palomas” profundizarían más en la experimentación y lo progresivo, pero siempre desde la línea base de los sonidos acústicos y folclóricos. Desde la intensa interpretación de Ángel Parra en la voz del tema homónimo, hasta el estrepitoso final de “Pisándose la cola”, este disco se volvió un imperdible del rock surgido en Chile con el pasar de los años.

Otro grande de la Nueva Canción Chilena es Patricio Manns, emblemático compositor y cantautor que nos acaba de dejar hace un tiempo. En este año sacó un trabajo anónimo con colaboraciones en canciones que se alejaban del canon al que su audiencia estaba acostumbrada. Los Blops colaboraron en cuatro de las 12 canciones, como en “Su nombre ardió como un pajar” o “Estación terminal”

Este año también es interesante el debut de unos jóvenes Congreso con “El Congreso”, en una época en que ponían más énfasis en la guitarra eléctrica que en producciones posteriores. Por otra parte, también es interesante la exploración sonora de Amerindios, en un formato totalmente psicodélico en temas como “Hoy es el primer día del resto de tu vida”.

Entrando en terrenos más lejanos a lo folclórico, pero más cercanos a la experimentación y lo progresivo, nos encontramos con Embrujo, banda que no disfruta del reconocimiento que debería. Luego de un breve momento componiendo en inglés bajo el nombre de Kissing Spell, es en este año que lanzan su primer y único disco bajo una identidad completamente propia. En doce canciones nos dejan una joya para la posteridad, incluyendo una de las mejores canciones olvidadas de la época, “Canto sin nombre”.

Dos grandes instituciones de nuestra música también estaban más que presentes en esta época. Por un lado, acá aparece el homónimo debut discográfico de Los Jaivas, también llamado Volantín, registrando en formato canción el resultado de sus ya reconocidas improvisaciones en vivo. Por otra parte, habiendo ya publicado el año anterior un clásico como “Y Volveré”, Los Ángeles Negros estarían solo dando comienzo a una larga y reconocida trayectoria llena de clásicos de la balada eléctrica, como “Al final de la tarde” lanzada este año.

Por último, otros grandes artistas que sacaron trabajos interesantes fueron Los Golpes, quienes inmortalizaron para la historia la guitarra de “Olvidarte nunca”, del disco con el mismo nombre. También, desde Rancagua, Los Cuervos se apegaban más a la psicodelia con un sonido bastante apegado hacia los teclados. Por otra parte, también está el sonido más cercano al soul con grandes arreglos vocales que nos dejó la olvidada banda Anton-Kamosa.

Dado que este es sólo el comienzo del viaje, en el próximo artículo avanzaremos 10 años más adelante, en una época marcada por álbumes clásicos de la música chilena.

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Por Jorge Bolton Lagos

Bioquímico, músico y fanático de la música.

Un comentario en “Review | Un viaje por 5 décadas del rock chileno: 1971 (1/5)”
  1. Estoy maravillado de poder recordar esta historia de la cual me siento parte, como auditor de grupos de la música chilena, viva la música chilena!! gracias, gracias!

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